La revoluci¨®n filmada
La batalla de Argel es uno de los t¨ªtulos m¨ªticos de los a?os sesenta, una cinta paradigm¨¢tica de una tendencia contempor¨¢nea consistente en hablar de forma directa de los problemas pol¨ªticos, de manera que el debate ideol¨®gico pase a un primer plano. Su autor, Gillo Pontocorvo, italiano que despu¨¦s se har¨ªa famoso en Espa?a con Queimada, una cinta de aventuras que pretend¨ªa compaginar su mensaje progresista y su reflexi¨®n transhist¨®rica.En La batalla de Argel hay a¨²n un prurito de austeridad, con fotograf¨ªa en blanco y negro. Cuando en 1966 fue premiada en Venecia, el jurado dijo que hab¨ªa sido "realizada con coraje y expresada con vigor". La f¨®rmula era acertada, m¨¢s que por lo que pueda haber de compromiso, por el sistema de rodaje.
'La batalla de Argel' se emite a las 19
30, por TVE-2, dentro del espacio 'La clave'.
La batalla de Argel es una producci¨®n argelina, rodada en decorados naturales y sin actores profesionales. Muchas de las secuencias fueron reconstruidas en los lugares donde hab¨ªan ocurrido poco antes. La acci¨®n se sit¨²a entre 1954 y 1960 y es una glosa a la valent¨ªa del FLN y una mirada relativamente respetuosa para los colonizadores. Pontecorvo pone ¨¦nfasis en mostrar los peligros de la violencia, en no distinguir entre las bombas de derechas y de izquierdas: los dos bandos matan, hieren a inocentes. Pero las simpat¨ªas del filme est¨¢n todas del lado de la revoluci¨®n popular. Los rostros de actores no profesionales son captados con cari?o.
La batalla de Argel tard¨® mucho tiempo en poder ser estrenada en Espa?a, pues nuestra censura se solidariz¨® con la francesa, que consideraba que generales como Massu sal¨ªan mal parados. Y as¨ª, para no molestar a nuestros vecinos franceses -una excusa peregrina que olvidaba "los tradicionales lazos de buena amistad que nos unen al mundo musulm¨¢n"- La batalla de Argel qued¨® retenida durante largo tiempo, produci¨¦ndose su estreno fuera de ¨¦poca, cuando el modelo de socialismo argelino ya no estaba en el centro de debate alguno, cuando Ben Bella era ya prisionero de las conveniencias.
El cine pol¨ªtico muy a menudo ten¨ªa m¨¢s valor por las discusiones suscitadas que por las obras mismas. Puede que visto ahora este relato anticolonial haya quedado un poco desfasado y ciertas soluciones narrativas resultan ingenuas. Nunca los puristas sintieron gran aprecio por operaciones como ¨¦sta porque ellos conced¨ªan mayor autonom¨ªa expresiva al cine y no les gustaba que la valoraci¨®n de las obras dependiera de su filiaci¨®n.
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