Vivir en paro
La optimista conclusi¨®n sobre el nivel de vida de los hogares bajo el signo del paro se debe, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica -editor de la encuesta y del falleto- , a la provisionalidad de la situaci¨®n de paro de estos puntales econ¨®micos familiares, a la incorporaci¨®n al trabajo de otros miembros de la familia e "incluso una diversidad de origen de rentas, entre las que cabe destacar por su importancia el subsidio de desempleo".A este superparado (de ¨¦l depende una familia y suele provocar el paro de sus hijos, que de otro modo estar¨ªan, estudiando y no buscando vanamente un trabajo) se une el subempleo que sufren otros 226.180 cabezas familiares, de cuyos mermados ingresos (trabajan menos de un tercio de la jornada) dependen 525.877 personas. Las comparaciones siguientes se dar¨¢n s¨®lo entre el cabeza de familia parado y el que trabaja m¨¢s de un tercio de la jornada. Los datos de la encuesta, realizada entre 1980-1981, de haber sufrido una variaci¨®n, sin duda ha sido a peor.
Seg¨²n esta encuesta, un 53,2% de los cabezas familiares parados llevaba buscando trabajo menos de un a?o, y un 45,8% hace un a?o ten¨ªa empleo. De esto deducen los encuestadores lo fluctuante de tal situaci¨®n.
Como las desgracias nunca vienen solas, la encuesta se?ala que los parados suelen ser m¨¢s prol¨ªficos. El tama?o medio de estas familias es de 4,3 personas, frente al 4,1 de aquellas cuyo sustentador trabaja. Estas diferencias se acrecientan para las familias de m¨¢s de seis miembros, m¨¢s de un quinto (20,10%) de las cuales corresponden a un padre parado, en tanto que sobre los padres activos s¨®lo recae un 16,92% de ellas.
El nivel de formaci¨®n del sustentador principal es determinante: los hogares donde ¨¦ste carece de estudios o es analfabeto son los que acaparan el mayor volumen deparo. Son legi¨®n igualmente los cabezas de familia que pese a contar con formaci¨®n profesional sufren el desempleo. Tal parece que el paro fuese contagioso: cuando el sustentador principal est¨¢ en paro su c¨®nyuge tiene m¨¢s dificultades para trabajar. Estos consortes se hallan tambi¨¦n en paro en un 3,3%, porcentaje que es tres veces inferior para los c¨®nyuges cuyo sustentador principal trabaja.
La cantidad de c¨®nyuges que se dedican a las labores del hogar (en torno al 79%) apenas var¨ªa en funci¨®n de que el cabeza trabaje o no. De ah¨ª se deduce que los c¨®nyuges de parado no parecen buscar trabajo con mayor af¨¢n que aquellos que gozan del amparo de un sustentador en activo. Esto cabe atribuirlo a dos factores: los c¨®nyuges de parados suelen tener a su cargo una mayor prole y un menor nivel de estudios, que s¨®lo les dar¨ªa opci¨®n a trabajos poco cualificados, que por a?adidura exigir¨ªan una retribuci¨®n para quien les sustituyera al frente de sus tareas dom¨¦sticas. Los hi os con edades entre 14 y 21 a?os de edad cuyo cabeza de familia econ¨®mico est¨¢ en paro son los que con m¨¢s ah¨ªnco buscan trabajo (29,2%, frente al 11,6%, cuyo afortunado padre o madre trabaja), Sin embargo lo disfrutan en menor proporci¨®n que aquellos cuyo padres est¨¢n empledos.
Alta desescolarizaci¨®n
Los hijos de parado o de mujer parada sufren una menor tasa de escolarizaci¨®n que los hijos de padres trabajadores, cuya desproporci¨®n aumenta a medida que crece la edad de los inuchachos. Del grupo de 6 a 13 a?os la menor tasa de escolarizaci¨®n (aunque sea del 96,9%) corresponde a padres parados, lo que es particulamente significativo dado que en esta etapa la ense?anza es obligatoria. Sin embargo, los hijos de padres parados con edades entre los 14 y 17 a?os estudian en una proporci¨®n inferior en casi un 25% que aquellos j¨®venes cuyo sustentador s¨ª trabaja.Esta desproporci¨®n se dobla para los j¨®venes de 18 a 24 a?os, cuya peor parte toca igualmente a los hijos del paro. ?stos, en su intento de buscar empleo y compensar el desempleo paterno, engrosan el paro juvenil, que en el segundo trimestre de este a?o, contando s¨®lo los que hab¨ªan trabajado ya antes, era de 858.200 muchachos. Esta espiral desempleo paterno-abandono escolar de los hijos impedir¨¢ a estos ¨²ltimos tener acceso a puestos bien retribuidos. El desempleo femenino se cifra en un 6,3%, dentro de una tasa de actividad que se mantiene en un 27%.
