Vienen grandes pel¨ªculas
La pasada semana quienes por despiste o por vacaciones cogieron a contrapi¨¦ la programaci¨®n de cine en TVE tuvieron un buen tropiezo. El viernes emitieron Ordet de Dreyer y el domingo La madre de Pudovkin. En solo 48 horas, tres de ellas se dedicaron al mejor cine de todos los tiempos, a dos filmes cl¨¢sicos y sin discusi¨®n geniales.La raz¨®n de este veros¨ªmil despiste de muchos telespectadores aficionados al buen cine tiene mucho que ver con la cantidad de mediocridades que han llenado las programaciones de cine en TVE durante los ¨²ltimos tiempos: no era de prever que, de golpe, en medio de tanta emisi¨®n de pel¨ªculas innecesarias, surgieran dos imprescindibles.
Los que gobiernan TVE saben mejor, porque tienen los datos exactos ante las narices, la enorme audiencia que el cine puede alcanzar, si se programan las pel¨ªculas id¨®neas, en la programaci¨®n de este medio. Por ello no se entiende el enorme descuido con que, con solo algunos cortos par¨¦ntesis o islotes de esmero, se han llevado a cabo las programaciones de cine en los ¨²ltimos meses, que. estaban contribuyendo a hacer repudiar unos espacios que, con solo un poco m¨¢s de cuidado y por supuesto m¨¢s presupuesto, son los que m¨¢s hacen sentarse a la gente delante de la peque?a pantalla y, ante ella, sentir que no est¨¢n perdiendo el tiempo, ya que se les ofrece inteligencia y no suced¨¢neos.
La proyeci¨®n de dos pel¨ªculas magistrales, dos obras fundamentales del cine, como son Ordet y La madre, parece haber sido el disparo de salida de una nueva carrera de TVE hacia la dignificaci¨®n de sus muy deteriorados espacios cinematogr¨¢ficos. Este espl¨¦ndido comienzo, al que hay que a?adir la emisi¨®n esos mismos d¨ªas de El ¨²ltimo magnate de Elia Kazan, no puede, si se le toma como augurio, ser mejor de lo que ha sido. Pero lo bueno es que lo ocurrido el pasado fin de semana no tiene pinta de ser, como hasta ahora ven¨ªa ocurriendo, un par¨¦ntesis o un islote, sino el aperitivo de un prolongado banquete, que va a hacer las delicias de los amantes del cine.
En un recuadro adjunto a estas columnas hemos seleccionado algunos de los t¨ªtulos de pel¨ªculas m¨¢s interesantes de los que la televisi¨®n va a emitir los pr¨®ximos meses. Se notar¨¢ que el cambio es fuerte respecto de la t¨®nica hasta ahora reinante y es indicio de que hay en TVE deseos de rectificar un est¨²pido y grave error, por lo dem¨¢s f¨¢cilmente subsanable.
Adem¨¢s de su capacidad natural para generar altas audiencias, la emisi¨®n de buen cine -y hay que recordar por en¨¦sima vez algo que los gobernantes de TVE parecen olvidar a veces: que dirigen un organismo que no es suyo ni de sus anunciantes, sino propiedad del pueblo- es una contribuci¨®n sin precio a la educaci¨®n de una sociedad que carece de tradiciones que le hayan afinado el buen gusto en esta parcela cultural, que es uno de los signos esenciales, por no decir el m¨¢s esencial, de la identidad de este siglo.
Saber ver cine no es siempre f¨¢cil. Hay veces en que incluso es francamente dif¨ªcil. Por ejemplo, la emisi¨®n de la genial y complej¨ªsima pel¨ªcula de Carl Theodor Dreyer Ordet sin una preparaci¨®n previa acerca de que se va a contemplar puede haber cogido desprevenida a much¨ªsima gente que, ante una pel¨ªcula que pulveriza las normas del cine digerido que habitualmente se emite, puede haber apagado su televisor por perplejidad, sin saber que con este acto rechazaba a lo m¨¢s sublime de un arte y un espect¨¢culo en el que abundan todo tipo de rastrer¨ªas.
Aprender a ver
Por ejemplo, la serie documental sobre cine titulada Secuencias, que emite la primera cadena, aunque la gama de asuntos que maneja es algo estrecha, est¨¢ sin duda contribuyendo a mejorar y afinar la escasa preparaci¨®n cinematogr¨¢fica de los espa?oles. Imaginemos lo que podr¨ªa conseguir una prograrnaci¨®n de pel¨ªculas escrupulosamente seleccionadas, sin concesiones -que a veces son vergonzosas, como ocurre en la p¨¦sima y puramente utilitaria programaci¨®n del Cine de medianoche- a las carteras publicitarias y acompa?ada de un buen despliegue did¨¢ctico que ayude al espectador a encontrar ante cada filme, por complejo que este sea, el punto de vista adecuado para fundirse en ¨¦l.
La semana pr¨®xima se emite El placer, una de las m¨¢s logradas obras de uno de los grandes del cine europeo, Max Ophuls. En un primer contacto con este autor, del que se han emitido ya algunas pel¨ªculas, el espectador desprevenido puede salir algo desorientado. ?No hay medios entretenidos y brillantes para darle algunas pistas que le sirvan para orientarse? Los hay y ah¨ª est¨¢n documentales de la serie Secuencias para demostrarlo. Otro tanto puede decirse de La madre de Pudovkin. No ser¨ªa dif¨ªcil encontrar fascinantes elementos para un peque?o pr¨®logo did¨¢ctico sobre lo que supuso para la historia del cine la eclosi¨®n en los a?os 20 de las vanguardias sovi¨¦ticas y, dentro de ellas, situar y desentra?ar algunas claves para entender las eminentes aportaciones de la obra de Vsevolod Pudovkin.
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