La ley del embudo
Los vendedores de cine norteamericanos, gente lista donde la haya, tienen como solapada norma de su oficio una singular variante de la ley del embudo, esa que le hace a uno tragar a la fuerza lo que no le gusta.Esta variante consiste, a grandes rasgos, en lo siguiente: los que quieran comprar una de las grandes producciones de ¨¦xito seguro se ven obligados a comprar tambi¨¦n otro pu?ado m¨¢s de pel¨ªculas sin inter¨¦s. Con este m¨¦todo, se nos proyecta no s¨®lo el buen cine norteamericano, sino toda la morralla que arrastra. No hace falta decir que esta Gran revancha es pura morralla.
No es dificil encontrar, y menos en verano, una pel¨ªcula tan mediocre como ¨¦sta. Los paquetes de malas pel¨ªculas que arrastran los lotes de cine norteamericano se deshacen por estas fechas y ah¨ª est¨¢n, estrenados por todo lo alto, cuando en pura l¨®gica filmes como ¨¦ste jam¨¢s deber¨ªan importarse.
La gran revancha
Director: Sean S. Cunningham. Gui¨®n: Stephen Gyllenhaad. M¨²sica: Lalo Schifrin. Int¨¦rpretes: Shannon Presby, Lori Laughlin, James Spader, Tom Atkins, Vincent Grant, Edd¨ªe Jones. .Producci¨®n de Columbia Pictures. Norteamericana, 1985. Estreno en Madrid: cines Paz, Carltori, Candilejas y Europa.
La gran revancha se anuncia como una pel¨ªcula de violencia y tensi¨®n. No tiene ni una cosa ni otra. Hay esa forma menor y tonta de violencia que llamamos, mamporros y unos cuantos cubos de pintura roja que, fotografiados en color, pasan por sangre.
Impotencia
En cuanto a tensi¨®n, las carencias son todav¨ªa m¨¢s graves. La ¨²nica tensi¨®n detectable es una especie de situaci¨®n a medio camino entre escenas de Psicosis de Hitchcock -por ejemplo, hay un penoso recuerdo de la famosa secuencia de la ducha de este filme y otras de La dama de Shangai de Orson Welles, de la que se toma t¨ªmidamente prestada la disposici¨®n de la famosa escena de la galer¨ªa de los espejos.
El director de este impotente filme, Sean S. Cunningham, sabe algo de gram¨¢tica cinematogr¨¢fica pero est¨¢ literalmente verde en el arte y la t¨¦cnica necesarios para extraer de esta gram¨¢tica un m¨ªnimo sentido del estilo y el pulso narrativos. En realidad, en este filme Cunningham no da ni una sola a derechas y todo en ¨¦l es malo, desde la direcci¨®n de los actores y los actores mismos hasta el soniquete musical que anuncia las escenas de, es un decir, tensi¨®n, que est¨¢ ,tambi¨¦n inspirado en una caricatura de la excelente banda sonora de Psicosis. No hay por donde coger este peque?o engendro disfrazado de pel¨ªcula, salvo preguntarse por qu¨¦ se ha estrenado aqu¨ª.
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