La crisis surafricana
El estado de excepci¨®n en Sur¨¢frica plantea el debate sobre el futuro del pa¨ªs. Demuestra de nuevo que una minor¨ªa de blancos no puede gozar de la prosperidad y de la democracia del primer mundo persiguiendo una pol¨ªtica de dominaci¨®n colonial sobre negros en unas condiciones de Tercer Mundo.A trav¨¦s de ciclos sin fin de represi¨®n y de reforma el r¨¦gimen blanco ha sido incapaz de escapar a su dilema central: si los blancos reh¨²san coparticipar su riqueza y poder, incitan a la mayor¨ªa negra a la revuelta, y si intentan aplastar la rebeli¨®n con la fuerza, traicionan su ley y su cultura y quedan equiparados al segundo mundo, estilo del orden polaco.
El presidente Botha ha tenido una dram¨¢tica evidencia de ambas premisas. Pese a que sus reformas han sido triviales e insignificantes, han tenido el efecto de desacreditar el apartheid y sus doctrinas esenciales. Y al prometer vagamente recompensar la docilidad de los negros urbanos, abandona la pretensi¨®n de que todos los negros son ciudadanos de hogares tribales y simples hu¨¦spedes de ?frica del Sur.
El hundimiento no s¨®lo lleva a los ciudadanos negros a depender de la arbitrariedad de la polic¨ªa, sino que tambi¨¦n sacrifica la apariencia de la democracia blanca. En muchas zonas del pa¨ªs los negros pueden ser sacados de sus casas y detenidos. ( ... )
El viejo orden se est¨¢ hundiendo. Los negros han comenzado a usar los sindicatos no s¨®lo para obtener beneficios econ¨®micos, sino para lograr una mayor influencia pol¨ªtica. ( ... ) Los negros empiezan a probar su capacidad para da?ar la econom¨ªa, unas veces con una huelga general, otras con huelgas locales sonadas y boicoteos a los comercios blancos. Al mismo tiempo, los j¨®venes radicales negros han comenzado a asesinar oficiales y polic¨ªas negros acusados de colaboraci¨®n con el r¨¦gimen blanco. ( ... )
25 de julio
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