Victoria a los puntos de Mugabe
LOS RESULTADOS de las elecciones de Zimbabue anunciados ayer en la capital de la antigua Rhodesia, harare, tras una votaci¨®n en dos fases, una para la poblaci¨®n blanca, y una segunda, que tuvo que ser prolongada durante dos d¨ªas, para la negra, no pueden ser juzgados por los par¨¢metros que se aplican a los comicios celebrados en las democracias occidentales. Si se aplicaran esos criterios, la conclusi¨®n ser¨ªa sencilla, demasiado simple para comprender la siempre complicada pol¨ªtica africana, inserta, en el caso de Zimbabue, en el contexto m¨¢s amplio de los problemas del ¨¢frica austral.Aparentemente, el partido del primer ministro, Robert Mugabe, la Uni¨®n Nacional Africana de ZimbabueFrente Patri¨®tico, conocido por las siglas ZANU-PF, ha barrido en las elecciones. De los 80 esca?os reservados a los negros en la Constituci¨®n vigente elaborada tras las laboriosas conversaciones de Lancaster House celebradas en Londres en 1979, que condujeron a la independencia a la colonia brit¨¢nica con el nuevo nombre de Zimbabue, 15 a?os despu¨¦s de que el l¨ªder racista Ian Smith proclamara una primera separaci¨®n de la metr¨®poli en nombre de la minor¨ªa blanca, el ZANU-PF ha conseguido un total de 63.
El ZAPU de Joshua Nkomo, "el padre del nacionalismo" de Zimbabue y l¨ªder de la lucha por la independencia junto a Mugabe, ha obtenido 15, el partido del reverendo Ndabaningi Sithole, exiliado en Londres, ha dado la sorpresa al capturar un esca?o, y en un distrito electoral se ha aplazado la elecci¨®n por la muerte del candidato oficial la pasada semana.
El an¨¢lisis de esos datos muestra a las claras algo no enteramente favorable para el primer ministro Robert Mugabe y malo en general para la pol¨ªtica de reconciliaci¨®n nacional. Porque las elecciones han demostrado que los habitantes de Zimbabue han votado seg¨²n una l¨ªnea tribal y no en t¨¦rminos verdaderamente nacionales, como, por otra parte, ocurre en el resto del continente negro, cuando hay elecciones para contarlo. Nkomo, que se ha pasado toda la campa?a acusando al partido del Gobierno de intimidaci¨®n a sus partidarios, ha conseguido los 15 esca?os en litigio en su Matabeleland natal, al sur del pa¨ªs, en una zona especialmente neur¨¢lgica por ser fronteriza con Sur¨¢frica.
Mugabe, por su parte, ha conseguido todos los esca?os menos uno de la mayoritaria tribu Shona, a la que pertenece el propio primer ministro. Ese esca?o fugitivo ha sido sorprendentemente ganado por el candidato del reverendo Sithole, fundador del partido ZANU y actualmente exiliado en la capital brit¨¢nica por temor, seg¨²n sus palabras, a un eventual atentado. Si a estos resultados se a?ade el hecho de que lan Smith gan¨® 15 de los 20 esca?os reservados hasta 1990 a la minor¨ªa blanca en la actual Constituci¨®n, se comprende por qu¨¦ la matem¨¢tica de los n¨²meros no puede aplicarse en ?frica.
Zimbabue es un caso de ¨¦xito ¨²nico en ?frica, que se debe en gran parte al pragmatismo de Robert Mugabe, que ha dirigido con mano maestra los destinos de su pa¨ªs en los cinco a?os de independencia. Los ¨¦xitos de su Gobierno en educaci¨®n, sanidad y agricultura est¨¢n a la vista. La creaci¨®n de cooperativas agr¨ªcolas en las tierras del Estado, el mantenimiento de las granjas de mayor importancia econ¨®mica en manos de los blancos y el nombramiento de un ministro de Agricultura blanco, Dennis Norman, ha ma ntenido la tasa de crecimiento de la agricultura hasta el punto de que Zimbabue se ha podido permitir ¨¦l lujo de enviar recientemente ayuda alimenticia a Etiop¨ªa.
Pero Mugabe mont¨® su campa?a electoral sobre la base de convertir a Zimbabue en un pa¨ªs de partido ¨²nico, aduciendo que un Estado del Tercer Mundo no puede regalarse con una democracia multipartidista. Los electores le han negado ese mandato porque, de acuerdo con la Constituci¨®n vigente, se hace necesaria la unanimidad de los 100 diputados para eliminar la representaci¨®n de la minor¨ªa blanca y se precisan 70 votos para cambiar el r¨¦gimen de partidos.
Mugabe puede, desde luego, intentar un golpe de palacio y hacerse una nueva Constituci¨®n a su medida. Su control de las fuerzas armadas, de la polic¨ªa y de los medios de comunicaci¨®n es absoluto. Pero no es previsible que se arriesgue a dar un paso que pondr¨ªa fin a una de las pocas democracias del Africa negra. Su pragmatismo probablemente le aconseje esperar a otras ocasiones electorales.
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