Profeta Fosforito

?. ?LVAREZ CABALLERO Es cierto que Fosforito siempre fue profeta en su tierra, este pueblo enorme y de calores agoste?os d¨¦ justicia que se llama Puente Genil. El festival lo fund¨® ¨¦l pr¨¢cticamente solo y hoy es uno de los m¨¢s acreditados de Andaluc¨ªa y uno de los m¨¢s. concurridos, con 5.000 o 6.000 personas quiz¨¢.

El triunfa de Fosforito fue clamoroso. Su paisanaje se volc¨® con ¨¦l, pero ¨¦l correspondi¨® cantando como nunca, con fuerza, con pasi¨®n, generoso de su arte y su saber en una noche de plena inspiraci¨®n. No vale la pena hablar de este o el otro estilo: todo lo que hizo estuvo tocado de gracia, fue un recital aureolado de perfecci¨®n.

Pero el gran cante ni empez¨® ni acab¨® ah¨ª. Hubo otras actuaciones redondas en la noche pontanense. Una fue la de Jos¨¦ de la Tomasa, que sigue una l¨ªnea ejemplar de autoexigencia. El cante de Jos¨¦ es de una grandeza total, pero tambi¨¦n prodigiosamente equilibrado.

Gran noche tambi¨¦n de Manuel Mairena; es un cantaor seguro, que raramente defrauda y que en las ocasiones afortunadas se eleva al limbo de los privilegiados. La noche de Puente Genil fue una de ellas. Su voz tan cantaora hizo crecer y crecer los cantes de su casa hasta el portento de las ton¨¢s, que una vez m¨¢s bord¨® magistralmente. Calixto S¨¢nchez tuvo una de sus actuaciones cl¨¢sicas. Es otro cantaor que no defrauda, aunque a veces la emoci¨®n resbale sobre nuestra epidermis sin herirla. Sigo pensando que se excede en la ornamentaci¨®n de algunos tercios, pero, en cualquier caso, es un cantaor de mucho respeto. Lo mismo que lo es Jos¨¦ Menese, aunque aqu¨ª no llegara a cuajar una de sus grandes actuaciones. Estuvo voluntarioso, busc¨¢ndose, queriendo darnos esa grandeza habitual en ¨¦l, pero no pudo ser. En cuanto a El Cabrero, tuvo una de sus actuaciones t¨®picas: bien por sole¨¢, sus fandangos tremendistas, el cupl¨¦ de turno y un cante por siguidiyas pasable. Frasquito de Puente Genil, cantaor local, demostr¨® m¨¢s voluntad que otra cosa.

Gran noche de toque, con Postigo, Cepero y El de Melchor rivalizando en tocar como se debe tocar flamenco. Qu¨¦ alegr¨ªa esas guitarras sonando de maravilla, en un di¨¢logo hermoso y emocionante con el cante. Es la lecci¨®n constante de los buenos tocaores, que hombres como ¨¦stos dan a diario con humildad, pero con grandeza. Actuaci¨®n t¨®pica tambi¨¦n la de Manuela Carrasco, aunque con alguna concesi¨®n efectista.