En lo referente al cap¨ªtulo de ingresos, el 45,8% de los cabezas familiares parados dijo haber tenido el a?o anterior ingresos por trabajo por cuenta ajena u otras fuentes; otro 42,2% dijo haber ingresado s¨®lo por el subsidio de desempleo; un 8,4% tuvo ingresos por cuenta propia o de otro tipo -nunca por cuenta ajena-; y un 2,8%, es decir, 13.588 padres, no tuvieron ingreso personal alguno. Estas cifras se realzan si se tiene en cuenta que de todos ellos dependen 1.593.082 personas, de las cuales un 79,5% no percibe ingresos de ning¨²n tipo.
Tambi¨¦n hay variaciones de ingresos seg¨²n el ¨¢rea geogr¨¢fica: los ingresos medios de las familias con el cabeza familiar econ¨®mico en paro.que habitan en Extremadura y Andaluc¨ªa fueron inferiores en un 24% y un 19% respectivamente a la media nacional de los hogares' en tal situaci¨®n, y muy por debajo de Arag¨®n, Catalu?a y Cantabria. El nivel de ingresos aumenta conforme al tama?o de la poblaci¨®n. As¨ª, las familias del paro de municipios menores de 2.000 habitantes ingresan un 30% menos que las que residen en ciudades de m¨¢s de 500.000 habitantes. Tambi¨¦n influye la edad: los padres desempleados entre 45 y 54 a?os ven ingresar en su hogar 1,5 veces m¨¢s que aquellos donde el sustentador tiene m¨¢s de 65 a?os, a lo que contribuyen no s¨®lo los ingresos del cabeza sino de los dem¨¢s miembros familiares.
53% menos de consumo
Los gastos medios anuales de los hogares del paro se sit¨²an en torno a las 691.673 pesetas, en tanto que esta cifra es de 1.027.276 para las familias cuyo sustentador principal trabaja. Estas diferencias se acrecientan si se considera que los parados tienen una mayor prole, por lo que cada miembro de estas familias consume un 53% menos que los hogares donde trabaja el cabeza. Las cifras declaradas de ingresos, en contradicci¨®n con dicho nivel de gastos, a¨²n alimentan tales diferencias.En el cap¨ªtulo del consumo de alimentos las mayores diferencias se observan en el consumo de carne y pescado, que las familias de parado compran un 24% y un 30% menos respectivamente, desproporci¨®n extensible a las frutas. Por el contrario, la cesta del parado contiene mayor cantidad de cereales, leche y derivados, huevos, az¨²cares, verduras y leguminosas. Estas diferencias de nutrici¨®n se traducen en un d¨¦ficit diario de dos miligramos de ¨¢cido f¨®lico, contenida en la carne de vaca y ternera, en acelgas y espinacas. Reciben a duras penas la dosis justa de magnesio y vitamina D, y les falta zinc.
Tambi¨¦n es m¨¢s reducido su gasto en servicios m¨¦dicos (0,1% menos), en esparcimiento, ense?anza y cultura (1,2% menos), y en vestido y calzado (0,7% menos). Los cabezas que trabajan se permiten unos gastos de ense?anza por estudiante de EGB o de BUP que casi triplican los que afrontan los padres parados.
Hogares peor dotados
En lo referente a la vivienda, los padres parados son en un 45%. propietarios de su vivienda, proporci¨®n inferior a los dem¨¢s conjuntos. Particularmente dram¨¢tica es la situaci¨®n de ese 21 % de familias que por tener acceso a la propiedad deben realizar un importante volumen de pagos, que mal se conjugan con el desempleo de su sustentador. Tampoco es f¨¢cil para ese 27% de familias que, bajo igual lacra, debe afrontar el pago de alquiler. Obviamente, apenas disfrutan de viviendas cedidas gratuitamente, por ser anejas a trabajos (militares, porteros, guardas, etc¨¦tera). Los hogares del paro se encuentran ligeramente peor dotados que los de trabajadores y s¨®lo carecen en mayor medida de tel¨¦fono y garaje.
El 91 % de estos hogares tiene frigor¨ªfico; un 58% tiene lavadora autom¨¢tica; un 15,2% dispone de televisi¨®n en color (80% en blanco y negro) y un 42,5 % posee autom¨®vil o motocicleta (20,3%). Porcentualmente est¨¢n m¨¢s dotados de los bienes ya sustituidos en otros hogares, como es el televisor en blanco y negro y la motocicleta o bicicleta como veh¨ªculos de transporte. Las mayores carencias de los hogares del paro se dan en lo referente a aspirador, tocadiscos o equipo de filmaci¨®n. El estigma del paro no parece influir decisivamente, seg¨²n la encuesta, en la forma de adquirir los bienes de equipamiento, aunque las familias que est¨¢n bajo tal circunstancia optan en mayor proporci¨®n por la compra a plazos.
S¨®lo en lo referente a adquisici¨®n de electrodom¨¦sticos se aprecia un ostensible mayor nivel de endeudamiento por estas familias con respecto a otros colectivos.
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