Yasuhiro Nakasone asegura en Hiroshima que las v¨ªctimas del bombardeo nuclear son la "piedra angular de la paz"
"Rezo por la felicidad en el otro mundo de los muertos de Hiroshima, convertidos en la piedra angular de la paz", asegur¨® ayer el primer ministro japon¨¦s, Yasuhiro Nakasone, en una ceremonia de recuerdo celebrada a unos 200 metros del lugar donde, justamente 40 a?os antes, hizo explosi¨®n una bomba at¨®mica lanzada por el bombardero norteamericano Enola Gay.
Las sirenas ulularon, los tranv¨ªas se detuvieron y las campanas ta?eron siete veces ayer en Hiroshima, en el instante preciso en que se cumpl¨ªan 40 a?os de la explosi¨®n de la primera bomba at¨®mica arrojada sobre un objetivo viviente en la historia de la humanidad. Hiroshima conmemor¨® sus 200.000 muertos con un minuto de silencio a las 8.15 de la ma?ana, la hora en la que el bombardero Enola Gay arroj¨®, el 6 de agosto de 1945, cuatro toneladas de metal y de uranio 235 sobre la ciudad, de 350.000 habitantes.Un hijo y una hija de v¨ªctimas de la deflagraci¨®n de Little Boy, el nombre que la tripulaci¨®n del Enola Gay dio a la bomba, hab¨ªan a?adido poco antes los nombres de 25.419 v¨ªctimas a la lista de los fallecidos, identificadas en 1984 Hasta el momento se ha establecido la identidad de 138.690 muertos, pero hasta el pr¨®ximo oto?o no se har¨¢ el balance definitivo de una tragedia que caus¨® m¨¢s de 200.000 v¨ªctimas.
Alcaldes de 100 ciudades de todo el mundo, inillares de super vivientes y familiares de los fallecidos (hibakusha) escucharon en si lencio los mensajes de paz pro nunciados por el primer ministro Yastihiro Nakasone, y el alcalde de la ciudad, Takeshi Araki. Na kasone dese¨® que la cumbre entre Ronald Reagan y Mijail Gorbachov, el 19 y 20 de noviembre pr¨®ximos, en Ginebra, contribuya a la reducci¨®n del armamento nuclear al tiempo que ratific¨® los tres principios a los que se adhiere la pol¨ªtica japonesa: no producir, no poseer y no introducir en su territorio armas at¨®micas.
Con un llamamiento "para que no haya m¨¢s Hiroshimas", el alcalde de la ciudad pidi¨® a EE UU y a la URSS que cesen inimediatamente en sus pruebas nucleares y que adopten en Ginebra "medidas decisivas" para la supresi¨®n del arma at¨®mica.
1.500 palomas en el cieloUn gran batir de alas se?al¨® el despegue de m¨¢s de 1.500 palomas hacia el cielo, desde el que se despe?¨® la muerte sobre la ciudad. Entre el canto de las cigarras, los 55.000 asistentes entonaron como colof¨®n de los actos el Himno de la paz de Hiroshima, sobre el fondo de una escolan¨ªa local. Los hibakusha se dispersaron entre la multitud despu¨¦s de depositar ramos de crisantemos sobre el cenotaflo, el arco de granito concebido por el arquitecto Kenzo Tange en memoria de los desaparecidos. As¨ª, pudieron leer una vez m¨¢s las palabras inscritas en la piedra: "Que todas las almas descansen en paz y para que no repitamos este enorme mal". A algunos centenares de metros del per¨ªmetro del recuerdo, Hiroshima, industriosa ciudad de un mill¨®n de habitantes, comenzaba a vivir un d¨ªa como todos los dem¨¢s. S¨®lo los edificios p¨²blicos estaban cerrados, pero bancos y comercios permanec¨ªan abiertos.Kyoto Kanasugi, joven profesor de la universidad local, opinaba que el rito de la bomba deja un malestar palpable. "Todos coinciden en dedicar un recuerdo de 50 minutos a lo que sucedi¨® aquel 6 de agosto", dice, "pero nadie se preguntaba porqu¨¦ cay¨® una bomba sobre Hiroshima".
La reflexi¨®n m¨¢s emocionante era quiz¨¢ la de una fr¨¢gil mujer de 57 a?os, sentada en su lecho del hospital de la Cruz Roja. "Las grandes potencias fabrican bombas at¨®micas como se hacen ¨¢rboles de navidad", dec¨ªa Tomiko Funakoshi. "S¨®lo hay una Tierra, y todos somos sus habitantes. Hay que destruir la bomba".
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