La investigaci¨®n cient¨ªfica
No hay duda de que el progreso en la investigaci¨®n cient¨ªfica depende en buena parte de las sumas empleadas para promoverla. En este sentido, el porcentaje del producto nacional bruto consagrado a ella, tanto por parte de los Gobiernos como de las empresas, universidades, institutos, consejos, etc¨¦tera, constituye una medida bastante adecuada del nivel de actividad cient¨ªfica en los diversos pa¨ªses. En todo caso, cuando el porcentaje es muy bajo, la investigaci¨®n cient¨ªfica suele ser asimismo muy pobre; no se ha visto a¨²n ninguna naci¨®n que consagre un porcentaje insignificante del producto nacional bruto a dicha investigaci¨®n y que se haya distinguido por la abundancia y calidad de los descubrimientos cient¨ªficos.En vista de ello, cabr¨ªa concluir que un pa¨ªs como Espa?a, que por desgracia no figura, ni mucho menos, entre las primeras potencias cient¨ªficas, puede atrapar a ¨¦stas dedicando simplemente m¨¢s y m¨¢s recursos econ¨®micos a la investigaci¨®n. No me parece que esta conclusi¨®n, sin m¨¢s, sea aceptable. Se necesitan muchas otras cosas, adem¨¢s de dinero, aunque, por supuesto, se necesita tambi¨¦n, y hasta para simplemente empezar, dinero, y mucho. En otras palabras, sin buenas inyecciones de numerario, nada o muy poco; pero con s¨®lo enormes inversiones, lo mismo o poco m¨¢s.
?Qu¨¦ se requiere, pues, adem¨¢s de dinero? Por lo pronto, que el que se decida emplear al efecto, adem¨¢s de ser suficiente, no sea malgastado. Hay, por desgracia, muchas maneras de malgastar fondos. Destacar¨¦ dos.
Una, la m¨¢s extendida, y la que viene prontamente a la mente de todo el mundo, es el puro despilfarro. ?ste puede producirse por muy diversas v¨ªas. Unas -como los gastos superfluos- son producidas por la precipitaci¨®n, la ignorancia o la incompetencia. Otras -como las malversaciones y desfalcos- se deben a codicia, en este caso combinada con una total ausencia de sentido moral y hasta patri¨®tico (en el buen sentido de esta discutible palabra).
La otra forma de posible derroche es menos escandalosa o menos insidiosa, pero es a veces casi tan contraproducente. Consiste en la defectuosa e inapropiada distribuci¨®n de fondos.
Vamos a suponer que, una vez se ha decidido aumentar considerablemente el porcentaje del producto nacional bruto consagrado a investigaci¨®n cient¨ªfica (primera y urgente medida, sin la cual estamos simplemente perdiendo el tiempo hablando del asunto), se controla cuidadosa y eficazmente el empleo de las correspondientes asignaciones. ?C¨®mo va a procederse al efecto?
Consideremos s¨®lo un caso.
Una de las ciencias m¨¢s desarrolladas hoy, y donde los descubrimientos pueden ser m¨¢s eficaces para el progreso de la investigaci¨®n, inclusive en otras ramas cient¨ªficas, es la f¨ªsica. Parece, pues, que, en lo que concierne a asignaciones, la investigaci¨®n fisica deber¨ªa tener dondequiera la preeminencia, tanto m¨¢s cuanto que para ciertos tipos de investigaci¨®n esta ciencia requiere instalaciones mucho m¨¢s costosas que las exigidas por otras ciencias. Pero aun aceptando esta prelaci¨®n, no parecer¨ªa razonable que en todas las partes del mundo se volcaran todos los recursos y esfuerzos sobre todos y cualesquiera aspectos en la investigaci¨®n f¨ªsica. Por ejemplo, en Espa?a ser¨ªa punto menos que absurdo impulsar, en desmedro de cualesquiera otras, la investigaci¨®n consistente en verificar (si,se quiere,falsar) las llamadas "grandes teor¨ªas unificadas". Esto requerir¨ªa fondos casi sin fondo, capaces de succionar una buena tajada de los recursos disponibles. (Como debe de saberlo Blas Cabrera, esforz¨¢ndose en la espl¨¦ndidamente equipada Stanford University, con el acelerador lineal por a?adidura, para encontrar monopolos magn¨¦ticos en un anillo superconductor.) Por otro lado, se podr¨ªan impulsar -o, m¨¢s exactamente, crear las condiciones necesarias para promover- investigaciones econ¨®micamente menos costosas, aunque cient¨ªficamente no menos importantes e intelectualmente m¨¢s arriesgadas. La verificaci¨®n de las part¨ªculas portadoras de la fuerza d¨¦bil cost¨® sumas inmensas, adem¨¢s de gran-
Pasa a la p¨¢gina 12
La investigaci¨®n cient¨ªfica
des proezas tecnol¨®gicas, pero la formulaci¨®n de la teor¨ªa que unificaba el campo de la fuerza d¨¦bil con el electromagn¨¦tico cost¨® (financieramente hablando) much¨ªsimo menos: los conocimientos, la habilidad, la imaginaci¨®n y la genialidad de Pati, Glashow, Georgi, Salam y Weinberg (entre otros). Para formar f¨ªsicos como ¨¦stos se necesita tambi¨¦n (como para todo o casi todo) dinero: gente de esta clase surge de medios intelectual y cient¨ªficamente densos, cuya formaci¨®n y subsistencia en la ¨¦poca actual requiere importantes apoyos econ¨®micos. Para ocupar los primeros puestos en la investigaci¨®n cient¨ªfica -lo mismo que en la producci¨®n filos¨®fica y hasta en la literaria- se necesita una especie de "masa cr¨ªtica". Los "pocos" que, al final, sobresalen surgen dentro de ambientes habitados por "muchos". Parece razonable, pues, que, sin olvidar ninguna ciencia -aunque ateni¨¦ndose dentro de cada una a las posibilidades m¨¢s prometedoras en vista de los recursos econ¨®micos disponibles, extendidos al m¨¢ximo-, se aproveche en Espa?a, sobre todo, el cauce ofrecido por tradiciones ya suficientemente bien arraigadas. No soy yo quien haya de decir, ni es aqu¨ª el lugar donde decirlo, cu¨¢les son estas tradiciones (si bien me parece que una de ellas, y de enorme cuant¨ªa, es la neurociencia). Ser¨ªa interesante estudiar a fondo -si no se ha estudiado ya- este asunto no s¨®lo para publicar oportunamente alg¨²n libro interesante e iluminador de historia de la ciencia espa?ola (o, como ser¨ªa preferible decir, de contribuciones espa?olas a la ciencia), sino tambi¨¦n para que sirviera de auxilio a un posible amplio y s¨®lido programa de asignaciones a trabajos de investigaci¨®n en las ciencias naturales, ¨²nicas a las cuales me he estado refiriendo en esta p¨¢gina. Pero con todo esto estoy presuponiendo que hay en Espa?a, en general, y en las personas responsables de que estos asuntos vayan por buen camino, en particular, un gran inter¨¦s por intensificar dicha investigaci¨®n, la cual est¨¢ muy estrechamente relacionada con la titulada "investigaci¨®n y desarrollo" (indispensable para no ir siempre a remolque en los desenvolvimientos tecnol¨®gicos). Sinti¨¦ndome, hoy por hoy, optimista, doy por buena semejante presuposici¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.