Los 'rambos'
LA DIFUSI?N mundial de las pel¨ªculas del h¨¦roe llamado Rambo coinciden con un cierto ascenso del fascismo temperamental, sociol¨®gico y hasta vagamente filos¨®fico, al cual pretenden nutrir y consolar de su importancia. Su llegada a Espa?a no ha sido demasiado espectacular, a pesar de la amenaza de bomba contra un cine que la proyecta, probablemente porque su casu¨ªstica es imposible. Es posible Superman porque tiene poderes a partir de los cuales se vuela o se levantan ferrocarriles de las v¨ªas, y todo entra en la l¨®gica: es imposible el h¨¦roe estrictamente humano, el cachas solitario, triste, p¨¢lido y col¨¦rico que quiere volver a ganar, ¨¦l solo, la guerra que se perdi¨® en Vietnam y todas las guerras que sea ¨¦l mismo capaz de desencadenar. La guerra contra los civiles -los pol¨ªticos- y su enga?osa tecnolog¨ªa: la destrucci¨®n final de los ordenadores y el simulacro de apu?alamiento del hombre de camisa y corbata que representa una forma no arriesgada del poder se enlazan con su uso portentoso del arco y las flechas y el cuchillo. El h¨¦roe lanza su mensaje final reclamando que todo el pa¨ªs -Estados Unidos- se vuelva como ¨¦l: un hombre-guerra.Ese fascismo latente no hubiera pasado de animar una pel¨ªcula de aventuras y atrocidades de no haber mediado una frase musitada por Reagan en el momento de la captura de rehenes americanos en L¨ªbano: indic¨® la conveniencia de enviar a Rambo a rescatarlos, con lo que se le identific¨®, sobre todo sus adversarios, con el personaje imposible. Puede que en la memoria del viejo caballista de Hollywood hubiera una nostalgia del S¨¦ptimo de Caballer¨ªa, pero en la actual mentalidad del presidente de Estados Unidos hubo una actuaci¨®n bastante m¨¢s prudente y m¨¢s realista. El ¨²ltimo presidente que envi¨® sus rambos al rescate de prisioneros fue Carter, con la tragic¨®mica aventura en Ir¨¢n, de horroroso resultado. Los rehenes de Beirut, como los de Teher¨¢n, fueron recuperados por unas operaciones pol¨ªticas que exclu¨ªan el hero¨ªsmo.
El nuevo fascismo, aparte del ara?azo de algunos esca?os en ciertos Parlamentos y de la recogida de votos protesta o de votos negativos, es apenas una caricatura del que surgi¨® en Occidente en los a?os veinte-treinta, en los que se hablaba de la tontuna de las democracias, de la morosidad de los pol¨ªticos y de su selecci¨®n inversa -los m¨¢s mediocres, pero los m¨¢s tozudos e incansables de las comunidades- y de la eficacia de los sistemas totalitarios. Se vio despu¨¦s el resultado atroz de esas falsas eficacias: el derrumbamiento total del nazismo entre mares de sangre e irracionalidad, la esclerosis del comunismo incapaz de sustentar su ilusi¨®n de vida. Por eso la reaparici¨®n de ahora es s¨®lo una sombra, atizada por la continuidad de lo mediocre en la textura pol¨ªtica, por una visi¨®n paranoica de la ciencia y de la t¨¦cnica y por la decadencia de las ideolog¨ªas prefabricadas como salidas definitivas. Las democracias se caracterizan porque no son entusiastas, sino resignadas y, por su propia definici¨®n, abiertas a todas las rectificaciones (cuando sus protagonistas no se alcifican y siguen siendo receptivos): en esa falta de principios fijos est¨¢ su grandeza, pero tambi¨¦n la escasa voluntad de fijaci¨®n de los m¨¢s d¨¦biles o de los m¨¢s inseguros.
El rambismo es probablemente menos importante, mucho m¨¢s fugitivo, de lo que se est¨¢ dando a entender. Aunque en Estados Unidos se vendan madelmanes con su figura o se estampe su cara y su nombre en las camisetas, y Reagan invoque su nombre fuera de c¨¢mara. Es, sobre todo, una operaci¨®n comercial, de un resultado realmente espl¨¦ndido, lo que indica ciertamente la existencia de un sedimento, pero nada m¨¢s. Lleva su destrucci¨®n consigo mismo, con su inverosimilitud y con la noci¨®n clara de que cualquier operaci¨®n real, peque?a o grande, con su filosof¨ªa, ser¨ªa catastr¨®fica. M¨¢s inquietante que el fascismo heroico es el rampante, el sinuoso el que trata de frenar las formas posibles de desarrollo de las sociedades civiles y de los recursos que puedan aportar. Est¨¢ m¨¢s cerca psicol¨®gicamente del fascismo invisible un hombre de poder formalmente democr¨¢tico que no sea capaz de permeabilizarse a las deas nuevas y a las necesidades de su pa¨ªs, que confunda media con mediocridad, que un mu?eco humano que, con la ley de la vida real operando inexorablemente sobre su aventura, habr¨ªa muerto totalmente apenas iniciado el rodaje.
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