Una gran falta de 'jazz'
ENVIADO ESPECIAL
Los duendes, los dichosos duendes de la imprenta, son responsables de que unos tambores africanos se conviertan en unos tambores aplicados, y una gran banda de jazz en una gran falta de jazz. Lo de los tambores no deja de ser anecd¨®tico, pero lo de la falta de jazz es una verdad como un templo, y lo han demostrado en San Sebasti¨¢n tanto el grupo Newport All Stars como la ¨²ltima Orquesta de Count Basie.
Las estrellas de Newport comenzaron su actuaci¨®n con I want to be happy, es decir, Quiero ser feliz. Una declaraci¨®n de principios. Dirige el sexteto George Wein, un se?or que toca el piano por afici¨®n, ya que lo suyo es organizar festivales y ser representante de artistas. Las figuras que m¨¢s se anuncian son el saxo tenor Scott Hamilton y el cornetista Warren Vach¨¦, dos blancos que rondan la treintena y que tocan como si el Jazz se hubiera detenido en los tiempos de Benny Goodman.
Newport All Stars-Orquesta Count Basie
Palacio Municipal de Deportes.San Sebasti¨¢n, 20 de julio.
Warren Vach¨¦ es el m¨¢s variado, y lo mismo entona primorosamente un tema lento que llena un solo de onomatopeyas y efectos especiales, recordando a los primeros trompetas de Ellington. Scott Hamilton es m¨¢s profundo y toca el ejercicio obligado de los saxos tenores, Body and Soul, como hay que tocarlo, balada desde el principio hasta el final, sin doblar el tempo. Seg¨²n va evolucionando, corre Hamilton el peligro de convertirse en un solista excesivamente tranquilo, adecuado para discos del g¨¦nero que llaman midnight slows, m¨²sica para parejas en la intimidad. Una cosa a la que no hay nada que objetar desde un punto de vista ajeno al jazz, porque es m¨²sica funcional a tope, gebrauchmusik, como quer¨ªa Hindemith.
Hamilton y Vach¨¦ comparten primera l¨ªnea con Norris Turney, un veterano con oficio que se hizo notar en la secci¨®n de saxos de Ellington siguiente a la ¨²ltima gran secci¨®n de saxos de Ellington. Al final, los aplausos mayores fueron para lo aut¨¦ntico, para el swing y los trucos del bater¨ªa Oliver Jackson y, sobre todo, para los solos con arco del viejo Slam Stwart. El ¨¦xito que obtiene esa interpretaci¨®n denota lo que se dijo al principio, que hay una gran falta de jazz, de ese jazz que quiere ser feliz.
La conclusi¨®n vale tambi¨¦n para la banda de Count Basie, una instituci¨®n del jazz cl¨¢sico que ahora est¨¢ dirigida por Thad Jones, un alumno de Basie que ha dirigido importantes formaciones de jazz moderno. Esta ¨²ltima orquesta de Basie, la que ten¨ªa ¨¦ste cuando muri¨®, es francamente buena; pero en los ¨²ltimos a?os la figura del jefe hab¨ªa adquirido tal significaci¨®n que carec¨ªa de sentido fijarse, como en otros tiempos, en los m¨²sicos. Si acaso, nos qued¨¢bamos con Kenny Hing porque es un saxofonista laborioso y se lleva la parte del le¨®n en los solos; o con Erick Dixon, por ser un superviviente de ¨¦pocas gloriosas. Cap¨ªtulo aparte es el guitarrista Freddie Green, a qui¨¦n los espectadores de San Sebasti¨¢n, entendidos o amantes de mitos, otorgaron un aplauso especial.
El concierto demostr¨® hasta qu¨¦ punto se transmite a los m¨²sicos la personalidad del director. La orquesta son¨® mas veces a banda de Thad Jones que a banda de Count Basie.
Hay tambi¨¦n un pianista que reproduce con entera fidelidad el estilo del conde; pero precisamente cuando ese pianista toca es cuando m¨¢s se nota que el conde ya no est¨¢. Los catalanes tienen un idioma maravilloso, en el que pueden decir que se le nota a faltar, haci¨¦ndolo presente de alg¨²n modo; en castellano s¨®lo podemos decir -fijense qu¨¦ feo- que se le echa de menos.
Babelia
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