La revoluci¨®n sandinista cinco a?os despu¨¦s / y 3
La situaci¨®n de los derechos humanos en Nicaragua, seg¨²n se?ala el autor de este trabajo, es comparable a la que exist¨ªa en Estados Unidos en los a?os sesenta con relaci¨®n a los negros y sus aliados blancos. Por ¨²ltimo, el autor describe la influencia de la religi¨®n cat¨®lica en el pa¨ªs y la situaci¨®n de un clero dividido entre partidarios y adversarios del sandinismo, que por su parte respeta y colabora en las actividades relacionadas con la educaci¨®n y asistencia sanitaria de la Iglesia.
Como antiguo miembro de Amnist¨ªa Internacional y veterano del movimiento por los derechos civiles en EE UU, yo estaba particularmente interesado por la situaci¨®n de los derechos humanos en Nicaragua. Tuve la posibilidad de leer una cantidad de demandas de detenidos, pendientes ante el Tribunal de Apelaciones de Managua, y de discutirlas con el juez que las estaba estudiando. Tambi¨¦n tuve la oportunidad de conversar con un abogado conservador que representaba a las familias de varios detenidos, acusados de actividades contrarrevolucionarias.Hablar¨¦ primero de los documentos del Tribunal de Apelaciones: hab¨ªan tomado la forma de cuestionarios llenados por los detenidos. Todos ellos contestaban que recib¨ªan paquetes y visitas familiares, que pod¨ªan consultar abogados y, en la mayor¨ªa de los casos, que recib¨ªan atenci¨®n m¨¦dica cuando era necesario. Las quejas eran sobre la comida, la falta de agua e higiene, el amontonamiento en celdas calientes y galer¨ªas, la ventilaci¨®n pobre, las amenazas verbales, los d¨ªas pasados en aislamiento y los malos tratos, tales como recibir patadas o pu?etazos de los guardias o tener las mu?ecas atadas juntas con un alambre (por falta de esposas). Ninguno de ellos declar¨® que estaba preso por ideas pol¨ªticas o religiosas.
El juez que estaba evaluando los cuestionarios pensaba que muchas de las quejas espec¨ªficas eran ciertas, pero tambi¨¦n que estos hombres estaban presos por una actividad contrarrevolucionaria real y no como presos de conciencia.
El abogado conservador, que tambi¨¦n era diputado en la Asamblea Nacional, comenz¨® nuestra conversaci¨®n diciendo que hay 3.000 apelaciones pendientes de sentencia tanto en los tribunales regulares como en los tribunales populares antisomocistas, y que s¨®lo seis personas hab¨ªan sido liberadas hasta ahora. Hizo un gesto hacia su sala de espera, donde una docena de mujeres esperaba las novedades sobre los paraderos de sus hijos o maridos.
Nadie sabe cu¨¢ntos detenidos hay, dijo, o d¨®nde est¨¢n, y las familias van de una prisi¨®n a otra en busca de sus miembros faltantes, presumiblemente detenidos. Me describi¨® su propio arresto por presunta corrupci¨®n. No hab¨ªa cargos espec¨ªficos ni ninguna evidencia. En repetidos interrogatorios se le pregunt¨® si conoc¨ªa a Ed¨¦n Pastora, si conoc¨ªa a Arturo Cruz, etc¨¦tera. Por supuesto que los conoc¨ªa, contest¨®, hab¨ªan sido amigos durante a?os. Despu¨¦s de cuatro inc¨®modos d¨ªas fue puesto en libertad. Pero, conclu¨ªa, ?cu¨¢l supone usted que puede ser la suerte de una persona desconocida, no abogado, arrestado e intimidado en esa forma sobre sus relaciones personales? Le pregunt¨¦ espec¨ªficamente sobre malos tratos y tortura sistem¨¢tica.
Su respuesta fue que hab¨ªa muchos malos tratos y considerable tortura psicol¨®gica. Si los documentos que vi y las cosas que me dijeron son aproximadamente ciertas para el conjunto del pa¨ªs, yo dir¨ªa que la situaci¨®n de los derechos humanos se parece a la que exist¨ªa para los negros y sus aliados blancos en las c¨¢rceles de Estados Unidos durante los sesenta: malas condiciones f¨ªsicas, espor¨¢dicos malos tratos aplicados por los guardias individualmente, tortura psicol¨®gica, todo tipo de confusiones procesales, demoras y falsos arrestos.
