Delirios
Debe de ser cosa de la calima de este agosto, de las neuronas resudadas, de ese aroma a fin de verano que flota enervantemente en el ambiente. De todos es sabido que el calor cr¨ªa espejismos, descoyuntadas y temblorosas copias de lo real, im¨¢genes fantasmales y en ocasiones obsesivas. Sea como fuere, lo cierto es que ¨²ltimamente estoy padeciendo unas alucinaciones horrorosas.He cre¨ªdo entender, pongo por caso, que Pinochet aseguraba ser el ¨²nico capaz de dar un golpe de estado en el Chile de hoy, y el general se me aparec¨ªa como una vedette de revista revestida de espuelas y correajes en vez de plumas, anunciando coquetamente el bis de su n¨²mero final, la repetici¨®n de su apoteosis. He so?ado despierta que una revista nacional publicaba las fotos en top less de una hija de Neus (la dulce Neus, le llaman), un pecho adolescente como cualquier otro pero adornado por el sabor a sangre, por la huella de un pat¨¦tico homicidio: sexo y muerte, qu¨¦ pesadilla tan profunda. Me ha parecido ver, en fin, que Alfonso Guerra se presentaba en p¨²blico,con su mujer y su hijo, lo cual debe de ser un portentoso espejismo de familia tradicional, de felicidad hogare?a de derechas.
Pero no es esto todo, no he desvelado a¨²n mis delirios m¨¢s inquietantes, los terribles disparates que ha gestado febrilmente mi cabeza. Empapada con el sudor fr¨ªo del mal sue?o, imagin¨¦ que la polic¨ªa bilba¨ªna atrapaba punkies a lazo como quien caza gatos sarnosos, para someterles despu¨¦s a la humillaci¨®n de un ba?o de zotal y un esquilado, y no s¨¦ bien (mi delirio est¨¢ borroso en ese punto) si adem¨¢s les anudaron una chapita antirr¨¢bica al cuello enjuto o si les obsequiaron con una dosis de ricino, como en los buenos tiempos del franquismo. Mantengan el coraje, que a¨²n hay m¨¢s: Fraga diciendo que lo suyo es el amor y que ¨¦l s¨ª puede y s¨ª sabe amar, dioses del cielo. Y la fantas¨ªa m¨¢s abracadabrante y m¨¢s absurda, Reagan propuesto para el Premio Nobel de la Paz, con un rosario de bombas en forma de p¨®lipo enredado entre sus dedos de vaquero.
Qu¨¦ semana tan atroz, qu¨¦ angustioso fin del veraneo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.