Howe impone moderaci¨®n a la diplomacia brit¨¢nica, pese a las estridencias de Thatcher
El secretario del Foreign Office, sir Geoffrey Howe, ha demostrado una vez m¨¢s, con su cauta y tranquila respuesta a Argentina en torno al tema de la reanudaci¨®n de relaciones comerciales, su fe en la eficacia de la diplomacia tranquila y su rechazo de las estridencias a las que tan aficionada resulta a veces su propia primera ministra, Margaret Thatcher. Howe, ahogado con a?os de experiencia en los complicados vericuetos de los tribunales brit¨¢nicos, ofreci¨® la pasada semana durante una visita oficial a Brasil levantar la prohibici¨®n que pesaba sobre la importaci¨®n de productos argentinos desde la guerra de las Malvinas en 1982.
El anuncio fue hecho intencionadamente en R¨ªo, ya que Brasil es el pa¨ªs que representa a Argentina desde la ruptura de relaciones diplom¨¢ticas entre las dos naciones como consecuencia de la invasi¨®n del archipi¨¦lago austral por parte de la dictadura argentina.Pero, naturalmente, el comercio bilateral es una calle de dos direcciones y Londres esperaba que su gesto produjera una oferta similar de Buenos Aires. El Gobierno del presidente Alfons¨ªn no vio, o no quiso ver, lo que de verdad significaba la oferta brit¨¢nica: un primer paso hacia una reanudaci¨®n de las relaciones diplom¨¢ticas plenas, que inevitablemente conducir¨ªan en el futuro a una discusi¨®n sobre la soberan¨ªa de las Malvinas.
Acuciado por una crisis econ¨®mica que de prolongarse pondr¨ªa en peligro la supervivencia de las instituciones democr¨¢tica, y con la espada de Damocles de una extrema derecha alentada por los elementos mas radicaies de las Fuerzas Armadas, el Gobierno argentino opt¨® en su contestaci¨®n por la pol¨ªtica de lo que se conoce en ingl¨¦s como linkage o vinculaci¨®n de un tema a otro. La respuesta argentina puede resumirse en una frase: empecemos las conversaciones en un plazo de dos meses y hablemos de todo, siempre que en el orden del d¨ªa se incluya el tema de la soberan¨ªa. O lo que es igual, dejemos las cosas como est¨¢n, dado el compromiso formal del Gobierno brit¨¢nico de defender la soberan¨ªa de las islas hasta que sus habitantes cambien de opini¨®n con respecto a su nacionalidad.
Quitar asperezas
El Foreign Office ha preferido quitar asperezas a lo que, de hecho, equivale a una negativa argentina, y su titular se ha limitado a calificar la respuesta de Buenos Aires de "decepcionante". "Nuestra declaraci¨®n del 8 de julio", ha manifestado Howe, "porf¨ªa de manifiesto que no est¨¢bamos dispuestos a discutir el tema de la soberan¨ªa". Se trata de una declaraci¨®n normal desde el punto de vista brit¨¢nico, si se considera que el Reino Unido fue a una guerra hace dos a?os en una contienda que supuso la improvisaci¨®n de la log¨ªstica militar m¨¢s complicada llevada a la pr¨¢ctica desde el final de la II Guerra Mundial.
Sin embargo, Londres espera y desea una gradual reanudaci¨®n de sus relaciones con buenos Aires, y a este respecto conviene recordar que las credenciales descolonizadoras del Gobiernb Thatcher son intachables. En una conversaci¨®n privada atribuida al entonces secretario del Foreing Office y actual secretario general de la OTAN, lord Carrington, en 1979, el pol¨ªtico brit¨¢nico manifest¨® su esperanza de que el Reino Unido llevara a cabo en la d¨¦cada de los ochenta la terminaci¨®n de los procesos coloniales pendientes en varias partes del mundo.
Sea o no verdad la frase de Carrington, lo que s¨ª es cierto es su contenido. Desde 1979, el Reino Unido ha concedido la independencia a Rhodesia, ha firmado un acuerdo con China en virtud del cual la soberan¨ªa sobre la colonia revertir¨¢ a Pek¨ªn en 1997 y ha llegado a un acuerdo con Espa?a para discutir todos las cuestiones relativas al futuro de Gibraltar, incluida la soberan¨ªa.
Todos estos contenciosos han tenido un denominador com¨²n: el acuerdo se ha alcanzado sobre la base de negociaciones bilaterales entre el Reino Unido y el pa¨ªs en cuesti¨®n, nunca por presiones extranjeras. Las condenas internacionales de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas, como la que probablemente obtendr¨¢ Argentina en el tema de Malvinas en la pr¨®xima. sesi¨®n de la Asamblea General de la ONU, han servido de muy poco en el pasado para hacer cambiar las intenciones brit¨¢nicas.
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