Segunda cadena y tercer sexo
Las cadenas televisivas deber¨ªan tener una filosof¨ªa o un sexo definido. En Espa?a hay, hoy por hoy, dos cadenas can¨®nicas y otras, las auton¨®micas, extramatrimoniales (hablo del matrimonio hasta ahora mon¨®gamo entre el Estado y las ondas electr¨®nicas), y TVE-1, como suele ser natural en la leg¨ªtima, resulta un cuerpo amplio y fofo, con la l¨ªnea perdida, multiuso. Por eso la libido del telespectador adulterino se lanza a la segunda en busca de aventura. Lo que encuentra es un concubinato casi igual de casero, insinuante a veces pero a la postre casto.
VICENTE MOLINA FOIX, La segunda cadena acaba siendo un h¨ªbrido, un rato machihembrado entre un primer canal cuyas sobras y segundas vueltas recibe con demasiada frecuencia y unas pocas iniciativas que deber¨ªan constituir su imagen de marca y no pasan de ser brillos ins¨®litos.Echemos un vistazo, para justificar nuestras palabras, a la actual programaci¨®n. Desde el punto de vista cultural, que deber¨ªa, claro est¨¢, ser una de las bazas fuertes de un canal de alternativa, lo que TVE-2 ofrece es desolador. Con la excepci¨®n del veterano (?o ya pura y simplemente viejo?) La clave, faltan en ese canal los grandes espacios de debate sobre cuestiones actuales y originales, ya que raramente cumplen tal funci¨®n las discusiones, por lo general artificiosas y de oficio, que siguen a los videoclips o telefilmes seleccionados por La ventana electr¨®nica. Mejor cubierto est¨¢ el flanco de la informaci¨®n cultural, pues cuenta con un programa de la variedad y solvencia de Fila 7, con el adecuado espacio teatral Candilejas y con el desigual pero necesario Metr¨®polis que trata de cumplir el dif¨ªcil papel de mensajero de la posmodernidad. Se trata, sin embargo, de espacios limitados por su formato y su estricta misi¨®n de servir datos y nutrirse de lo que hay. ?D¨®nde est¨¢n los grandes reportajes monogr¨¢ficos, las series que informen de la fauna y flora de las artes, las investigaciones filmadas sobre empresas culturales producidas fuera de nuestras estrechas fronteras, el fichaje de un mayor n¨²mero de programas for¨¢neos semejantes al que ahora vemos en la madrugada del jueves, Seis clases de luz, dedicado con inteligencia a explicar el trabajo de otros tantos maestros de la fotograf¨ªa cinematogr¨¢fica?
No es mejor el balance en el terreno de los programas de creaci¨®n y experimentaci¨®n. Tatuaje, la caja de sorpresas que Jos¨¦ Miguel Ull¨¢n viene presentando desde hace varias semanas los mi¨¦rcoles, cumple ese papel en algunos cap¨ªtulos, y tambi¨¦n el equipo de Tabl¨®n de anuncios, en una vena m¨¢s juvenil y hasta scoutista, se permite locuras saludables.
Como 'Suspiros de Espa?a'
Pero en ese apartado yo echo de menos m¨¢s sorpresa, m¨¢s riesgo, m¨¢s programa sin moraleja o finalidad aparente, sin justificaci¨®n ni af¨¢n educativo. M¨¢s programas, en suma, como el nuevo e irresistible Suspiros de Espa?a, dirigido por Gonzalo Sebasti¨¢n de Erice, que cont¨® en su deb¨², hace tres martes, con el raro honor de tener al director de la cadena, Enrique Nicanor, de presentador, en una intervenci¨®n tan sibilinamente prudente que a m¨ª me son¨®, m¨¢s que a espaldarazo, a disculpa ante el temor de protesta o esc¨¢ndalo.
Y, sin embargo, Suspiros de Espa?a no puede ser m¨¢s sencillo, m¨¢s inocuo. Cada semana una furgoneta abre sus portezuelas en distintos puntos de Espa?a a todo el que -en un minuto- quiera contar su vida, cantar por alegr¨ªas, hacer el sinverg¨¹enza (ha habido muchos de ¨¦stos), protestar por el paro y otras plagas modernas, prometer a la novia un pr¨®ximo regreso, asegurar al novio fidelidad eterna, quejarse -esto, los ni?os- de las muchas tareas y los cates que el profesor impone. El pie forzado del tiempo y el fondo neutro (como de fotomat¨®n), unido a la apabullante variedad de voces, fisonom¨ªas y caletres, configura un programa que ni por un momento deja indiferente, y en muchos conmueve por la v¨ªa pat¨¦tica o la v¨ªa humor¨ªstica.
Tambi¨¦n ser¨ªa deseable una mayor envergadura y ambici¨®n en los espacios musicales, sobre todo de m¨²sica cl¨¢sica, confinada casi exclusivamente al previsible concierto de los s¨¢bados y a las espaciadas transmisiones oper¨ªsticas. De ello resulta que el repertorio cl¨¢sico que se ve incluye muy poca m¨²sica nueva y atrevida, y que TV-2, como su hermana mayor, renuncia a intervenir (por ejemplo, al modo de Inglaterra, comisionando ¨®peras para la televisi¨®n). ?Y qu¨¦ decir de la programaci¨®n cinematogr¨¢fica? Para m¨ª, pura y simplemente, toda pel¨ªcula extranjera que se ve doblada en esta ¨²nica cadena estatal no mayoritaria y supuestamente cultural es una afrenta, una muestra acentuada de la cobard¨ªa propia de los responsables cinematogr¨¢ficos de TVE, que no hacen nada para cambiar los perniciosos h¨¢bitos heredados del franquismo. Y as¨ª, tras el prometedor esfuerzo del homenaje a Rosellini, los cl¨¢sicos franceses actuales, el largometraje dominical y hasta los m¨¢s rebuscados ciclos de Cine club se nos sirven con la flagrante desvirtuaci¨®n del doblaje.
Espero con ansiedad el inicio del pr¨®ximo trimestre, con lo que supone de nuevo curso y, presumiblemente, nueva programaci¨®n. Enrique Nicanor tiene unas directrices que pretende marcar en su cadena. ?Habr¨¢ por fin telediarios diferenciados de los de la primera? ?Ser¨¢n esas directrices simples normas de urbanidad teleg¨¦nica o calar¨¢n m¨¢s hondo, hasta constituir un cuerpo doctrinal, una aut¨¦ntica filosof¨ªa de lo audiovisual? Ojal¨¢ ¨¦sas y otras preguntas posibles tengan respuestas rotundas que marquen al fin la diferencia entre los g¨¦neros. Mientras tanto, pasemos el verano contemplando al andr¨®gino.
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