R¨¦quiem por un campesino aragon¨¦s
La pr¨¢ctica de cambiar los titulos de las pel¨ªculas es tan vieja como la propia historia del cine, y para legitimarla ni siquiera hace falta invocar el art¨ªculo 20 de nuestra Constituci¨®n. Generalmente, los cambios de los t¨ªtulos de las pel¨ªculas importadas o adaptadas de textos literarios se efect¨²an por razones de comercialidad, para mejorar su atractivo ante la taquilla. Pero a veces se trata de cambios intencionales de ¨ªndole pol¨ªtica. La severa censura del franquismo ofreci¨® ejemplos luminosos de cambios de t¨ªtulos originales impuestos por razones pol¨ªticas. As¨ª, cuando despu¨¦s de la guerra civil se reestren¨® Rebeli¨®n a bordo (Mutiny on the Bounty), de Frank Lloyd, pas¨® a titularse La tragedia de la Bounty; Grandes manoeuvres de Ren¨¦ Clair, se tuvo que titular Las maniobras del amor para no herir susceptibilidades militares, y Judgement at Nuremberg, de Stanley Kramer, pas¨® a ser el ambiguo Vencedores o vencidos.Los cambios de t¨ªtulo son, pues, una vieja pr¨¢ctica en la industria y el comercio cinematogr¨¢fico, y lo ¨²nico que podemos hacer ante ellos es discutir su pertinencia o su acierto. Est¨¢ muy claro que el intento de cambio del t¨ªtulo original de Sender R¨¦quiem por un campesino espa?ol por R¨¦quiem por un campesino, en el filme de Francesc Betriu, no es un cambio inocente sino intencional, tan intencional como los m¨¢s arriba citados. Yo, que trat¨¦ un poco a Sender en su exilio californiano y que incluso le propuse la compra de los derechos de su libro cuando Carlos Dur¨¢n acariciaba la idea de producir su adaptaci¨®n al cine, tengo la impresi¨®n de que este cambio de t¨ªtulo no le habr¨ªa complacido mucho.
Las convicciones pol¨ªticas de Ram¨®n J. Sender eran simples y categ¨®ricas, incluso cuando al final de su vida defendi¨® la monarqu¨ªa espa?ola en un programa televisivo en Estados Unidos que caus¨® alg¨²n revuelo entre los exiliados. Pienso, por tanto, que el tema deber¨ªa haberse consultado siquiera por cortes¨ªa, con los herederos literarios del gran escritor aragon¨¦s.
Sobre la intenci¨®n del propuesto cambio poco hay que decir, porque est¨¢ meridianamente clara. En Catalu?a es cada vez m¨¢s frecuente la eliminaci¨®n del calificativo espa?ol. Recu¨¦rdese, por ejemplo, que cuando el presidente Pujol fue nombrado en Madrid espa?ol del a?o, el telediario del canal de televisi¨®n auton¨®mica TV-3 reconvirti¨® este t¨ªtulo para su clientela nacionalista en hombre del a?o.
La manipulaci¨®n habla por s¨ª sola. Por eso ser¨ªa de agradecer que se dijeran las cosas por su nombre. Hay que agradecer a la Crida a la Solidaritat y a otros colectivos independentistas catalanes su franqueza, ya que no ocultan su vocaci¨®n de convertirse en un Herri Batasuna catal¨¢n. Ahora se habla bastantede la emergencia de un Herri Batasuna catal¨¢n, y es tema que no abordar¨¦ en este art¨ªculo. Pero en 1985, a los 10 a?os de la muerte de Franco, los ciudadanos y los colectivos catalanes deber¨ªan definirse ya de una vez y sin ambig¨¹edades.
Quienes piensen que ser catal¨¢n excluye ser espa?ol est¨¢n en su derecho, pero deber¨ªan decirlo claramente y obrar pol¨ªticamente en consecuencia, sin ambig¨¹edades, optando por opci¨®nes inequ¨ªvocas. Como lo hace la Crida a la Solidaritat o el Moviment de Defensa de la Terra, que no ocultan su conciencia antiespa?ola y su voluntad independentista., Hay que tener la honradez de uh Gil Robles, quien con notable franqueza bautiz¨® a su partido Confederaci¨®n Espa?ola de Derechas Aut¨®nomas (CEDA) en una ¨¦poca en que resultaba conflictiva la autocalificaci¨®n derechista.
Escaramuza
A m¨ª me parece que la escaramuza por el t¨ªtulo del filme de Betriu es una peque?a batalla que no pasar¨¢ a la historia del cine, pero me interesa como reveladora de algo que est¨¢ ocurriendo en la Catalu?a que aprob¨® mayoritariamente la Constituci¨®n de 1978 y el Estatut de Autonomia.Cuando el espa?ol del a?o pasa a ser en Catalu?a hombre del a?o, y cuando Antoni Ciurana, presidente de Converg¨¦ncia en Barcelona, afirma que Catalu?a debe ser un pa¨ªs monoling¨¹e, creo que ha llegado improrrogablemente la hora de las clarificaciones pol¨ªticas acerca de la identidad de la ciudadan¨ªa catalana y de la ciudadan¨ªa espa?ola.
Babelia
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