M¨¢s all¨¢ de la reconciliaci¨®n
EL VIAJE de los Reyes de Espa?a a Francia trasciende, por su significado y contenido, la rutina de las visitas entre jefes de Estado. Representa un hecho pol¨ªtico de gran alcance. Las relaciones entre Francia y Espa?a han pasado por situaciones molestas y dif¨ªciles; incluso en fechas recientes, el tema del terrorismo, las posiciones encontradas en la negociaci¨®n de Bruselas crearon tensiones entre Madrid y Par¨ªs. Pero el significado de este viaje va m¨¢s all¨¢ de una reconciliaci¨®n. Se trata de abrir una nueva etapa en las relaciones bilaterales. Con acierto lo ha dicho el rey Juan Carlos: "Tenemos la sensaci¨®n de iniciar con este encuentro una nueva era en las relaciones franco-espa?olas, y como estas relaciones no pueden ni han podido nunca dejar indiferente a Europa, marcan as¨ª una nueva etapa en su construcci¨®n".Don Juan Carlos no representa hoy a un pa¨ªs candidato a la Comunidad Econ¨®mica Europea, sino a una Espa?a que habla con la seguridad de sentirse ya miembro de la CEE, oficialmente a partir del 1 de enero pr¨®ximo; part¨ªcipe en la obra compleja, y gigantesca, de construir esa nueva realidad, econ¨®mica y pol¨ªtica, que necesita ser Europa. "Nueva era", pues, de las relaciones no s¨®lo superadora de etapas pasadas, sino inscrita en la din¨¢mica nueva de la edificaci¨®n de un continente com¨²n. En ese orden a Espa?a le interesa estrechar sus lazos con Francia, intensificar la cooperaci¨®n en diferentes campos, hacer que los contactos entre los dos Gobiernos se sistematicen. Necesitamos entrar en una pr¨¢ctica, ya usual entre otros pa¨ªses europeos, de reuniones peri¨®dicas, regulares, entre ministros y organismos gubernamentales. La declaraci¨®n conjunta firmada ayer en Par¨ªs es muy oportuna y tiene un valor sustancial.
Europa se encuentra en un momento dif¨ªcil de su historia. Tiene en su seno un potencial de riquezas y competencias que deben permitirle hacer frente a los retos contempor¨¢neos. Pero necesita unir recursos y talentos, superando barreras y rutinas tradicionales fuertemente arraigadas. Es un camino lleno de obst¨¢culos, como lo ha confirmado el reciente consejo celebrado en Mil¨¢n. En los ¨²ltimos tiempos, el presidente Mitterrand ha dado a su pol¨ªtica un giro encaminado a elevar la contribuci¨®n de Francia a la construcci¨®n europea. Su iniciativa de mayor alcance hist¨®rico es el plan Eureka, tendente a dar una dimensi¨®n europea al desarrollo de las nuevas tecnolog¨ªas. Al igual que otros pa¨ªses de nuestro continente, Espa?a ha decidido respaldar y participar en el Eureka. Est¨¢ en condiciones de aportar competencias y talentos cient¨ªficos, valorados muchas veces con m¨¢s justicia en el extranjero que en Espa?a misma.
El nuevo nivel que a partir de ahora debe alcanzar nuestra colaboraci¨®n con Francia ser¨¢ una contribuci¨®n para impulsar nuestras relaciones con otros pa¨ªses. El paso que se ha dado ahora forma parte del proceso general de nuestra plena incorporaci¨®n a Europa. Espa?a realiza esta incorporaci¨®n no s¨®lo con las glorias de su historia. Lo hace m¨¢s a¨²n, con su voluntad y sus capacidades de hoy. Cuando el presidente Fran?ois Mitterrand ofrece desplegar entre Francia y Espa?a una ampl¨ªa cooperaci¨®n en diversos terrenos, hace un gesto de amistad hacia el Gobierno de Madrid. Pero es a la vez un gesto de reconocimiento del peso efectivo que tiene hoy nuestro pa¨ªs; del papel que puede desempe?ar en la escena europea, atravesada por diversas corrientes e influencias.
La visita de los Reyes a Francia coincide, por lo dem¨¢s, con el relevo en el palacio de Santa Cruz y en la Embajada de Francia en Madrid. Ser¨ªa torpe negar las aportaciones que Fernando Mor¨¢n ha hecho a esta pol¨ªtica de acercamiento bilateral, si bien son las entrevistas Gonz¨¢lez-Mitterrand, y de manera esencial la propia influencia del rey Juan Carlos, las que enmarcan genuinamente este proceso. En cuanto al relevo del embajador galo, permitir¨¢ orear el ambiente de unas relaciones hasta hace poco enrarecidas y que pueden dar un vuelco espectacular en poco tiempo. Es el inter¨¦s de los dos pa¨ªses lo que est¨¢ en juego y, por ende, el inter¨¦s tambi¨¦n de Europa.
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