Heinrich B?ll ser¨¢ enterrado en la intimidad y sin flores
El 'escritor alem¨¢n de la posguerra' sigue provocando pol¨¦micas
Heinrich B?ll fue mucho m¨¢s que un escritor para las dos Alemanias -no s¨®lo, aunque s¨ª especialmente para la Rep¨²blica Federal de Alemania-, y como m¨¢s que un escritor, como una instituci¨®n, se le honra ahora en la Prensa, no en las p¨¢ginas de cultura, sino en las de informaci¨®n nacional. B?ll ser¨¢ enterrado el viernes en la intimidad en Bornheim-Merten, cerca de Bonn, de acuerdo con la voluntad de su familia, que ha pedido que ninguna flor sea enviada al cementerio, y que este dinero sea enviado a una cuenta bancaria especial del PEN Club destinada a ayudar a los escritores perseguidos.
Milan Kundera, el novelista checo exiliado en Par¨ªs, lamentaba hace tiempo que en Europa mor¨ªa la influencia moral de la cultura y se preguntaba qui¨¦n era el personaje con altura cultural y ¨¦tica necesaria para interceder en favor de tanta v¨ªctima de atropellos e injusticia, en el Este como en el Oeste. Heinrich B?ll era, sin duda, este hombre en Alemania.Heinrich B?ll era el escritor m¨¢s premiado, traducido, estudiado y contestado de las dos Alemanias y, sin embargo, "la instancia a la que uno siempre pod¨ªa dirigirse", como dijo ayer, al conocer su muerte, la poetisa Sarah Kirsch, de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana.
La muerte de B?ll no sorprendi¨® a sus amigos m¨¢s cercanos, que sab¨ªan lo quebrada que estaba ¨²ltimamente su salud, pero tambi¨¦n su esp¨ªritu. Desde hac¨ªa muchos a?os, el impenitente fumador ten¨ªa graves problemas de circulaci¨®n. En 1980 le tuvieron que ser amputados los dedos del pie derecho. Tuvo que andar una larga temporada con muletas y utilizar zapatos ortop¨¦dicos. El lunes pasado fue dado de alta en una cl¨ªnica donde se someti¨® a un nuevo tratamiento de sus venas en las piernas. Ese mismo d¨ªa habl¨® con el escritor ruso emigrado Rev Kopelev, que le encontr¨® "relativamente bien". Carla Stern, su ¨ªntima colaboradora, fue tajante: "Sencillamente, no quer¨ªa seguir viviendo".
Algunos se?alan que la causa del profundo abatimiento de B?ll en los ¨²ltimos tiempos est¨¢ tanto en su enfermedad como en los ataques y descalificaciones de que fue objeto por sus actividades en favor de juicios justos para los miembros del grupo terrorista del Ej¨¦rcito Rojo (RAF) y por su militancia en el movimiento pacifista de oposici¨®n al despliegue de misiles norteamericanos en Alemania Occidental. En 1977, algunos medios de prensa llegaron a decir que "los B?ll son mucho m¨¢s peligrosos que los Baader Meinhof". Aquel mismo a?o la polic¨ªa registr¨® cinco veces su despacho.
Debate sobre un cad¨¢ver
El presidente del partido cristianosocial b¨¢varo, Franz Josef Strauss, vio en la concesi¨®n del Premio Nobel de Literatura a B?ll, en 1972, una confabulaci¨®n de cara a las elecciones generales en Alemania Occidental y una relaci¨®n directa con el Premio Nobel de la Paz concedido un a?o antes a Willy Brandt, presidente del Partido Socialdem¨®crata.
El presidente de la RFA, Richard von Weizsaecker, envi¨® ayer un telegrama a la viuda de B?ll, Annemarie, expresando su desolaci¨®n por la muerte de este "defensor de los d¨¦biles y enemigo de la autocomplacencia". Todos los partidos emitieron, al conocer el fallecimiento del escritor, comunicados de p¨¦same. A los partidos conservadores se les notaba la incomodidad de tener que elogiar a un hombre que hab¨ªan descalificado pol¨ªticamente. La controversia en torno a la figura pol¨ªtica de B?ll sigue, no obstante, viva. El diario conservador Die Welt, de la editorial Axel Springer, la propietaria del sensacionalista Bild, cuyos m¨¦todos de encanallamiento period¨ªstico B?ll atac¨® en su novela El honor perdido de Katharina Blum, volvi¨® ayer a calificar al escritor como un comparsa del terrorismo en Alemania Occidental.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.