Los incendios forestales ponen en peligro la fauna aut¨®ctona valenciana
El d¨ªa 28 de julio, los responsables de la reserva natural de caza de la Muela de Cortes (Valencia) abrieron la cancela que encierra aproximadamente a 350 cabras hisp¨¢nicas y unos 150 muflones que viv¨ªan en dorada cautividad en uno de los parajes m¨¢s hermosos de las ¨¢ridas comarcas interiores valencianas. La vida de estos animales, los ¨²nicos de su especie que quedaban en la provincia, corr¨ªa un grave peligro, porque el fuego, sin pararse en la alambrada que protege cabras y muflones de los furtivos, devoraba en pocas horas cerca de la quinta parte de la reserva natural.
Por el momento no se conoce el n¨²mero de bajas que los ¨²ltimos incendios forestales han causado en la escasa fauna aut¨®ctona, pero s¨ª se sabe con dram¨¢tica exactitud que las decenas de miles de hect¨¢reas quemadas en lo que va de a?o suponen un decisivo avance en el proceso de desertizaci¨®n que amenaza a los bosques valencianos. Seg¨²n Miquel Gil Corell, ec¨®logo y antiguo profesor de la universidad de Valencia, la desertizaci¨®n, en los ¨²ltimos a?os, ha dejado de ser una amenaza para convertirse en una realidad en constante avance. Los incendios forestales de este verano, comparables ya por su intensidad a los de finales de los setenta, han arrasado, s¨®lo en la provincia de Valencia, m¨¢s de 25.000 hect¨¢reas, la mayor parte de ellas arboladas.Para Santiago Reyna, ingeniero de los servicios forestales de la Consejer¨ªa de Agricultura, el m¨¢ximo peligro de erosi¨®n del suelo lo correr¨¢n los bosques ahora incendiados el pr¨®ximo oto?o, ante la posibilidad de ue vengan lluvias torrenciales. ?stas arrastrar¨¢n la tierra, suelta y fr¨¢gil al no estar fijada por la vegetaci¨®n, con gran intensidad y velocidad. "Es un c¨ªrculo vicioso: sin tierra no puede, crecer la vegetaci¨®n; si no hay vegetaci¨®n, la tierra se empobrece, pierde cualidades y no se fija sobre el suelo", afirma Reyna.
Las p¨¦rdidas ecol¨®gicas son incalculables: un cent¨ªmetro de suelo puede tardar 1.000 a?os en formarse, a lo largo de un complejo proceso biol¨®gico imposible de improvisar. "Es como si se quemase La maja desnuda de Goya. Puede valorarse en dinero, aunque sea mucho, pero nadie podr¨¢ comprar jam¨¢s otra igual", comenta el ingeniero. Por otra parte, no se trata solamente de la p¨¦rdida del suelo. Seg¨²n el profesor Gil Corell, la destrucci¨®n de los bosques supone la desaparici¨®n del microclima particular de la zona arrasada, lo que contribuye a acelerar los procesos erosivos y a modificar, a medio y largo plazo, la pluviometr¨ªa y la capacidad de retenci¨®n del agua por parte del suelo.
Decenios para recuperar
"Aunque jam¨¢s volviera a producirse un solo incendio forestal en el mismo territorio, el bosque tardar¨ªa muchos decenios en recuperarse. Pero, por desgracia, sabemos que, por m¨¢s precauciones que se tomen, los incendios se continuar¨¢n produciendo, incluso en las mismas zonas ya arrasadas anteriormente", indica Santiago Reyna.Para el ingeniero forestal, deber¨ªan incrementarse las partidas para vigilancia y prevenci¨®n, "atentas continuamente para detectar el m¨¢s m¨ªnimo foco apenas se inicie". La despoblaci¨®n de estas comarcas rurales, antiguamente cuajadas de masas, con peque?os terrenos de cultivo alrededor, ha desprovisto a los bosques que las rodean de la red m¨¢s eficaz de observadores y vigilantes espont¨¢neos: los mismos agricultores, que se saben dependientes del entorno natural. Tambi¨¦n, como insiste Gil Corell, "convendr¨ªa aumentar la dotaci¨®n de medios mec¨¢nicos y qu¨ªmicos de las brigadas de extinci¨®n, su coordinaci¨®n y la profesionalidad de sus componentes", porque "no basta con el esfuerzo. El fuego hay que conocerlo, hay que saber c¨®mo apagarlo". El origen de los incendios forestales puede radicar en causas naturales, como las descargas el¨¦ctricas de los rayos, a las que se atribuye precisamente el incendio que devast¨® a finales de julio 18.000 hect¨¢reas en las comarcas de Vall d'Aiora y Canal de Navarr¨¦s, pero tambi¨¦n a negligencias, imprudencias o intenciones criminales. Seg¨²n los servicios forestales auton¨®micos, el 22% de los siniestros forestales se debe a negligencias en labores agr¨ªcolas -como la quema de rastrojos o desperdicios-; el 30%, a incendios presuntamente intencionados; el 5%, a los rayos; el 2,2%, a otras causas, y el 39% permanece en el terreno de lo desconocido.
Para el profesor Gil Corell, sin embargo, el porcentaje de incendios provocados criminalmente y por negligencia es mucho mayor pr¨®ximo al 90%. Contra esta ¨²ltima causa, s¨®lo es posible aumentar la vigilancia y realizar campanas profundas de concienciaci¨®n Gil Corell es partidario tambi¨¦n "y no porque me guste lo de la mano dura", de aumentar las pena, para los incendiarios criminales dc bosques, que deben considerarse "delincuentes contra la sociedad, no contra la propiedad".
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