La fascinaci¨®n del transgresor

La totalidad de las canciones de su nuevo disco (Nudo. Ariola, I 207230), algunas del anterior y una sucinta selecci¨®n de temas antiguos completan el programa que presenta Luis Eduardo Aute en sus recitales de este verano. Un p¨²blico expectante y atento que llenaba la plaza de toros de Segovia oblig¨® al cantante a alargar el recital a tres horas con la petici¨®n de repetidos bises.Si en la actualidad cada recital y muy especialmente los de los cantantes de ¨¦xito, se ha convertido en algo m¨¢s que una simple su cesi¨®n de canciones para convertirse en un espect¨¢culo en el que entran en juego variados elementos escenogr¨¢ficos, Aute ha encontrado para sus presentaciones en directo una soluci¨®n tan sencilla como ingeniosa.

La simple utilizaci¨®n de unas enormes persianas blancas metafizadas, un juego de luces atinado y un decorado del mismo color, estructurado en diferentes niveles, le sirven para construir un espacio esc¨¦nico de singular claridad y nitidez en el que las canciones, cualquier cosa menos claras y n¨ªtidas, encuentran el ambiente apropiado para revelar su atractiva opacidad. Completa el espect¨¢culo un audiovisual, creado sobre cuadros del propio cantante, que abre cada una de las dos partes del recital.

El p¨²blico, entre el que se encontraba una mayor¨ªa de gente muy joven, sigui¨® con premeditada atenci¨®n unas canciones en las que destaca la complejidad de su mensaje y la estructura literaria. Canciones laber¨ªnticas como Vailima o la reciente Quinta del sordo; reflexiones puramente conceptuales como De paso; elipsis casi cinematogr¨¢ficas, Pasa un avi¨®n; cr¨®nicas cotidianas como Mira que eres canalla y Las cuatro y diez; calurosas proclamas er¨®ticas como No te desnudes todav¨ªa, Como en Tahit¨ª o El universo; y reivindicaciones de la duda como gu¨ªa vital, Laberinto de tinieblas y Dudando en la tarde, son seguidas con la atenci¨®n de quien descubre en ellas los insondables misterios de lo desconocido, de lo que est¨¢ m¨¢s all¨¢ de la vida aparentemente feliz y segura de todos los d¨ªas.

Hay en las canciones de Aute un enfrentamiento dial¨¦ctico entre los textos, nunca f¨¢ciles y rara vez lineales, y las melod¨ªas, singularmente n¨ªtidas y pegadizas. Si son ¨¦stas -y la misma presencia del cantante sobre el escenario- lo que mueve a la fascinaci¨®n instant¨¢nea y a la identificaci¨®n del p¨²blico con el artista hasta confluir en el ¨¦xito, es el mundo sofisticado, tortuoso y transgresor que expresan los textos lo que acent¨²a esa fascinaci¨®n.

Son canciones que abren ante el espectador una experiencia vital que va m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de su propia experiencia, una llamada a la aventura -no s¨®lo fisica, aunque tambi¨¦n- y al placer de lo prohibido, tantas veces presentido pero tan pocas disfrutado, subvirtiendo los valores m¨¢s reconocidos de la moral tradicional.

El p¨²blico lo sabe e interpreta las claves que le ofrecen sumergi¨¦ndose en las sugerencias de las canciones con apasionamiento y calor. Aunque al principio de la gira veraniega todav¨ªa quedan peque?os detalles por pulir del espect¨¢culo, esto no constituy¨® un problema para que la comunicaci¨®n se diera intensamente, entrando en el juego de m¨²ltiples sentidos que propone el cantante hasta agotarlo por completo.