?xitos y fracasos de un tratado
EN GINEBRA se va a reunir esta semana la conferencia de los pa¨ªses firmantes del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear, que entr¨® en vigor en 1970, y cuyo objetivo era limitar al m¨¢ximo el n¨²mero de pa¨ªses poseedores de armas nucleares impedir que siguiesen acumul¨¢ndose dichas armas. El tratado prev¨¦ que los firmantes se re¨²nan cada cinco a?os para examinar hasta qu¨¦ punto sus estipulaciones son aplicadas; la que se abre ma?ana es la tercera de estas conferencias. No es demasiado sorprendente que las grandes potencias no deseen dar a esta reuni¨®n mucha publicidad, ya que tendr¨¢n que ha cer frente a una fuerte presi¨®n por parte de los Estados no nucleares, que constituyen la inmensa mayor¨ªa de los participantes. Puede decirse que el tratado ha sido un ¨¦xito en el sentido de la no proliferaci¨®n horizontal y un fracaso en el vertical. Ha servido para limitar el acceso de nuevos Estados al arma nuclear, y ese es su, balance m¨¢s positivo. En sus quince a?os de vigencia, los Estados no nucleares han cumplido el tratado; ninguno se ha convertido en poseedor de armas nucleares. El tratado ha permitido establecer, mediante la Agencia Internacional de la Energ¨ªa At¨®mica (AIEA), que funciona en Viena, controles eficaces para impedir la utilizaci¨®n para fines b¨¦licos de las instalaciones nucleares dedicadas a fines pac¨ªficos. El tratado refleja una filosof¨ªa de repudio al arma nuclear y a la vez de realismo, que cabr¨ªa resumir as¨ª: ya que no se puede impedir que tengan armas nuclearesalgunos paises , por lo menos que la tengan los menos posibles. Imaginemos que hubiese prevalecido la filosof¨ªa contraria (ya que algunos la tienen, vamos a tenerla todos los que podamos). No cabe duda de que la situaci¨®n internacional ser¨ªa hoy mucho peor de lo que es, sobre todo porque, en el aspecto t¨¦cnico, aumentan las posibilidades de fabricaci¨®n de la bomba. Hace falta agregar, por otra parte, que algunos pa¨ªses no han firmado el tratado, como Israel, la India, Brasil, Pakist¨¢n. Y sin duda han dado pasos, m¨¢s o, menos avanzados, para disponer de dicha bomba. Por tanto, el tratado ha tenido efectos importantes, pero no absolutos.
En su segunda dimensi¨®n, no es exagerado decir que el tratado ha fracasado de un modo total. El tratado est¨¢ firmado por tres de los cinco Estados que son oficialmente poseedores de armas nucleares: la URSS, EE UU y Reino Unido (Francia y China no lo han firmado). Estos tres Estados se comprometen por el mismo no s¨®lo a no facilitar a otros Estados armas, nucleares, sino a realizar negociaciones de buena fe para poner fin en un plazo corto a la carrera de armamentos nuclearesy proceder a un eventual desarme nuclear. Este compromiso, no s¨®lo no se ha cumplido sino que la carrera de armamentos se ha intensificado norteamericanos y sovi¨¦ticos han seguido, acumulando armas nucleares cada vez m¨¢s destructivas y sofisticadas. Ello ha abierto una situaci¨®n nueva en el seno del Tratado de No Proliferaci¨®n. En la conferencia de 1980, encargada de revisar laaplicaci¨®n del tratado, no se pudo lograr una declaraci¨®n com¨²n, y los Estados no nucleares, mantuvieron una actitud firme, exigiendo en. particular de la URSS y EE UU que cumpliesen lo que han firmado. Sin duda el Tratado de No Proliferaci¨®n es en s¨ª desigual; y ha sido firmado con plena conciencia de que esa desigualdad reflejaba una realidad objetiva, que no pod¨ªa modificarse de golpe. Pero aqu¨ª se trata de otra cosa del que los Estados no nucleares que son la gran mayor¨ªa, cumplan lo que en el tratado les afecta; y de que en cambio los otros, los nucleares, no cumplan en la medida en que les corresponde.
En este clima se va a abrir la conferencia. El jefe del Gobierno de Suecia, en una conferencia pronunciada en Ginebra hace unos meses, ha dicho de modo tajante que el futuro del Tratado de No Proliferaci¨®n puede ponerse en cuesti¨®n si las grandes potencias siguen incumpli¨¦ndolo de un modo tan evidente. En realidad, el Tratado de No Proliferaci¨®n se ha convertido adem¨¢s en un fuerte instrumento de presi¨®n sobre las superpotencias. Se sabe que numerosos pa¨ªses, entre ellos Suecia, Noruega, Dinamarca y Holanda, han decidido que sus ministros de Asuntos Exteriores participen en una parte de la conferencia de Ginebra, para dar un peso mayor a la presi¨®n en pro del desarme nuclear. Es probable que la cuesti¨®n de un tratado de prohibici¨®n absoluta de las pruebas de armas nucleares ocupe alg¨²n tramo de las discusiones; ante este problema la URSS se ha colocado en una situaci¨®n, favorable al anunciar una moratoria unilateral, hasta el 1 de enero de 1986, a la que EE UU no ha querido sumarse. Pero en la cuesti¨®n de fondo, ser¨¢n las dos s¨²perpotencias las que van a estar sometidas a la cr¨ªtica y a la presi¨®n de los Estados no nucleares en esta cuesti¨®n del armamento nuclear.
No podemos ocultar la decepci¨®n que causa la ausencia de Espa?a en una reuni¨®n tan importante; nos hemos colocado en una situaci¨®n absurda al no firmar el Tratado de No Proliferaci¨®n. Los argumentos empleados, sobre la desigualdad del tratado, sobre la merma que implica para la soberan¨ªa de Espa?a, no son de recibo. Son los mismos que fueron utilizados en tiempos del general Franco, cuando a fuerza de ret¨®rica vac¨ªa se intentaba disimular la incapacida de Espa?a para actuar en la escena internacional. Pero el partido socialista se hab¨ªa, pronunciado en su programa electoral en un sent¨ªdo favorable a la firma de dicho tratado. Con las insuficiencias indicadas m¨¢s arriba, el tratado es un instrumento importante en la lucha contra la proliferaci¨®n y el rearme nuclear. No hay motivo para que, Espa?a se niegue a incorporarse a esa corriente casi universal.
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