La ausencia de Sacrist¨¢n
Recuerdo cuando le vi por primera vez en la facultad con su aspecto de monje cartujo, cazadora de pana, pantal¨®n tejano y una bolsa en bandolera. Aunque su aspecto no me sorprendi¨®, s¨ª que contrastaba con la imagen que yo me hab¨ªa creado de quien iba a ser mi profesor, un maestro de lujo, de esos que no se cuentan m¨¢s que con los dedos de una mano.Recuerdo tambi¨¦n con qu¨¦ sinceridad el primer d¨ªa de clase observ¨® que su asignatura (Metodolog¨ªa de las Ciencias Sociales) no ten¨ªa demasiado sentido en un programa cl¨¢sico de estudios de Ciencias Econ¨®micas. Todo hac¨ªa prever que en sus clases habr¨ªa escasa concurrencia. Pero Manuel Sacrist¨¢n era demasiado para dejarle solo. La asistencia a sus pl¨¢ticas era anormalmente alta, para materias de contenido filos¨®fico en unos estudios de Econom¨ªa. A la mayor¨ªa nos costaba descifrar la complejidad de sus esquemas de L¨®gica, pero a pesar de ello segu¨ªamos con inter¨¦s inusual sus explicaciones sobre la Sociobiolog¨ªa y tantas otras cosas de las que con absoluta sencillez manifestaba su conocimiento.
Recuerdo, asimismo, con qu¨¦ entusiasmo respondi¨® a un alumno que por primera vez le formul¨® una cuesti¨®n, anim¨¢ndole a que no se sintiera cohibido por su temor de ignorancia, ya que, dec¨ªa, est¨¢bamos all¨ª por desconocer y no por saber.
Manuel Sacrist¨¢n fue, por estas y muchas otras razones, no s¨®lo un maestro de sus ense?anzas,
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sino un modelo en su forma de vivir consecuente. Todos lo sab¨ªamos. Me gusta decir que soy de su generaci¨®n de alumnos. Su ausencia continuar¨¢ acompa?ando a los que disfrutamos de su sencillez. Lo s¨¦.-
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