Primer testimonio de una novela in¨¦dita
?Por qu¨¦ no repetirlo aqu¨ª y ahora? Desde su primera novela, El tren lleg¨® puntual, de 1949, hasta Asedio preventivo, de 1979, se cuentan tres d¨¦cadas que son un crecimiento lento, s¨®lido; la consolidaci¨®n de una maestr¨ªa que es de alguna manera la maestr¨ªa innata del ¨¢rbol. Heinrich B?ll quiz¨¢ no estar¨ªa conforme con esta caracterizaci¨®n, pero para quien ha seguido su obra es evidente que se parec¨ªa cada vez m¨¢s a la arquitectura de un roble alem¨¢n.Pueden se?alarse momentos muy felices, encrucijadas en las que el genio verbal de B?ll lleg¨® a las cotas m¨¢s altas, Pero hablar de culminaciones en la secuencia de un roble entra?a en cierto modo una contradicci¨®n, pero B?ll demuestra que esa contradicci¨®n existe.
Porque Retrato de grupo con se?ora no es una obra maestra al estilo de un oasis en el desierto, sino al estilo de una estatua mejor lograda que otras en una catedral rom¨¢nica. A B?ll no le gust¨® demasiado la catedral de Colonia: le quitaba car¨¢cter, dec¨ªa, a esta ciudad rom¨¢nica. El ¨²ltimo anillo de este roble es su ¨²ltima novela, todav¨ªa no publicada. Se titula Mujeres ante un paisaje fluvial.
Estar¨¢ a la venta en Alemania el 30 de agosto. La edici¨®n prevista antes de su muerte era de 100.000 ejemplares. El d¨ªa de su muerte, en la televisi¨®n, un amigo del escritor cont¨® que B?ll le coment¨®: "Espero sobrevivir a las cr¨ªticas".
Mujeres ante un paisaje fluvial: ?qu¨¦ entra?able es tener en las manos, esta noche del d¨ªa de la muerte de B?ll, las pruebas de imprenta de su ¨²ltima novela, rendirle el homenaje de una lectura noct¨¢mbula teniendo como fondo el tac-tac de las gabarras del Rin, ese electrocardiograma sonoro del r¨ªo padre al que B?ll dedic¨® frases de hondo afecto! "Recupero la tranquilidad a veces cuando voy a pasear al Rin; un r¨ªo tan grande, un r¨ªo tan ancho, tiene ya de por s¨ª algo tranquilo, ?no?, la imagen del agua que fluye y se renueva sin cesar".
B?ll, un Rin humano, flu¨ªa tambi¨¦n y se renovaba sin cesar. Curioso que el t¨ªtulo de esta ¨²ltima novela que nos ha legado incorpore al Rin. Curioso que, justamente en esta ¨²ltima novela suya, haya recurrido a la forma dialogada y al mon¨®logo. Curioso que la novela comience con una cita de un tal Goethe, pero, eso s¨ª, del div¨¢n de Occidente y Oriente: "Nadie se lamente / de lo que es rastrero; / que, por m¨¢s que digan, / tiene mucho peso. / En el mal se agita, / pescando, el pez gordo; / y en lo justo busca / siempre su acomodo". Menos curioso, en cambio, que la dedicatoria de la novela sea la siguiente: "A los m¨ªos de todas partes, donde quiera que est¨¦n". Y casi nada curioso que B?ll se curase en salud y a?adiese esta ir¨®nica apostilla. "Puesto que todo es ficticio en esta novela, menos el lugar donde transcurre la ficci¨®n, resultan innecesarias las habituales medidas de precauci¨®n. El lugar es inocente, no puede sentirse afectado".
