La 'hora bruja'
De un tiempo a esta parte se dir¨ªa que las pel¨ªculas espa?olas est¨¢n protagonizadas por vanip¨ªros, tal es el cuidado que dedican los personajes en no dejarse ver nunca en horas de pleno sol o, mejor dicho, en no salir a la calle cuando a¨²n no son necesarias las farolas.El exterior s¨®lo es transitable de noche o cuando el sol va ya a esconderse tras el horizonte o apenas asoma tras ¨¦l. Es la farnosa hora bruja, momento en el que ni el d¨ªa es tal ni la noche es noche.
En Los para¨ªsos perdidos (10 paradisiaco no tiene que ver, al menos directamente, con la luz, ya que es una formulaci¨®n ir¨®nica de Patino para referirse a los marchitos sue?os de juventud) son varias las secuencias rodadas en ese momento m¨¢gico que se considera id¨®neo para las conr fidencias, instante en el que la personalidad se balancea entre dos seguridades, la de la rutina laboral y la de la rutina del ocio, momento de duda y, por tanto, de verdad.
Utilizar con moderaci¨®n
El hallazgo, esa brujer¨ªa que cada pa¨ªs bautiza de manera distinta -los franceses hablan de confusi¨®n entre chien et loup-, ha de utilizarse con moderaci¨®n. Cuando se transforma en figura ret¨®rica, la ambig¨¹edad que se buscaba puede desvanecerse en el mar de lo expl¨ªcito, del subrayado.
Eso es lo que sucede en Los para¨ªsos perdidos, donde los protagonistas de la pel¨ªcula se sientan en las terrazas para hablar s¨®lo cuando una luz dorada y evanescente, que alarga las sombras y da un relieve extraordinario a todo lo que toca, preludia confesiones que se quieren sinceras. Casi se podr¨ªa decir, tal es la frecuencia con que se repite eIrecurso, que se ha creado una relaci¨®n cient¨ªfica de causalidad entre intimidad y luz.
Si hace mucho tiempo las puestas de sol serv¨ªan de decorado id¨®neo para todas las escenas rom¨¢nticas, hoy el disco solar casi ha desaparecido de las pantallas porque se asocia su presencia a cromos o postales.
Era una imaginer¨ªa corintelladesca, y la hora bruja es su alternativa, m¨¢s cara y refinada, l¨®gica en un cine que, cada vez m¨¢s, es un producto de Estado, concebido m¨¢s para agradar a comisiones subvencionadoras que a espectadores de a pie.
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