Una serpiente en la ventana
En terrarios no causan problemas
La sola menci¨®n de la palabra culebra o lagarto hace estremecerse de horror a muchas personas. Por supuesto, no son lo que normalmente entendemos por una mascota, pero para amantes de los animales sin prejuicios, o con ganas de conocer otras especies que no sean perros, gatos o p¨¢jaros, la experiencia de cuidar de un lagarto o de una serpiente puede ser fascinante.Silenciosos, enigm¨¢ticos, podemos mantenerlos con facilidad en un terrario, jaulas acondicionadas con un fondo de tierra o piedras y un recipiente con agua, con el ¨²nico cuidado de alimentarlos aproximadamente una vez por semana, eliminar los excrementos y los restos de comida y proporcionarles un lugar soleado.
Una faceta ingrata de las serpientes es que precisan alimento vivo (que podemos suministrarles en forma de ratones o aves). S¨®lo he conseguido acostumbrar a las culebras de agua a comer pescado muerto, como boquerones, cambio que no parec¨ªa importarles mucho.
Los lagartos son m¨¢s f¨¢ciles de alimentar: trozos de carne cruda, fruta (los pl¨¢tanos y las fresas les encantan) o tomates, aunque un saltamontes les haga relamerse de gusto. Si cuidamos varios juntos, la diferencia de tama?o no puede ser excesiva, pues el lagarto grande se comer¨¢ al chico sin el menor escr¨²pulo.
He tenido en casa durante. a?os serpientes, lagartos y tortugas, y el mayor percance ha sido alguna que otra evasi¨®n, sin m¨¢s complicaci¨®n que: unas pocas serpientes contorne¨¢ndose e intentando trepar por los cristales de las ventanas, al sol, con el vecindario horrorizado y mirando desde la calle. Creo que peor fue encontrarse 120 litros de agua en el suelo por lafuga de un acuario.
Los lagartos se aclimatan bien a la cautividad. Tuve un lagarto ocelado durante muchos a?os, de m¨¢s de 70 cent¨ªmetros de longitud, que siempre se dej¨® coger por todo el mundo. Su mayor placer consist¨ªa en trepar a mi hombro, donde permanec¨ªa horas y horas.Las tortugas de tierra, bastante m¨¢s populares, resultan simp¨¢ticas incluso a aquellas personas a las que desagradan los reptiles. Con su aspecto pac¨ªfico, deambulan discretamente por la casa o el jard¨ªn, aunque cuando sientan hambre se crucen en nuestro camino, haci¨¦ndose notar y levantando la cabeza en actitud inquisitiva, reclamando su lechuga.
Seres tranquilos, conoc¨ª el caso de una tortuga de tierra que, celosa de su due?a, cuando aparec¨ªa por el jard¨ªn con alg¨²n perro, se acercaba lenta, pero inexorable, hasta propinarle un mordisco en la cola que pon¨ªa en fuga al intruso, guareci¨¦ndose en la concha por si las represalias.
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