Praga, g¨®tico, barroco... y Carta 77
Leo que en Praga ha sido detenido Vaclac Havel, autor dram¨¢tico, por ser uno de los antiguos firmantes de la Carta 77, que ahora intentaba firmar p¨²blicamente otra: la que recordara -critic¨¢ndola, claro-, la invasi¨®n sovi¨¦tica ocurrida en agosto de 1968.Qu¨¦ pena que ensucien con pol¨ªtica represiva una de las capitales m¨¢s bellas de Europa, si no la m¨¢s bella... Puerta de San Carlos, torre de la P¨®lvora, San Esteban, San Ignacio, sala espa?ola del castillo... (donde no hay g¨®tico, hay barroco), una Praga que en los ¨²ltimos tiempos -estuve en 1983- mostraba una clara intenci¨®n de volver a la normalidad, con mejores condiciones viajeras para los nativos que una vez cada tres a?os obten¨ªan, oficialmente, divisas para el.viaje; igualmente se observaba una mayor oferta de alimentos y electrodom¨¦sticos, que, a nivel de hoteles y restaurantes, les hab¨ªa proporcionado un refinamiento en la cocina como no se so?aba en ocasi¨®n de mi segunda visita, en 1977. Al parecer, se trataba de una normalidad s¨®lo material, la ciudad se hab¨ªa puesto en apariencia a la altura de las occidentales, pero en el fondo segu¨ªa latente una tendencia oriental a sujetar a la masa, que ha aflorado precisamente en estos d¨ªas.
A?o 1977... Fue entonces cuando surgi¨® esa famosa carta firmada por unas 600 personalidades del arte y de las letras y que en sus dos ¨²ltimas cifras quer¨ªa marcar una fecha que ambicionaba hist¨®rica, una fecha en la que por vez primera desde la ca¨ªda de Dubcek se intentaba volver al comunismo de rostro humano que aquel pol¨ªtico bien intencionado hab¨ªa intentado en la famosa primavera de Praga y que acab¨® aplastada -nunca un s¨ªmil ha conseguido ser tan l¨ªrico como exacto- por las cadenas de los tanques sovi¨¦ticos.
En ese 1977 o¨ª hablar por vez primera de, Vaclac Havel, no porque le dejaran expresarse p¨²blicamente, sino porque p¨²blicamente le atacaban, un fen¨®meno parecido, ese del Gobierno beligerante contra un escritor, a lo que ocurr¨ªa aqu¨ª durante el franquismo. De pronto, la Prensa oficial, que obligatoriamente era casi toda, atacaba duramente a un escritor extranjero o espa?ol del exilio cuyas manifestaciones hab¨ªan despertado la ira de los jerarcas, pero, como nos daban la respuesta sin dejarnos leer las preguntas, nos qued¨¢bamos absolutamente desconcertados al leer las definiciones de "falso intelectual" o "exageradamente elogiado por los suyos", al tratarse de un fulano de tal enemigo de Espa?a... (es decir, del r¨¦gimen espa?ol).
Igualmente en la Checoslovaquia de hoy. En su op¨²sculo En el nombre del socialismo; contra los agentes de la diversi¨®n y los suplantadores (Orbis, Praga, 1.977), el partido actuaba exactamente como el Movimiento de los a?os cincuenta. Lo primero que se hace contra un enemigo ideol¨®gico es desprestigiarlo intelectualmente para que su oposici¨®n pierda importancia. Si no tiene, peso, ya no hay que hacerle demasiado caso. En el caso de Havel, el an¨®nimo impugnador de su fama aceptaba que sus obras teatrales se representasen en Broadway, pero a?ad¨ªa inmediatamente: "Claro que en Broadway se encuentra de todo, desde vulgares cabarets hasta estupendos conjuntos teatrales... Havel s¨®lo pudo colocarse en una posici¨®n intermedia, y eso con ayuda de todos sus amigos y amigas", eufemismo con que se alude a los agentes de la CIA, siempre dispuestos a sabotear a los reg¨ªmenes comunistas ayudando a sus enemigos pol¨ªticos.
La misma actitud despectiva tomaron las autoridades de entonces con otro autor teatral y firmante llamado Pavell Kohut. Su triunfo en los teatros de Par¨ªs (Pobre asesino fue uno de ellos, interpretado por Claude Rich) era considerado por los autores del folleto oficial como fruto de una campa?a de los anticomunistas del mundo. Nunca pude imaginar que la CIA o el Deuxi¨¨me Bureau pudieran conseguir con su influencia sat¨¢nica lo que no logran las entradas a mitad de precio de las empresas teatrales espa?olas, es decir, llenar unos locales donde se representa algo que no gusta a nadie.
?Echa de menos la Checoslovaquia de hoy la experiencia de Dubcek? En t¨¦rminos generales, creo que Occidente le da mayor importancia material -la espiritual sigue vigente- a las voces de los disidentes, tanto en Praga como en Budapest o Mosc¨². Se trata siempre de una minor¨ªa acallada m¨¢s eficazmente en el interior que en el exterior y cuya influencia es, me temo, bastante relativa. Las sociedades se acomodan m¨¢s o menos gustosamente a las realidades, y si ¨¦stas, desde el punto de vista de las condiciones materiales, han mejorado, lo que evidentemente ocurre en Checoslovaquia, los sue?os liberales quedan reducidos a eso, a sue?os. Aunque, como en este caso, un grupo de intelectuales se empe?e en considerar que la libertad de pensar y hablar es m¨¢s importante que la cesta de la compra. Y que el Estado, a su vez, olvide sus t¨ªmidas promesas de ampliar criterios y los meta en la c¨¢rcel. Como a Havel, que despu¨¦s de todo, "tampoco es tan gran escritor como dicen los de la derecha".
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