El teniente argentino Alfredo Astiz, acusado de torturar y matar a dos monjas francesas
Toda la Prensa argentina destacaba ayer la entrevista concedida por Claudio Vallejos, ex suboficial de la Armada argentina, al canal 2 de la televisi¨®n francesa, en la que implica por testimonio directo y de cargo al teniente de nav¨ªo Alfredo Astiz en la desaparici¨®n de dos monjas francesas.Claudio Vallejos, tras los peores a?os de la represi¨®n militar en Argentina, pidi¨® la baja en la Armada, refugi¨¢ndose en Brasil. La entrevista concedida a la televisi¨®n francesa se film¨® en R¨ªo de Janeiro y, parcialmente, en Buenos Aires.
El ex suboficial Vallejos relata las circunstancias de la detenci¨®n y muerte de las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Dumont, secuestradas en 1977 en Buenos Aires como supuestas simpatizantes o colaboradoras de las entonces nacientes Madres de la Plaza de Mayo.
Aquella ca¨ªda, la primera que sufrieron las madres, fue propiciada por el teniente de nav¨ªo Astiz, quien se infiltr¨® entre ellas convenci¨¦ndolas con su aspecto dulce y angelical -el ¨¢ngel rubio, le apodaban- de que era un defensor de, los derechos humanos.
Vallejos admite haber asesinado a 40 personas y torturado a otras 20 durante su servicio en uno de los grupos de tareas de la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada (ESMA), en Buenos Aires.
El m¨¦todo de tortura
El testigo relata c¨®mo las dos monjas ingresaron atadas y encapuchadas en la ESMA, donde el teniente Astiz y el teniente Pern¨ªa las desnudaron y ataron a la plancha, aplic¨¢ndoles corriente de 220 voltios y en medio de un ambiente de jolgorio y diversi¨®n. El declarante atestigua que, acaso porque fueran extranjeras, acaso porque fueran monjas, el teniente Astiz experimentaba un visible placer en torturarlas.
Las dos monjas fueron igualmente apaleadas con porras y, con ellas, violadas vaginal y rectalmente. Despu¨¦s fueron trasladadas a 60 kil¨®metros de Buenos Aires, al tercer batall¨®n de Infanter¨ªa de Marina de La Plata, donde durante 10 d¨ªas prosiguieron los suplicios "m¨¢s duros que los que se aplicaban a otros detenidos m¨¢s importantes o peligrosos". De all¨ª fueron transferidas al chupadero clandestino El Vesubio, donde durante otros 15 d¨ªas se las atorment¨® m¨¢s suavemente, dada su debilidad.
Trasladadas finalmente al hospital naval de R¨ªo Santiago, una de las hermanas muere a los cinco d¨ªas de internamiento y la otra al d¨ªa siguiente. Sus cuerpos fueron enterrados bajo la supervisi¨®n de Astiz en un campo de entrenamiento militar identificado por el declarante.
El testimonio de Vallejos, que se ofrece a declarar ante los tribunales argentinos, compromete seriamente al teniente Astiz, estimula a la justicia francesa -que ya dict¨® una orden internacional de busca y captura contra ¨¦l- y coloca en un problem¨¢tico aprieto a la Armada argentina, que ha decidido evitar a toda costa su procesamiento, temerosa de que se abra una riada de enjuiciamientos contra otros oficiales de igual rango, de menor jerarqu¨ªa o de suboficiales.
Astiz, joven, de apariencia ani?ada, rubio, atl¨¦tico, atractivo, soltero, cortejador, contin¨²a sirviendo, embarcado en el portaaviones Veinticinco de Mayo. La justicia argentina a¨²n no ha podido procesarle por la desaparici¨®n de las dos monjas francesas, pero se encuentra encausado por la desaparici¨®n de una muchacha sueca de 17 a?os, Dagmar Hagelin, y por la p¨¦rdida de las islas Georgias del Sur ante las tropas brit¨¢nicas, a las que rindi¨® la fuerza que comandaba sin disparar un solo tiro.
El teniente Astiz ha devenido en el s¨ªmbolo de los j¨®venes oficiales navales, elegantes, de buenas familias, que asumieron con entusiasmo la tarea de exterminar la subversi¨®n de izquierdas mediante una metodolog¨ªa ilegal y subterr¨¢nea que r¨¢pidamente degener¨® en algo m¨¢s abyecto que un allanamiento o una detenci¨®n sin orden judicial. Es tambi¨¦n el paradigma de una casta de oficiales que supieron erigirse en se?ores de la tortura y que, a la hora del combate con una potencia extranjera, no supieron ser se?ores de la guerra, y aportaron a la historia militar un doble e infamante cap¨ªtulo de incompetencia y cobard¨ªa.
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