Un nuevo 's¨ªndrome de Ir¨¢n'
Estados Unidos revive, cinco a?os despu¨¦s, su impotencia para rescatar a sus ciudadanos rehenes
FRANCISCO G. BASTERRA,
Es posible que el presidente tenga algo de raz¨®n cuando afirma que en Ir¨¢n alguien, Jomeini, controlaba la situaci¨®n "y ahora en Beirut no hay nadie que la controle para tratar con ¨¦l o amenazarle" Sin embargo, el mensaje que transmite la televisi¨®n incansable mente, interrumpiendo cada media hora las emisiones y dedicando un 90% de los telediarios a esta informaci¨®n m¨¢s un n¨²mero ele vado de programas especiales, es que las dos situaciones son iguales. Para ello no es necesaria ninguna manipulaci¨®n. En este caso el medio es el mensaje.Pero, adem¨¢s, la admisi¨®n por Reagan de la impotencia para actuar de una forma decisiva e no sea la mera acci¨®n diplom¨¢tica le equipara a su predecesor en la Casa Blanca. El editorial del Wall Street Journal del jueves se titulaba, quiz¨¢ con cierta dosis de injusticia, 'Jimmy Reagan`. Para Stansfield Turner, que dirigi¨® la CIA bajo Carter, con esta crisis Reagan ha encontrado la diferencia entre la ret¨®rica y la realidad.
Las im¨¢genes calientes de las manifestaciones antiamericanas en Beirut, con mujeres chilitas de negro y tapadas con velos, dando gritos de muerte contra el sat¨¢n norteamericano y quemando la bandera de las barras y las estrellas, est¨¢n por la tarde, antes de la cena, en las salas de estar de los norteamericanos. Basta con colocar a continuaci¨®n las manif¨¦staciones de los estudiantes iran¨ªes ante la embajada en Teher¨¢n de 1979 y 1980. Pero hay m¨¢s. Las l¨¢grimas de los familiares, la llegada a Estados Unidos de los primeros liberados y su relato de c¨®mo fueron humillados y golpeados. El cad¨¢ver del submarinista de la Armada Robert Stethem, desfigurado a golpes y arrojado a la pista del aeropuerto de Beirut. Las c¨¢maras de la CBS esperaron a los oficiales de Marina que acudieron a su casa de Maryland para dar la noticia a sus padres.
La siguiente secuencia supera en dramatismo a las anteriores. El cad¨¢ver de la hasta ahora ¨²nica v¨ªctima del secuestro llega a la base d¨¦ la fuerza a¨¦rea de Andrews, a las afueras de Washington, y las c¨¢maras recogen los primeros planos de los rostros de lo familiares enrojecidos por el llanto. De fondo suena el himno nacional. Pero queda la parte m¨¢s amarga de la medicina: el entierro en el cementerio militar de Arlington, los soldados formados, las descargas de fusiler¨ªa, el estreme cedor solo de trompeta, el plega do de la bandera que recubr¨ªa el f¨¦retro y la rosa colocada sobre el mismo por la madre, la mujer o la novia. Esta semana, estas escenas se han repetido por cinco con la muerte de los cuatro marines ase sinados en San Salvador. Muchos americanos se preguntan si no cabe hacer nada para evitar la re petici¨®n de estos hechos y la cade na Cable News ha abierto una l¨ªnea telef¨®nica especial para saber ?qu¨¦ har¨ªa usted si fuera presidente?
Las cadenas de televisi¨®n niegan que la cobertura del secuestro sea excesiva o demasiado dram¨¢tica. "La gente espera esto de la televisi¨®n, ¨¦ste es el papel que jugamos en la segunda mitad de este siglo", afirma el presidente de la CBS, Edward M. Joyce. "No queremos excitar artificialmente al televidente", asegura el vicepresidente de la NBC, Timothy Russert. Para Peter Jennings, presentador del principal informativo de la ABC, con un sueldo pr¨®ximo a los dos millones de d¨®lares anuales, "debemos tener mucho cuidado de no alimentar la ira del p¨²blico". Las tres cadenas est¨¢n reteniendo voluntariamente informaci¨®n sobre el secuestro a petici¨®n del Pent¨¢gono, que critic¨® en las primeras- horas que informaran que la fuerza de comandos Delta hab¨ªa sido enviada a Oriente Pr¨®ximo.
Reagan no quiere convertirse ¨¦l mismo en el reh¨¦n n¨²mero 41 de este secuestro y, a diferencia de Carter, no ha abandonado el resto de los asuntos de Estado para su mergirse ¨²nicamente en su solu ci¨®n. Durante toda la semana ha viajado por el pa¨ªs para vender su reforma fiscal, pero en cada escala ha tenido que enfrentarse con el recuerdo de Teher¨¢n.
