Ceuta, parada o retorno
Los 21 saharauis que han pedido asilo pol¨ªtico esperan bajo vigilancia policial la decisi¨®n de las autoridades espa?olas
ENVIADA ESPECIAL, La salida hacia la libertad que 21 saharauis iniciaron hace unos d¨ªas desde Marruecos se ha detenido en Ceuta. All¨ª esperan la decisi¨®n del Gobierno espa?ol, al que han solicitado asilo pol¨ªtico. Estos j¨®venes, de edades comprendidas entre los 18 y los 22 a?os, todos ellos estudiantes del Instituto Espa?ol en T¨¢nger, han protagonizado una historia en la que se entremezclan los silencios, los nervios, el miedo, la diplomacia, el andar con pies de plomo. Y todo en una peque?a ciudad, Ceuta, clave de uno de los principales contenciosos entre Marruecos y Espa?a.
La historia se remonta al pasado d¨ªa 3 o d¨ªa 4 -de la fecha exacta nadie se acuerda- cuando un comandante de aviaci¨®n, Eugenio S¨¢nchez Su¨¢rez, socio de la organizaci¨®n Aminist¨ªa Internacional (Al), llega a Ceuta. Hasta ese d¨ªa la ciudad gozaba de una enorme tranquilidad. A partir de entonces comienza una febril actividad, iniciada por S¨¢nchez Su¨¢rez, que contin¨²a una vez desaparecido ¨¦ste de la ciudad, cuando estamentos de la Administraci¨®n y organizaciones humanitarias tienen en sus manos dar soluci¨®n a lo que ha sido calificado por fuentes del Ministerio del Interior como "un grave problema diplom¨¢tico con el pa¨ªs vecino".A su llegada, Eugenio comenz¨® a buscar alojamiento para un grupo de "j¨®venes de un pa¨ªs africano" que no especific¨®, y cuya llegada, anunci¨®, se producir¨ªa en los pr¨®ximos d¨ªas. La persona finalmente escogida para llevar a cabo tal tarea fue Lucas del Valle 46 a?os, funcionario, terapeuta y ex socio de Aminist¨ªa Internacional-, ya que contactos anteriores con autoridades eclesi¨¢sticas no dieron resultado positivo. La misma Iglesia fue, seg¨²n Lucas del Valle, la que le aconsej¨® a Eugenio S¨¢nchez que la persona m¨¢s adecuada para la soluci¨®n del problema era el doctor terapeuta, a quien le pidi¨® su participaci¨®n. Y Lucas se olvid¨®. Hasta que el d¨ªa 10, martes, entre las dos y las tres de la tarde, recibi¨® una llamada telef¨®nica que le anunciaba: "Ya estamos aqu¨ª, en el jard¨ªn de la Rep¨²blica Argentina, somos cinco". Lucas, despu¨¦s de unos momentos de vacilaci¨®n, les cit¨® en el bar Norai y "nada mas verlos supe que eran saharauis". "Ven¨ªan demacrados, cansados, con los pantalones mojados; entonces me d¨ª cuenta de que ten¨ªa que ayudarles", afirma Lucas. Los saharauis abandonaron Marruecos por barco desde T¨¢nger -distante de Ceuta unos 40 kil¨®metros-, seg¨²n coinciden todas las fuentes.
Un tanto desbordado por lo que se le avecinaba, Del Valle intent¨® contactar con fuerzas pol¨ªticas de Ceuta, como el PSOE - "yo tengo all¨ª muy buenos amigos"-, y entidades, como la Cruz Roja, sin obtener ning¨²n resultado. "Atribulado y perdido, pero lleno de emoci¨®n", Lucas del Valle decidi¨® instalarlos a dormir en su casa, situada en el edificio conocido como Torre de La Marina, justo enfrente del mar. Esa misma noche, Eugenio S¨¢nchez llegaba nuevamente a Ceuta en el ¨²ltimo transbordador que une la ciudad con la pen¨ªnsula, el de las nueve de la noche. Y todos, saharauis y socios de Aminist¨ªa Internacional, se hospedaron en la casa de Lucas.
Por cuentagotas
Fue como un cuentagotas. Al d¨ªa siguiente llegaron otros dos. Nuevamente, y sin que hasta el momento las autoridades de Ceuta supieran de su presencia, Volvieron todos a pernoctar en el piso octavo de la Torre de La Marina, unos en el suelo, otros repartidos en las cuatro camas con que cuenta el domicilio y Eugenio S¨¢nchez en el sof¨¢ del sal¨®n. Por la noche un alto miembro del PSOE de Ceuta, alertado por el partido, telefonea a Lucas del Valle pregunt¨¢ndole que cu¨¢ntos saharauis albergaba. Un d¨ªa despu¨¦s, jueves, n¨²meros de la Polic¨ªa Nacional y polic¨ªas de paisano se presentaron con una orden judicial en el domicilio donde se alojaban los j¨®venes y, despu¨¦s de un registro "ordenado, y con un trato exquisito", en palabras de Lucas, los llevaron a todos "sin esposar" a la comisar¨ªa de polic¨ªa para tomarles declaraci¨®n. All¨ª, seg¨²n afirm¨® a este peri¨®dico Antonio Olondris, miembro del comit¨¦ ejecutivo de Amnist¨ªa Internacional, fuentes de la delegaci¨®n del Gobierno comunicaron a Eugenio S¨¢nchez y a Lucas del Valle que los saharauis iban a ser repatriados. S¨®lo cuando se dieron a conocer como miembros de Al "la actitud de la delegaci¨®n y de la polic¨ªa vari¨® totalmente", se?ala Olondr¨ªs. El resto de los saharauis que fueron llegando a Ceuta, hasta completar la cifra de 21, pasaron ya directamente por comisar¨ªa.
F¨¦rrea vigilancia
El delegado del Gobierno, el socialista Manuel Pel¨¢ez, espera que la situaci¨®n se resuelva lo antes posible, cuidando en exceso que este altercado no remueva el conflicto con el vecino pa¨ªs, Marruecos, que, en numerosas ocasiones, ha reivindicado como propia la ciudad de Ceuta. Hasta el momento, la situaci¨®n de los j¨®venes no ha variado. Contin¨²an instalados en la residencia de ancianos Nazareth, en la zona sur, donde emplean su tiempo enjugar a las cartas, o¨ªr m¨²sica, leer libros filos¨®ficos que ellos mismos solicitaron y descansar. Todo ello bajo la f¨¦rrea vigilancia de la polic¨ªa, que les impide cualquier movimiento, y de la asistencia de la Cruz Roja de la ciudad, que se ocupa de que no les falte de nada. Las personas que tienen acceso a ellos afirman que se encuentran muy altos de moral, "incluso han engordado", y como dijo Abdullah, el joven que se ha erigido en portavoz del grupo, "nosotros estamos dipuestos a permanecer aqu¨ª el tiempo que sea necesario". Lucas del Valle, que se ha erigido en cierta manera en protector de los j¨®venes, vive unos d¨ªas de gran excitaci¨®n, siempre pendiente de sus muchachos. "Como cristiano, nunca olvidar¨¦ esta aventura y la volver¨ªa a repetir mil veces" afirma Lucas en su casa, presidida por una gran fotograflia del papa Pablo VI, del que Lucas se define como ferviente admirador, y del que afirma: "Ese Papa s¨ª que ten¨ªa un par de reda?os".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.