R¨¦plica a Le¨®n Degrelle
Renuevo mi estupor al leer, en su edici¨®n del 16 de los corrientes, las opiniones que sobre mi carta, publicada en su diario el 31 de julio del presente, vierte L¨¦on Degrelle.Oculta la verdad el citado se?or al intentar rebatir algunas cifras expresadas en mi carta, demostrando con ello o bien una gran ignorancia o bien algo peor. Deber¨ªa saber Degrelle que de las 38 divisiones Waffen SS muchas no existieron m¨¢s que sobre el papel, y que, por regla general, todas aquellas cuyo n¨²mero de divisi¨®n superaba el 20 (entre otras, las n¨²meros 25 y 26 Ungarische n¨²mero 1 y Ungarische n¨²mero 2, la 33? Charlemagne, la 34? Landstorm Nederland y la 28? Wallonien) rara vez, tuvieron efectivos superiores al regimiento. Concretamente, los historiadores asignan a la 28? SS Freiwillingen Grenadier Division Wallonien unos efectivos de entre 3.000 y 5.000 hombres, como puede verse notoriamente inferiores a los de una divisi¨®n de verdad. Otro caso es el de la 21? Waffen Gebirgsdivision der SS Skanderberg, con reclutas de origen alban¨¦s, contabilizada por Degrelle y que jam¨¢s lleg¨® a formarse. En fin, seg¨²n la peculiar manera de contar del antiguo jefe de la Wallonien, habr¨ªa que contabilizar los efectivos de la Legi¨®n India, aut¨¦ntica legi¨®n de guardarrop¨ªa, formada por no m¨¢s de 500 hind¨²es prisioneros de los alemanes que, encuadrados en las SS, no sirvieron con otro fin que el de la propaganda. Asimismo ha de tenerse en cuenta que las divisiones se formaron paulatinamente (la Wallonien se convirti¨® en divisi¨®n en 1945), otro dato a a?adir al hacer cuentas, puesto que para cuando algunas de ¨¦stas se formaban otras estaban ya disueltas. Es decir, de un mill¨®n de hombres nada, y aquello de "todos voluntarios" habr¨ªa que discutirlo.
En todo caso, la discusi¨®n sobre el punto anterior es meramente acad¨¦mica, visto el hecho de que Degrelle despacha como "persecuciones locales", "destrucci¨®n de bienes y habitantes" y "muerte en combate" lo que en realidad son viles asesinatos perpetrados por miembros de las Waffen SS; estos hechos criminales tan alegremente despachados fueron suficientemente probados en juicio despu¨¦s de la guerra, y sobre sus responsables supervivientes a ¨¦sta cay¨® la pena de muerte.
Poco m¨¢s se puede decir, como no sea que Degrelle se erige en defensor de un ala marginal de las tesis sobre la gran mentira: a saber, Auschwitz, Treblinka, Dachau, etc¨¦tera, son un montaje propagand¨ªstico, las SS no cometieron genocidio y, colateralmente, las Waffen SS no cometieron ni un solo crimen de guerra; los perfectos caballeros, vamos.
La sola constataci¨®n de los horrores que algunos miembros de las Waffen SS cometieron deber¨ªa sonrojar a cualquier hombre de bien; sin embargo, en lugar de escuchar a su conciencia hay quien busca consuelo en la barbarie del pr¨®jimo. Triste consuelo.
Nada que a?adir por mi parte. Albert Speer, arquitecto en la Alemania nazi, nos habla en sus memorias de los deseos del art¨ªfice del III Reich, Adolfo Hitler, de que los grandiosos monumentos que se construyeran lo fueran utilizando unos materiales y formas de construcci¨®n que, al momento de su destrucci¨®n por el paso del tiempo, reflejaran la grandeza del r¨¦gimen que los mand¨® construir, era la est¨¦tica de las ruinas. Nada queda de aquello, ninguna ruina que nos hable de un pasado de grandeza, s¨®lo miserias que algunos se empe?an en enaltecer. -Gonzalo Vald¨¦s Ayesta.
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