Truffaut, a la sombra de Hitchcock
Si con este ciclo sobre Truffaut que hoy comienza pretenden dar a conocer la obra del insigne cineasta a los p¨²blicos que la desconocen, mal empiezan y mal van. Si, por el contrario, lo que se trata de hacer con estas pinceladas inconexas sobre una filmograf¨ªa coherente, que todo es posible, es dar goce al aficionado, van peor: el aficionado -una minor¨ªa, aun siendo el de Truffaut un cine relativamente popularquiere los productos en su estado natural; esto es, sin doblaje y con acento franc¨¦s.Ya se encarg¨® Octavi Mart¨ª desde estas mismas p¨¢ginas de denunciar un ciclo compuesto de stock-shots, aunque,habr¨¢ que aplaudir, eso s¨ª, que en el mismo se incluya la in¨¦dita La habitaci¨®n verde, vista hace algunos a?os en la Semana de Cinema de Barcelona y una de sus pel¨ªculas m¨¢s espl¨¦ndidas.
Esta noche se empieza con La novia vest¨ªa de negro. Un pecado, un enorme pecado no entender que una obra cinematogr¨¢fica es un conjunto de pel¨ªculas y que para acceder a ella, a su pr¨¢ctica totalidad, no se puede empezar con La novia vest¨ªa de negro y prescindir ol¨ªmpicamente de Los 400 golpes, la tambi¨¦n in¨¦dita Tirez sur le pianiste, Jules et Jim, La piel suave y Farenheit 451, am¨¦n de varios cortometrajes o episodios muy necesarios para arrojar luz sobre las primeras preocupaciones est¨¦ticas de un cineasta capital del arte contempor¨¢neo.
Porque, en efecto, la infancia de Antoine Doinel o la tortuosa historia de amor y amistad entre Jules, Jim y Catherine son momentos culminantes, cumbres nada borrascosas de las que, en honor a la representatividad, debe darse cuenta si un ciclo se pretende m¨ªnimamente respetuoso con el autor y con el p¨²blico a quien va dirigido. Si no, se puede caer en esa coartada cultural a la que tan proclive es nuestra televisi¨®n, coartada que no sirve para formar cinematogr¨¢ficamente un pa¨ªs y que s¨®lo en el caso -?tan aislado, Dios m¨ªo, tan irrepetible!- de lo que se hizo hace meses con Roberto Rossellini merece aplausos calurosos.
Burgu¨¦s
Cuando realiz¨® La novia vest¨ªa de negro, Truffaut hab¨ªa ya compila do la vida y,obra de Hitchcock en forma de entrevista, la m¨¢s famosa jam¨¢s llevada a cabo en la parcela cinematogr¨¢fica. Truffaut, en direcci¨®n opuesta a la de su colega Godard, estaba dejando de ser enfant terrible para acomodarse en un cine. m¨¢s suave, sereno y, en el fondo, pese a quien pese, m¨¢s burgu¨¦s. Ello es fruto no s¨®lo de no mirar, como miraba exactamente Godard en esa ¨¦poca, las palabras de Marx, sino de mirar las im¨¢genes de Hitchcock. La piel suave hab¨ªa sido ya un primer contacto, b¨¢sicamente est¨¦tico, con Hitch. La novia vest¨ªa de negro ser¨ªa su pri mer filme abiertamente hitchcockiano. Lo es la novela de la que parte, de William Irish -o Cornell Woolrich, de quien el maestro adopt¨®, y c¨®mo, La ventana indiscreta-. Lo es tambi¨¦n el inmenso Bernard Herrmann, aqu¨ª en una partitura no tan gloriosa como las tributadas a quien mejor le entendi¨®, pero, en cualquier caso, inspirada. Y lo es igualmente el misterio que en vuelve al personaje que -maravillosamente, ofreciendo un re gistro opuesto al de su Catherine de Jules et Jim- encarna Jeanne Moreau, tan enigm¨¢tica como Marnie y de quien iremos descubriendo -recomponiendo el rompecabezas- datos y causas conforme la acci¨®n progrese. Esta historia, en realidad pat¨¦tica, de la vengativa mujer de negro, Truffaut nos la cuenta con unas gotas de humor -negro, tan negro como el luto de la novia- y mediante un revoltijo de episodios, por decirlo as¨ª, sueltos y flash-backs a la caza de motivos.Es ¨¦sta una pel¨ªcula, de alg¨²n modo, aislada en la filmograf¨ªa del realizador franc¨¦s -aunque volver¨ªa a Irish en La sirena del Misisipi, la pel¨ªcula que nos ofre cer¨¢n la pr¨®xima semana-, sin consecuencias, agradable de ver, pero incapaz, arrancando en fr¨ªo en el calor de esta noche, de aportar datos importantes sobre la figura de Truffaut. De momento, esta semana el televidente seguir¨¢ escribiendo Truf¨®.
La novia vest¨ªa de negro se emite hoy, a las 21.30, por TVE-1.
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