Rosa Dur¨¢n, 'bailaora' de raza

Y brillaron los metales antiguos. Antiguos porque Rosa Dur¨¢n y Rafael Romero son artistas de un arte rancio y enjundioso, del que ya va quedando poco, y Perico del Lunar hace el toque de su padre, caracter¨ªstico de una ¨¦poca tambi¨¦n periclitada. Verlos a los tres juntos, supervivientes de aquel inolvidable Cuadro Grande del tablao Zambra, produce emociones singulares.Rosa Dur¨¢n es una bailaora de raza, y se le nota, pese a que lleva ya bastantes a?os retirada de actuaciones p¨²blicas. Muy de cuando en cuando es posible verla de nuevo as¨ª, en alguna actuaci¨®n especial, y entonces la nostalgia nos embarga irremediablemente.

Rosa Dur¨¢n sigue siendo aquella bailaora que armonizaba con rara perfecci¨®n todo lo que cuenta en el baile flamenco: un ritmo preciso y atemperado en los pies, la composici¨®n de la figura que se quiebra en la cintura para darnos hacia arriba una suma de la m¨¢s bella estampa bailaora, los brazos incre¨ªbles, las manos hasta ese subrayado enormemente expresivo de los pitos.

Por C¨¢diz, por peteneras, en el zapateado, el di¨¢logo del baile de Rosa con la guitarra de Perico del Lunar fue de belleza fastuosa, que el p¨²blico supo agradecer. Es cierto que Rosa no baila con la fuerza de hace treinta a?os, cuando ganara el Premio del Teatro de las Naciones, de Par¨ªs, pero le queda la sabidur¨ªa, la inmarchitable perennidad de las esencias.

Sabidur¨ªa es tambi¨¦n Rafael Romero. Declinan sus facultades, y se le nota en ese recurso poco ortodoxo de levantarse de la silla para rematar los cantes, pero le queda su gran conocimiento de los estilos en su m¨¢xima pureza. Perico dio otro recital del buen toque flamenco, y Amador puso al baile de Rosa el contrapunto adecuado de un cante eficaz.