Intentar convencer
El viernes, en Dallas, el presidente m¨¢s optimista de este siglo, que repite a los americanos que "no hay ning¨²n problema, por grande que sea, que los americanos libres no puedan superar", tuvo que asegurar que "Estados Unidos contin¨²a siendo fuerte y que los terroristas nunca nos vencer¨¢n".
Desde el viernes 14 de junio ya no es business as usual para la Administraci¨®n ni para el pa¨ªs. Los americanos comienzan a reaccionar con un sentimiento controlado de patriotismo. Aparecen, como hace cinco a?os, los lazos amarillos colgados de los ¨¢rboles en recuerdo de los secuestrados y el viernes millones de ciudadanos acudieron por la ma?ana a sus trabajos con las luces de sus coches encendidas para manifestar su protesta por lo sucedido. El Empire State Building, en Nueva York, ha sido iluminado por la noche con los colores azul, rojo y blanco de la bandera norteamericana. Sin embargo, la reaccion hasta ahora es moderada. Los sondeos dan una respuesta muy favorable a la forma como el presidente est¨¢ respondiendo a la crisis y un 58% de americanos piensa que hay que negociar con los terroristas.
Pero no es s¨®lo la televisi¨®n quien provoca el paralelismo y reaviva el s¨ªndrome de Ir¨¢n, el episodio m¨¢s negro de la pol¨ªtica exterior norteamericana desde la guerra de Vietnam. El propio Reagan, al reconocer, como hizo en la madrugada del mi¨¦rcoles en una conferencia de prensa televisada, que est¨¢ "m¨¢s frustrado que nadie y que se da contra las paredes" de impotencia, se sit¨²a en la misma posici¨®n que Carter. El mismo presidente que el d¨ªa que tom¨® posesi¨®n, en enero de 1981, prometi¨® a sus compatriotas que en el futuro el terrorismo tendr¨ªa una respuesta inmediata y precisa" reconoce ahora que no tiene en sus manos ninguna acci¨®n de fuerza viable. Carter, con quien Reagan se ceb¨® en el pasado por su incapacidad para actuar en la crisis iran¨ª, le envi¨® el viernes un telegrama de aliento y pidi¨® al pueblo americano todo el apoyo para el jefe del Estado.
"Ellos, los terroristas, tienen todas las cartas", dijo el presidente al pa¨ªs el martes por la noche. Reagan, que tiene bajo su mando una extensa red de agencias de espionaje, tuvo que explicar a los
El nuevo 's¨ªndrome Ir¨¢n'
ciudadanos que "es una tarea pr¨¢cticamente imposible" localizar a los secuestradores y que tampoco sabe con precisi¨®n en manos de qui¨¦n est¨¢n. Tampoco parece capaz Estados Unidos de presionar a Israel, un aliado al que el presupuesto americano est¨¢ alimentando econ¨®mica y militarmente, para que acceda a un canje de prisioneros. La pol¨ªtica antiterrorista de esta Administraci¨®n, enunciada por el secretario de Estado, George Shultz, que dijo que "ya no podemos seguir siendo el Hamlet de las naciones" y prometi¨® respuestas militares contra los terroristas, aunque mueran algunos inocentes, ha saltado hecha a?icos con esta crisis.Reagan, abrumado por la muerte de cuatro marines en El Salvador con el secuestro todav¨ªa sin resolver, volvi¨® esta semana a utilizar las grandes frases afirmando que "esto no puede continuar y que Estados Unidos ya ha alcanzado los l¨ªmites" de su paciencia. Pero la ¨²nica respuesta dada hasta ahora por el presidente ha sido recomendar que no se vuele al aeropuerto de Atenas e internacionalizar el problema, solicitando ayuda a los aliados contra "este ataque a toda la civilizaci¨®n occidental".
Cautela ante la intervenci¨®n
No se descarta una represalia posterior al desenlace de la crisis, pero el director del Bur¨® Federal de Investigaci¨®n norteamericano (FBI), William Webster, ha explicado que "si perdemos la calma podemos hacer cosas que lamentaremos durante mil a?os". Webster explic¨® que los terroristas isl¨¢micos poseen ya en el interior de EE UU un "aparato suficiente para tomar alg¨²n tipo de represalia" si este pa¨ªs hace algo en Oriente Pr¨®ximo. El propio jefe del Pent¨¢gono, Caspar Weinberger, es muy reacio ante la idea de respuestas militares al terrorismo.
La fama de eficacia del presidente y su pol¨ªtica de rearme de la confianza de Am¨¦rica en s¨ª misma est¨¢n en juego en esta crisis. "Ahora no estamos en la situaci¨®n de Carter", dijo un consejero de la Casa Blanca. "Todav¨ªa no hay p¨¢nico, pero nos damos cuenta de que este asunto debe ser solucionado r¨¢pidamente". "Ninguna cantidad de ret¨®rica", ha afirmado The Washington Post, "disfrazar¨¢ el mensaje de debilidad que se proyecta por los sucesivos actos de terrorismo contra los norteamericanos en el extranjero".
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