Es m¨¢s lento al galope
Lucky Luke, el vaquero m¨¢s r¨¢pido que su sombra, pierde su rapidez legendaria cuando galopa los s¨¢bados por la tarde en las pantallas de televisi¨®n. No es un fen¨®meno tan extra?o, pues le ocurre a todos los h¨¦roes del dibujo que intentan abandonar el espacio inm¨®vil y veloz de la imaginaci¨®n y se pasan a la verdad disminuida de los dibujos animados.No es s¨®lo culpa del falso movimiento del comic filmado, en el que un galope enloquecido repite cuatro ¨²nicos movimientos mientras desfila por detr¨¢s un rectil¨ªneo escenario de cart¨®n piedra. Las voces, las voces exageradas, infantiloides, falsas como un d¨®lar de aluminio, alejan la historia mientras intentan imponerla. Ya se ha dicho, pero ?por qu¨¦ se cree siempre que a los ni?os, p¨²blico te¨®rico de los dibujos animados, es preciso hablarles como a imb¨¦ciles?
Lucky Luke se emite los s¨¢bados a las 15
35 por TVE-1
M¨¦rito del Lucky Luke de televisi¨®n es que respeta escrupulosamente los ¨¢lbumes de los que nace. Y ¨¦stos, creados por la sonriente pluma de Goscinny, el mismo de Asterix, y el dibujo sobrio y exacto de Morris, son dignos de figurar en la m¨¢s exigente historia del c¨®mic. Prueba ser¨ªa su larga vida, no tan habitual en este mundo de papel, y su gigantesca difusi¨®n, que en Europa me figuro se va acercando a los imbatibles Tin T¨ªn y Asterix.
Como en la mejor literatura, el talento de Lucky Luke no salta a la vista -aunque sea evidente-, pero sostiene el texto como un iceberg. Adem¨¢s de ingenio, humor inacabable, infrecuente y equilibrado terror al aburrimiento, un dibujo en apariencia esbozado esconde un escrupuloso respeto a la realidad y una documentaci¨®n acad¨¦mica. Se nota no s¨®lo en las ocasionales fotograf¨ªas de ¨¦poca, que terminan a modo de sorpresa los ¨¢lbumes m¨¢s tard¨ªos, sino en ciertos gags s¨®lo posibles por un dominio de lo que se habla. Lucky Luke es a veces m¨¢s exacto en la recreaci¨®n del Oeste que el cine de g¨¦nero, sujeto siempre a necesidades de industria que imponen un blanco pintarrajeado en el lugar de un indio.
Esa documentaci¨®n est¨¢ administrada con avaricia matem¨¢tica, que casi convierte las historias en monograf¨ªas. As¨ª, cada episodio cuenta y fija para siempre uno y s¨®lo uno de los elementos del sencillo mundo vaquero: el "hilo que canta", el "tender-foot", la "m¨¢quina de hierro"...
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