Un aspecto final de la vida nicarag¨¹ense que deseaba conocer era la relaci¨®n entre las Iglesias y el r¨¦gimen sandinista. La gran mayor¨ªa de los dos millones y medio de nicarag¨¹enses que viven en las provincias pac¨ªficas es cat¨®lica practicante. En la costa atl¨¢ntica y en la apenas habitada Zelaya, los aproximadamente 150.000 habitantes est¨¢n divididos de forma pareja entre las Iglesias cat¨®lica y morava. Como en todos los pa¨ªses pobres, los sacerdotes desempe?an un importante papel como maestros, asesores de la comunidad, trabajadores de la salud y consejeros psicol¨®gicos generales.
Conflicto con la Iglesia
Esto signific¨®, inevitablemente, que los sacerdotes y los ministros sintieran minadas sus funciones tradicionales por la llegada de escuelas p¨²blicas y maestros, m¨¦dicos, enfermeras y funcionarios del Gobierno haciendo pros¨¦litos con las ideas pol¨ªticas y filos¨®ficas sandinistas. Algunos de los conflictos con los miskitos pod¨ªan haber sido evitados si los sandinistas hubieran podido establecer relaciones de confianza con los sacerdotes y los ministros locales cuando tomaron el poder en 1979. Pero en general, y especialmente en las provincias del Pac¨ªfico, no hab¨ªa un conflicto institucional directo o doctrinario con la Iglesia.
Un gran n¨²mero de sandinistas, en todos los niveles del movimiento, son cat¨®licos practicantes. Apenas la mitad del clero del pa¨ªs simpatiza con el r¨¦gimen, por la simple raz¨®n de que es el primer Gobierno en la historia de Nicaragua que est¨¢ activamente preocupado por la situaci¨®n de la mayor¨ªa pobre. El Gobierno subsidia y coopera con las escuelas cat¨®licas y los hospitales. No amenaza con reemplazarlas. No interfiere con los s¨ªmbolos y los servicios religiosos en esas instituciones.
El clero de sentimientos sandinistas a vece pudo atenuar los conflictos entre las fuerzas pro y antisandinistas en las monta?as del Norte, donde los soldados sandinistas y los contra dominan los pueblos vecinos y donde los campesinos del lugar, en virtud de las circunstancias, se ven obligados a tratar con ambas fuerzas. Un sacerdote jesuita me cont¨® la historia de un compa?ero tambi¨¦n jesuita que hab¨ªa sido secuestrado por los contra cerca de la frontera hondure?a. Sus captores lo trataron con respeto, y quer¨ªan saber c¨®mo un sacerdote como ¨¦l pod¨ªa servir a los marxistas ateos. En muchas largas discusiones, ¨¦l insisti¨® en que muchos sandinistas eran tan cat¨®licos como cualquier contra. Finalmente se le permiti¨® oficiar misa en el pueblo, y a la misa asistieron los pobladores, un grupo de contra uniformados y un grupo de milicianos sandinistas.
Varios sacerdotes con los que habl¨¦ se sent¨ªan desanimados por el hecho, tal como ellos lo expon¨ªan, de que el papa Juan Pablo II est¨¢ convencido de que la situaci¨®n de Nicaragua es exactamente igual a la de Europa del Este en 1945, y entonces se opone ciegamente al r¨¦gimen sandinista. Ese posible paralelo est¨¢ en la mente de mucha gente, y yo har¨ªa el siguiente comentario.
Los sandinistas han estado en el poder durante casi seis a?os. En los primeros seis a?os de existencia de Bulgaria, Ruman¨ªa, Hungr¨ªa y Checoslovaquia dominadas por los sovi¨¦ticos, los partidos de oposici¨®n fueron destruidos fisicamente; la Prensa fue completamente amordazada; las Iglesias fueron despreciadas, cuando no activamente perseguidas, y las purgas sangrientas basadas en acusaciones fant¨¢sticas diezmaron los partidos comunistas nacionales.
En Nicaragua no hubo purgas sangrientas ni ataques a la religi¨®n, y el espectro de los partidos pol¨ªticos y de la cr¨ªtica pol¨ªtica es tan amplio como en la mayor¨ªa de las democracias occidentales. Es desafortunado, por cierto, que las dos figuras internacionales m¨¢s poderosas en la vida de Nicaragua, el presidente Reagan y el papa Juan Pablo II, no puedan o no quieran leer la clara evidencia.
Gente de hablar dulce
Me gustar¨ªa terminar con unas pocas observaciones sobre el tono y la forma de vida en la Nicaragua revolucionaria, recordando al lector que la mayor parte de mi tiempo transcurri¨® en la ciudad capital de Managua. Los nicarag¨¹enses son gente no histri¨®nica, de hablar dulce. Los ni?os que vi en preescolar eran sonrientes y juguetones, pero no ruidosos, y no hab¨ªa empujones ni golpes.
