El Ejercito franc¨¦s dio la orden de hundir el barco de Greenpeace
SOLEDAD GALLEGO-D?AZ, El barco ecologista Rainbow Warrior fue hundido y uno de sus tripulantes result¨® muerto como consecuencia de dos bombas que colocaron dos submarinistas de combate del Ej¨¦rcito franc¨¦s, que lograron regresar sanos y salvos a su pa¨ªs. El falso matrimonio Turenge, que se encuentra detenido en Nueva Zelanda, y la tripulaci¨®n del velero Ouvea, que tambi¨¦n logr¨® huir, participaron en el atentado como equipos de apoyo, y no como autores materiales. As¨ª lo afirma el diario Le Monde, que public¨® ayer una amplia reconstrucci¨®n de los hechos. Le Monde, que cita fuentes concordantes, mantiene que el atentado tuvo que ser realizado bajo la orden de altas autoridades militares.
En concreto, el diario cita a los generales Jeannou Lacaze, que era entonces jefe del Alto Estado Mayor (y que es actualmente consejero del ministro de Defensa, Charles Hernu) y al general Jean SauInier, su sustituto, que en la ¨¦poca del atentado (el 10 de julio) era jefe del Estade Mayor particular del presidente Fran?ois Mitterrand.Hernu neg¨® anoche que ¨¦l o alg¨²n servicio u organizaci¨®n dependiente de su ministerio hubiesen dado orden alguna para atacar al Rainbow Warrior.
Fuentes pr¨®ximas al primer ministro reaccionaron ante las revelaciones del diario recordando el compromiso de Laurent Fabius de entablar acciones judiciales si se demuestra que agentes franceses estuvieron implicados en el acto.
Seg¨²n la investigaci¨®n realizada por el peri¨®dico, en la fecha del hundimiento del buque insignia de Greenpeace se encontraban en Nueva Zelanda tres equipos militares franceses, y no dos, como se ha mantenido oficialmente hasta ahora. Este dato est¨¢ en contradicci¨®n con el informe elaborado a instancias de Mitterrand por el gaallista Bernard Tricot.
El documento oficial aseguraba que s¨®lo se encontraban en la isla el falso matrimonio Turenge -es decir, el comandante Alain Mafart y la capitana Dominique Prieur- y la tripulaci¨®n del Ouvea.
Los dos equipos, siempre seg¨²n la versi¨®n oficial, ten¨ªan encomendada ¨²nicamente una labor de informaci¨®n e infiltraci¨®n.
Los hechos, seg¨²n Le Monde, son muy distintos. Adem¨¢s de Mafait, que es el n¨²mero dos del Centro de Instrucci¨®n de Submarinistas de Combate de Aspretto, en C¨®rcega, fueron enviados tambi¨¦n a Nueva Zelanda otros dos compa?eros suyos del mismo centro, expertos en actos de sabotaje y encargados de colocar dos cargas explosivas en el Rainbow Warrior.
Los tres oficiales s¨®lo pod¨ªan actuar bajo ¨®rdenes del coronel Jean-Claude Lesquer, responsable de la Divisi¨®n Acci¨®n, de la Direcci¨®n General de la Seguridad del Estado (DGSE), quien, a su vez, tuvo que recibir instrucciones de su superior, el almirante Pierre Lacoste, director de la DGSE.
El semanario sat¨ªrico Le Canard Enchain¨¦ publicaba ayer una versi¨®n propia del sabotaje en la qu¨¦ mencionaba la participaci¨®n de "agentes extranjeros, muy probablemente brit¨¢nicos".
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El ministro de Defensa franc¨¦s conoc¨ªa la intenci¨®n del Ejercito de sabotear a Greenpeace
Viene de la primera p¨¢ginaLos informadores de Le Monde aseguran que el general Lacoste es un militar "altamente disciplinado" y que resulta inconcebible creer que actu¨® sin el consentimiento de los generales Lacaze y Saulnier. En el informe Tricot se dice que tanto el ministro de Defensa, Charles Hernu, como el general Saulnier conoc¨ªan la petici¨®n del director del Centro de Ensayos Nucleares de Mururoa de que el Ej¨¦rcito se anticipara a la campa?a antinuclear de Greenpeace, pero no se nombra al general Jeannou Lacaze.
Si se confirma esta reconstrucci¨®n de los hechos, la posici¨®n personal de Fran?ois Mitterrand y de su primer ministro, Laurent Fabius, estar¨ªa seria mente comprometida. Al parecer, el presidente de la Rep¨²blica fue alertado del esc¨¢ndalo y de la participaci¨®n del Ej¨¦rcito franc¨¦s, una semana despu¨¦s del atentado, por el ministro del Interior, Pierre Joxe, y no por el titular de Defensa. Para colmo, Mitterrand acababa de nombrar jefe del Alto Estado Mayor a Jean Saulnier.
El presidente, que ha calificado el atentado de criminal y absurdo, se habr¨ªa visto metido, seg¨²n otros comentaristas, en una trampa fabricada por uno de sus ministros y habr¨ªa reaccionado "en defensa de la raz¨®n de Estado y no de la justicia". Las mismas fuentes recuerdan que la campa?a electoral para las elecciones legislativas se inician dentro de muy pocos meses.
Laurent Fabius, por su parte, se ve en la contradicci¨®n de ignorar todo el esc¨¢ndalo o de cumplir su palabra y llevar ante los tribunales a dos oficiales del Ej¨¦rcito que actuaron cumpliendo ¨®rdenes y que, adem¨¢s, realizaron con ¨¦xito su trabajo, puesto que hundieron el barco y lograron escapar sin ser identificados, uno v¨ªa Nueva Caledonia y otro v¨ªa Australia.
Ambos submarinistas deben encontrarse en estos momentos en suelo franc¨¦s, protegidos por sus superiores, que, a todas luces, se negaron a revelar su identidad al investigador nombrado por Mitterrand. El esc¨¢ndalo amenaza con traer serias consecuencias al partido socialista, que celebra el pr¨®ximo mes de octubre su congreso.
Michel Pollack, director de uno de los programas m¨¢s populares de televisi¨®n, Derecho de r¨¦plica, se?alaba el pasado lunes que el esc¨¢ndalo Greenpeace tiene un lejano parecido con el asunto Dreyfus, que dividi¨® a Francia en 1898. "O se hace toda la luz, est¨¦ implicado quien lo est¨¦, o nos iremos ensuciando cada vez m¨¢s".
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