Mujeres de pol¨ªticos
Mujeres ante un paisaje fluvial est¨¢ articulada de una forma que dar¨¢ ingentes dolores de cabeza a los germanistas: los cap¨ªtulos 1, 3, 5, 7, 9 y 10 son di¨¢logos; los cap¨ªtulos 2 y 6 son mon¨®logos; el cuarto cap¨ªtulo es un mon¨®logo que concluye con un largo di¨¢logo, y el cap¨ªtulo 8 se inicia con un di¨¢logo de s¨®lo dos frases para seguir y terminar con un larguisimo mon¨®logo. Transcurre la novela en Bonn y sus protagonistas son, en primera l¨ªnea, mujeres de pol¨ªticos alemanes. Pero no hay que esperar en el texto una serie de gui?os c¨®mplices como los que P¨¦rez de Ayala brind¨® a sus lectores en Troteras y danzaderas. ?sta no es una novela en clave; la intenci¨®n de B?ll es, como siempre, m¨¢s seria. La protagonista verdadera del relato es una sombra, la sombra que arrojan, sobre la pol¨ªtica alemana de hoy en d¨ªa, sus 40 a?os de historia, y a su vez, sobre estos 40 a?os, la sesquid¨¦cada anterior (l¨¦ase el imperio del milenio, que alcanz¨® a durar de 1933 a 1945). A B?ll no le interes¨® legarnos una cr¨®nica m¨¢s o menos escandalosa de la vida pol¨ªtica cotidiana en Bonn, sino m¨¢s bien hacernos entender la red de relaciones y conexiones humanas que se pone de manifiesto cuando se descorren las cortinas que tapan el escenario. En esa red, el papel principal lo interpretan, como siempre y sobre todo como siempre en la narrativa de B?ll, las mujeres. En una escala de reacciones que van desde negarse a suicidarse, esas mujeres son actrices de una categor¨ªa especial en el peque?o teatro del mundo que es Bonn.
De B?ll, en esta obra p¨®stuma, puede decirse que ha realizado una vez m¨¢s lo que ¨¦l mismo me dec¨ªa en noviembre de 1982 que admiraba en Garc¨ªa M¨¢rquez: "Lo considero un fen¨®meno excepcional, por cuanto en ¨¦l coinciden plenamente lo que nosotros llamamos compromiso y lo que llamamos poes¨ªa. Esa diferenciaci¨®n tan espec¨ªficamente burguesa entre literatura comprometida y literatura sedicentemente pura, que a m¨ª me parece esquizofr¨¦nica, es algo que no existe para nada en la obra de Garc¨ªa M¨¢rquez".
Autoridad moral
Heinrich B?ll: en esta noche larga como el credo, que comenz¨® a mediod¨ªa con el primer t¨¦lex ("11811 ist tot") y ahora ya tiene el color rosado que nos program¨® Homero, despu¨¦s de haber rele¨ªdo las 280 p¨¢ginas de Mujeres ante un paisaje fluvial, no hay m¨¢s remedio que decir que su muerte es una p¨¦rdida absolutamente irremplazable. ?Qui¨¦n ser¨¢ el que alce su voz contra el cotarro, contra la mentira vital, contra el lavado de manos, contra el acomodo, contra la corriente? Alguien contestar¨¢ que G¨¹nter Grass, pero a quienes vivimos en este pa¨ªs desde tiempo suficiente para encuadrarnos en la nacionalidad sin pasaporte posible de "nada m¨¢s que contribuyentes alemanes", se nos ha de permitir una leg¨ªtima duda. La autoridad moral que emanaba de B?ll es intransmisible. En una sociedad capitalista de la especie del avance a codazo limpio una personalidad como la de Heinrich B?ll es algo tan ins¨®lito como la proverbial aguja en el pajar.
"Espero sobrevivir a las cr¨ªticas", fue el ¨²ltimo deseo conocido de Heinrich B?ll en relaci¨®n a su ¨²ltima novela. Sobre gustos humanos no hay nada escrito, y mucho mejor es as¨ª, de modo que esa ¨²ltima novela sobrevivir¨¢, o no, a las cr¨ªticas.
Yo creo que s¨ª. Pero para quienes hemos perdido y ganado la mitad de nuestra vida en Alemania es hoy evidente, en esta obra de dolor aut¨¦ntico, como tras una amputaci¨®n, que B?ll, ese coraje humano y humanista, va a sobrevivir. Como Carl von Ossietzky, a quien no lo mataron a disgustos, que es la forma civilizada del campo de concentraci¨®n.
Babelia
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