En las clases de matem¨¢ticas y de espa?ol, los adolescentes susurraban entre s¨ª, pero los maestros nunca ten¨ªan necesidad de levantar la voz para ser o¨ªdos, y la atm¨®sfera era amable, incluso entre el sector de estudiantes no especialmente atentos a la lecci¨®n. Caminando una tarde por las calles de Masatepe vi muchas pantallas de televisi¨®n a trav¨¦s de las puertas y las ventanas abiertas, pero el volumen era tan bajo que apenas escuchaba el sonido. Vi montones de perros, pero escuch¨¦ muy pocos ladridos, ya que los perros son imitadores naturales de sus amos humanos.
Asist¨ª a un amplio mitin pol¨ªtico, en el cual Tom¨¢s Borge se dirig¨ªa a los Comit¨¦s de Defensa Sandinista y criticaba lo poco adecuado de buena parte del trabajo voluntario vecinal. Familias con ni?os peque?os paseaban por la plaza. Soldados uniformados y adolescentes no uniformados compraban tacos, bebidas de frutas y platos de pollo en los puestos, y se paseaban mientras com¨ªan. No hab¨ªa nada que se pareciera a la disciplina militar, no hab¨ªa ruidos o disturbios. Todas las actividades informales eran lo suficientemente silenciosas como para que no molestaran a los que estaban escuchando atentamente el discurso.
Lo que me impact¨® como revolucionario en la conducta de la gente fue la total falta de servilismo. Viviendo en una sociedad pol¨ªticamente democr¨¢tica, pero tambi¨¦n altamente competitiva, con conciencia de status y emocionalmente represiva, nos hemos acostumbrado al miedo, a las inhibiciones, a las sonrisas artificiales, a los ansiosos esfuerzos de gustar que son caracter¨ªsticos de la mayor¨ªa de nuestros inseguros conciudadanos. En Managua yo sent¨ª que la gente actuaba realmente como si todos los hombres fueran libres e iguales. Los conductores de autob¨²s, los empleados, los camareros eran amistosos y colaboradores, pero hac¨ªan las cosas en su propio tempo, en su propio estilo, sin gestos o palabras serviles de ning¨²n tipo.
Tambi¨¦n me pareci¨® que la gente est¨¢, simult¨¢neamente, cansada y decidida a defender la revoluci¨®n sandinista. Cinco a?os es mucho tiempo para vivir con inflaci¨®n, escasez y amenazas de intervenci¨®n militar, especialmente cuando no hay final a la vista. Hay mucha confusi¨®n sobre c¨®mo tiene que funcionar la econom¨ªa mixta y sobre c¨®mo codificar los procedimientos pol¨ªticos democr¨¢ticos en una Constituci¨®n para un eventual tiempo de paz. Pero no hay duda sobre el rechazo al represivo pasado somocista. No hay duda de que en materia de salud, educaci¨®n, posibilidad de cultivar unos cuantos acres de tierra y construir una sencilla casa, este Gobierno, liberado de las r¨ªgidas jerarqu¨ªas sociales del pasado, ha ofrecido una libertad efectiva a la masa de mestizos y de indios por primera vez desde el te¨®rico logro de la independencia en 1820.
No hay duda de que el ejemplo del general Sandino tiene para los nicarag¨¹enses toda la fuerza moral, como la tuvo el ejemplo de Benito Ju¨¢rez para los mexicanos o de Abraham Lincoln para los ciudadanos de Estados Unidos. El eventual grado de pluralismo y el desarrollo de una econom¨ªa viable depender¨¢n del grado hasta el cual Estados Unidos pueda tolerar una verdadera revoluci¨®n democr¨¢tica en Centroam¨¦rica y del grado hasta el cual tanto Europa occidental como la Europa sovi¨¦tica proporcionen una m¨ªnima ayuda t¨¦cnicoecon¨®mica.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Nicaragua
- Opini¨®n
- Centroam¨¦rica
- Derechos humanos
- Revoluci¨®n Sandinista
- Personas desaparecidas
- Casos sin resolver
- Dictadura
- Revoluciones
- Latinoam¨¦rica
- Conflictos pol¨ªticos
- Gobierno
- Am¨¦rica
- Historia contempor¨¢nea
- Casos judiciales
- Administraci¨®n Estado
- Partidos pol¨ªticos
- Historia
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Justicia
- Sociedad