Carta abierta al se?or ministro del Interior
Como consecuencia de una acci¨®n policial contra un joven que se encontraba a su lado, Luis Miguel Alonso intervino tratando de interesarse por los motivos de la detenci¨®n de dicha persona. Sin ninguna explicaci¨®n, fue a su vez detenido y esposado por otro polic¨ªa nacional y conducido junto al otro joven al aparcamiento subterr¨¢neo de unos grandes almacenes pr¨®ximos al lugar.Durante la conducci¨®n, Luis Miguel Alonso solicit¨® de manera correcta que se le aflojase la manilla de la esposa porque estaba muy apretada, y por toda respuesta el polic¨ªa nacional que le conduc¨ªa la aprision¨® varios pasos m¨¢s, cerr¨¢ndola con fuerza sobre la mu?eca izquierda.
Mientras permaneci¨® en el aparcamiento en compa?¨ªa de la otra persona detenida y de unos cuatro o cinco polic¨ªas, ambos fueron golpeados levemente con pu?os y porras, golpes que iban acompa?ados de comentarios despectivos hacia sus personas. Posteriormente, fueron recogidos por un furg¨®n policial y conducidos a la Comisar¨ªa del Distrito Centro, situada en la calle de la Luna. La llegada a esa comisar¨ªa se produjo sobre las 12.30, unos 20 minutos despu¨¦s de la detenci¨®n, donde se les traslad¨® a las dependencias contiguas a los calabozos.
20 minutos desde la llegada, el joven detenido junto a Alonso fue requerido por varios polic¨ªas nacionales para que les acompa?ase, regresando a los 10 minutos visiblemente congestionado y con marcas rojizas en el rostro, comunicando a Luis Miguel Alonso que le hab¨ªan hecho desnudar y que hab¨ªa sido golpeado con porras y manos. Instantes despu¨¦s fue requerido a su vez Alonso por los mismos agentes -cinco o seis-, que le condujeron a la rampa de bajada del garaje de la comisar¨ªa, y antes de llegar a la ¨²ltima planta le ordenaron detenerse junto a un veh¨ªculo aparcado, indic¨¢ndole que dejara toda la ropa sobre el cap¨® del mismo. Una vez desnudo, uno de los polic¨ªas le orden¨® que hiciera flexiones hasta que ¨¦l le dijera basta. En este momento, Luis Miguel Alonso se identific¨® como vicesecretario de la Asociaci¨®n Pro Derechos Humanos y le manifest¨® que no iba a hacer ninguna flexi¨®n. Ante esta actitud fue conminado a volverse hacia la pared, repitiendo el polic¨ªa la misma orden, a la que volvi¨® a negarse. Tras unos instantes de vacilaci¨®n, uno de los polic¨ªas -cabo- le indic¨® que se vistiese sin haber registrado la ropa que hab¨ªa depositado sobre el coche.
El se?or Alonso solicit¨® hacer una llamada telef¨®nica a su abogado, Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano, para comunicarle su situaci¨®n. Un polic¨ªa que se atribuy¨® el papel de int¨¦rprete de la Constituci¨®n y de la ley, no sabemos si por iniciativa propia o por instrucciones recibidas, manifest¨® reiteradamente que para esa diligencia hab¨ªa tiempo, ya que dispon¨ªa de 72 horas. Finalmente, el se?or Alonso pudo hablar con su abogado que se present¨® sobre las tres de la tarde. La espera estuvo salpicada por comentarios de los polic¨ªas nacionales que custodiaban los calabozos, en tono jocoso, sobre las excelencias del sistema democr¨¢tico y de los derechos de los ciudadanos.
Nos limitamos a narrar lo sucedido para que pueda ser valorado por los que lean estas l¨ªneas. No tratamos, se?or ministro, de imponer a nuestros conciudadanos, aunque desempe?en funciones p¨²blicas, la adhesi¨®n inquebrantable a un sistema pol¨ªtico determinado, tentaci¨®n m¨¢s propia de otras ¨¦pocas que de un r¨¦gimen de libertades.
Pero las reminiscencias del pasado no se acaban aqu¨ª. El ciudadano detenido junto a nuestro compa?ero de Junta Directiva decidi¨® presentar una denuncia por los malos tratos recibidos, actitud que fue respondida inmediatamente por la polic¨ªa con el usual atestado imputando a ambos la participaci¨®n en piquetes de huelga, resistencia e insultos a la Polic¨ªa Nacional. En nuestros informes anuales hemos hecho referencia a las pr¨¢cticas policiales irregulares, y lamentablemente nos encontramos ante la constataci¨®n directa de los m¨¦todos que ya denunci¨¢bamos en la p¨¢gina 26 del informe de 1984.
Esperamos que este incidente, cuyas consecuencias fisicas para el se?or Alonso no han pasado de una huella en la mu?eca izquierda, nos haga reflexionar a todos sobre la necesidad de corregir determinados h¨¢bitos policiales, incompatibles con una sociedad democr¨¢tica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Cuerpo Superior Polic¨ªa
- Opini¨®n
- II Legislatura Espa?a
- Ministerio del Interior
- Piquetes
- Gobierno de Espa?a
- Tortura
- Cuerpo Nacional Polic¨ªa
- Incidentes
- PSOE
- Huelgas generales
- Legislaturas pol¨ªticas
- Integridad personal
- Derechos humanos
- Huelgas
- Ministerios
- Conflictos laborales
- Polic¨ªa
- Partidos pol¨ªticos
- Relaciones laborales
- Fuerzas seguridad
- Sucesos
- Gobierno
- Administraci¨®n Estado
- Delitos