Gardel sigue vivo en la ciudad donde muri¨®
Una muy variada y amplia relaci¨®n de actos que se celebran durante esta semana en Medell¨ªn (Colombia) conmemora el 50? aniversario de la muerte de Carlos Gardel. En la ciudad donde el cantante argentino perdi¨® la vida su recuerdo ha sido alimentado por la nostalgia de forma tan peculiar que quiz¨¢ m¨¢s que en Buenos Aires siga siendo Gardel el protagonista de una forma de concebir la m¨²sica y la vida. De hecho, los actos que ahora se celebran no son m¨¢s que la explosi¨®n de un rito continuado que tom¨® cuerpo definitivo cuando el 24 de junio de 1935 la muerte del cantante a?adi¨® a Medell¨ªn adjetivos de mito.
Bares y rincones que le recuerdan, 13 programas radiof¨®nicos dedicados cada d¨ªa al tango, estatuas, fotos, pel¨ªculas, concursos, revistas y calles con el nombre de Gardel han conformado en este sentido los atributos de Medell¨ªn. En las zonas obreras o en la universitaria el tango ha mantenido su vigencia por encima de la salsa o el rock, paralizando el tiempo en un anacronismo extra?o. Hablar de Gardel en Medell¨ªn no es algo que pueda hacerse sin respeto.Los soci¨®logos colombianos han elaborado distintos estudios sobre este fen¨®meno. Que Medell¨ªn fuera, como la misma Buenos Aires, una ciudad de emigrantes obreros agigantada por encima de la l¨®gica, punto de desarraigos y nostalgias, es un dato explicativo com¨²n que algunos complementan con el de la fascinaci¨®n por el f¨²tbol argentino, que se vive como propio. Si las letras de los tangos hacen frecuente referencia a la madre, al amor frustrado, la distancia y el olvido, y el tango, como dice Disc¨¦polo, "es un sentimiento triste que se baila", el terreno abonado de un mundo emigrante transform¨® ese quejido en "el poema sobre tu propia vida escrito por otro en alguna parte".
El barrio de Manrique, en Medell¨ªn es la reproducci¨®n del Buenos Aires tanguero que pudo vivir Gardel. Hacienda de gente humilde, su iconograf¨ªa es casi un mausoleo viviente que no parece ser de nuestros d¨ªas.
"Habr¨ªa que canonizarlo", es capaz de decir uno de los m¨¢s afamados especialistas en tangos de la ciudad, justificando su entusiasmo con la realidad milagrera de cantante. "A m¨ª me cur¨® de una enfermedad incurable", y como prueba de esa devoci¨®n algunos de los bares de Manrique m¨¢s parecen altares que lugares de ocio Suena Gardel como canto religioso enriquecido por la constante preservaci¨®n de su memoria a la que dedican su vida los casi sacerdotes del mito. La muy antigua utilizaci¨®n del vos argentino en las ex presiones coloquiales no ser¨ªa m¨¢s que una de las formas de acordonarse umbilicalmente a la lejana tierra del cantante muerto.
Tributo de admiraci¨®n
Toda Colombia se ha volcado en el homenaje y las notas del tango presiden las emisoras de radio, las im¨¢genes de la televisi¨®n, los suplementos extraordinarios de los peri¨®dicos. Medell¨ªn ha sido el obligado lugar de encuentro donde intelectuales, especialistas, cantantes y pol¨ªticos han robado a la ciudad su continuo tributo de admiraci¨®n. Todos en el barrio de Manrique han roto la apasionada monoton¨ªa de esos obreros colgados de un pasado que para ellos tiene el rigor de la verdad que nadie como Gardel supo cantarles. Pero pasar¨¢ esta semana y la devota militancia tanguera quedar¨¢ de nuevo refugiada en las calles de la ciudad. Sus habitantes, art¨ªfices de una nostalgia interpuesta, seguir¨¢n so?ando con un pa¨ªs, una ¨¦poca y un hombre que nadie puede turbarles.
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