Ram¨®n y Cajal
Nos declaramos desde el comienzo unas buenas admiradoras de Ram¨®n y Cajal; aunque no lo conocemos demasiado, sabemos de su visi¨®n apasionada y amante de la vida, lo cual nos mueve m¨¢s positivamente hacia ¨¦l que si s¨®lo hubiese sido un ce?udo y mis¨¢ntropo investigador de las neuronas. Creemos que pretend¨ªa encontrar el mecanismo de transmisi¨®n neuronal, una vez establecida la existencia aislada de estas c¨¦lulas. Pero eso era a fina les del siglo XIX; hoy, casi en las postrimer¨ªas del XX, faltando a¨²n por descubrir el proceso ¨²ltimo de neurotransmisi¨®n, otras ramas de la ciencia intentan visualizar las interrelaciones entre elementos sociales y forma de pensamiento de cualquier humano; sin embargo, los resultados de sus investigaciones no son un¨¢nimemente admitidos, debido, sin duda, a condicionantes ideo l¨®gicos. As¨ª, no entendemos que se olvide la existencia de discriminaci¨®n social de la mujer ante datos tan evidentes de ello como el que se encuentra en EL PAI S del 11 de julio acerca de la disminuci¨®n ostensible del n¨²mero de mujeres en cargos p¨²blicos tras la remodelaci¨®n gubernamental. La noticia es tan reciente y significativa que no es necesario detallar otras. Por eso llaman al grito reivindicativo absurdos tales como el sentimiento de indignidad que ha pose¨ªdo al hijo de Ram¨®n y Cajal; no creemos que ¨¦l mismo hubiese rechazado tan virulentamente la cr¨ªtica de Sacramento Mart¨ª, aunque s¨®lo fuese por padecer el, hasta hoy vulgar, complejo de Edipo. No; ¨¦l seguramente, con su gran capacidad cient¨ªfica, habr¨ªa constatado que la misoginia es un mal tan com¨²n como lo es la debilidad que tenemos todos los seres humanos y que nos hace utilizar al que es, o parece, m¨¢s d¨¦bil. Sin embargo, el obcecarse en no verlo como algo generalizado ya es m¨¢s grave. La necesidad de mantener libre de cr¨ªtica a un ser querido cuando esa cr¨ªtica no es ninguna injuria , sino s¨®lo el reconocimiento de que aqu¨¦l era, a los dioses gracias, un ser humano inmerso en la sociedad de su ¨¦poca, no tiene explicaci¨®n y nos parece que se le presta un flaco favor a Ramon y Cajal y a nosotras, que necesitamos que sean conocidos factores que, a fuer de tan absurdos y at¨¢vicos, hacen pervivir nuestra marginaci¨®n.En todo caso, aceptando las aclaraciones de su hijo, creemos que nuestro m¨¦dico merec¨ªa un puesto en el art¨ªculo de Mart¨ª, aunque s¨®lo fuera como uno de los benevolentes a que hace referencia el t¨ªtulo de la serie.-
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