El exilio y la tragedia latinoamericana, en filmes de Camus y Fischerman
Dos filmes en las ant¨ªpodas, uno espa?ol y otro argentino, que abordan id¨¦ntica tragedia, s¨®lo que a la inversa -uno sobre la llegada a Espa?a de un exiliado uruguayo y otro sobre el retorno a su tierra de un argentino-, han llenado de coherencia, con su contradicci¨®n rec¨ªproca, la jornada de ayer en el festival de San Sebasti¨¢n. A La vieja m¨²sica, de Camus, y Los d¨ªas de junio, de Fischerman, les separan las miradas de sus autores: ba?ada en niebla y pesimista, la del espa?ol; ba?ada en sangre y pese a ello, optimista, la del argentino. Ambos filmes son defectuosos, pero llevan dentro inteligencia y buen cine.
Camus, en La vieja m¨²sica, ha perseguido las idas y venidas del itinerario moral de un superviviente. Es un filme con un asunto dif¨ªcil de llevar a la pantalla porque carece de actos y gestos visibles.Es la historia, o la falta de ella, de un hombre instalado en una mentira, desde la que busca sus verdades perdidas. Su itinerario moral tiene paradas fugaces frente a las miradas de otros personajes. ?stos pasan, pero ¨¦l queda, y queda progresivamente solo, agarrado, como el n¨¢ufrago a una tabla, a esa mentira que acaba convirti¨¦ndose en su ¨²nica verdad.
El asunto tiene fuste literario, y tal vez a causa de esto, por la riqueza del gui¨®n, hay endeblez en las im¨¢genes. No es que la pel¨ªcula est¨¦ mal montada, ya que su mec¨¢nica tiene un alto dominio del oficio, sino que se trata de otra cosa menos gruesa y,casi al borde de lo inefable: el personaje central transita de personaje epis¨®dico en personaje epis¨®dico, pero estos fugaces interlocutores de su itinerario tienen una definici¨®n f¨ªlmica mucho m¨¢s precisa que ¨¦l, de tal manera que la fuerza de las partes debilita el todo.
Lo ef¨ªmero es m¨¢s s¨®lido en el filme de Camus que lo permanente. Cada personaje epis¨®dico tiene m¨¢s poder de convicci¨®n que el personaje eje, que est¨¢ en la pantalla de principio a fin. De otra manera: hay mejor cine en las ramas que en el tronco de esta pel¨ªcula.
Federico Luppi es un actor muy bien dotado y experto, pero, por poner s¨®lo dos ejemplos entre muchos, la rotunda construcci¨®n que de sus min¨²sculos personajes hacen Assumpta Serna y Antonio Resines vac¨ªa el esfuerzo de Luppi por dar credibilidad a su omnipresente personaje, que, en rigor, no es m¨¢s que una sombra de tal, lo que hace de La vieja m¨²sica un filme con buena salud en los miembros, pero enfermo en su m¨¦dula; un filme jalonado por vigorosos adjetivos, pero con la sustantividad averiada.
Ant¨ªpoda
La ant¨ªpoda argentina, Los d¨ªas de junio, de Alberto Fischerman, es una pesadilla con final al mismo tiempo amargo y optimista, puesto que tal pesadilla es reconstruida desde el despertar. Es una oscura y sinuosa averiguaci¨®n dentro del infierno de la vida argentina vista desde la libertad reconquistada.Se trata de un filme inteligente y complejo, peto tan sobrecargado de signos, que ¨¦stos le hacen, parad¨®jicamente, impenetrable por un exceso de penetraci¨®n; que resulta oscuro por la compulsiva necesidad de sus autores por echar luz sobre lo que narra. Tiene por ello algo de involuntario psicodrama.
El filme est¨¢ lleno de pasi¨®n comunicadora. Quienes lo han hecho saben, conocen, entienden de qu¨¦ hablan; pero tambi¨¦n, parad¨®jicamente, saben, conocen, entienden en exceso de ello. Su memoria no se ha decantado todav¨ªa, es demasiado reciente; acaban de despertar de un mal sue?o, y ¨¦ste a¨²n tiene adherencias opacas que enturbian su transparencia.
De otra manera, Los d¨ªas de junio es un filme con mucho volumen de contenidos y debilidad en la formalizaci¨®n cinematogr¨¢fica de ¨¦stos. El director no logra uniformidad ni en la interpretaci¨®n ni en los engarces entre secuencia y secuencia, lo que impide a ¨¦stas seguir un continuo narrativo, dram¨¢tico o po¨¦tico.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.