La burocracia y las dudas y obsesiones de Tola acaban con el programa 'Si yo fuera presidente'
Las "dudas y obsesiones" personales sobre el rumbo del programa, m¨¢s "la supremac¨ªa brutal del aparato burocr¨¢tico de RTVE" son las razones que influyeron en Fernando Garc¨ªa Tola para renunciar a seguir realizando Si yo fuera presidente, apenas un mes antes de emprender su tercer a?o en antena. Un programa que no tiene precedentes en ninguna televisi¨®n, que obtuvo altos ¨ªndices de audiencia y de aceptaci¨®n. "He quemado 45 f¨®rmulas distintas de hablar con la gente y ahora me pregunto si no estar¨ªa cayendo en la trampa de confundir a la gente real con la gente que a m¨ª me gusta".
"Mi prop¨®sito", afirma Garc¨ªa Tola, "ha sido ense?arle a la gente c¨®mo es la gente, ofrecer una panor¨¢mica de Espa?a, la de ahora o la que vamos a tener dentro de unos a?os, la calidad de vida, las ilusiones, el paro, la inseguridad, las desatenciones y abandono del mundo rural y tantas otras cosas, incluso el incumplimiento de promesas electorales por parte de los partidos. Han hablado en el programa 1.280 personas: el matem¨¢tico que explicaba lo que es un cero junto al afilador de cuchillos o la casta?era que nos contaba c¨®mo se proteg¨ªa del fr¨ªo, en decorados siempre distintos. Los consejos de ministros, el laberinto, el metro, el debate parlamentario, la chuerrer¨ªa de noche, el jurado, la plaza del pueblo..."."Yo habl¨¦ con ellos en todas las posturas: de pie, sentado, paseando y deambulando por el plat¨®, a la ventanilla, detr¨¢s de la mesa o. del mostrador, a veces como presidente, otras como entrevistador, como locutor, como comisario o como periodista. Y en el plat¨®, elementos perturbadores, como las dos personas jugando al billar al lado de la mesa del Consejo de Ministros. Hay mucha semi¨®tica en esto que digo, y de la seria".
"Creo que he tratado de hacer un programa fundamentalmente cultural y pol¨ªtico, desde el punto de vista de la civilizaci¨®n, de la cultura como ¨²til y herramienta, sobre lo que hay que saber para aumentar la calidad de vida. La cultura liberada, sin paredes, sin la Men¨¦ndez Pelayo, sin los barrotes del colegio. Adem¨¢s", contin¨²a Garc¨ªa Tola, "siempre he tenido la obsesi¨®n de ser divertido. Por eso, el programa era un espect¨¢culo, porque siempre sube alguien al escenario y hay un espectador que goza o que sufre, que se solidariza o lo rechaza. Los mejores programas han sido aquellos en los que, como dicen los toreros, me encontraba a gusto y pod¨ªa transmitir seguridad. Los peores, aquellos de los que yo mismo dudaba y estaba inseguro. En fin, he quemado 45 f¨®rmulas de hablar con la gente en un programa de televisi¨®n".
Esas dudas sobre la materia prima del programa, la gente y el propio Tola -"no me gusta que me llamen se?or; prefiero, como hacen algunos, que me digan el Tola, as¨ª, con el apellido convertido en mote, porque si de algo soy capaz es de transmitir familiaridad"- le asaltan de nuevo y le han movido a poner tiempo entre el programa y el futuro "para que se olviden del presidente".
Gente especial
"Yo ahora me pregunto si el espectador prefiere ver la gente retratada as¨ª, descarnada, si estaba cansada ya de esas f¨®rmulas, o si prefiere, como ocurre en otros programas, ver a los mitos, los l¨ªderes, los grandes prototipos. Pero, por otra parte, mi gran duda es si esa es la gente de verdad o s¨®lo la gente que a m¨ª me gusta. Por ejemplo, un pastor que hable como S¨®crates, que reflexione como Shakespeare y que sea tan divertido como Tip. Corr¨ªa el peligro de ir buscando siempre gente corriente especial, y esto es una contradicci¨®n, porque estaba creando una especie de jet con el ciudadano de a pie. Recuerdo que descart¨¦ un par de entrevistas porque cuando fui a montarlas me di cuenta que hab¨ªa acorralado a la persona y que, con mis trucos la obligaba a decir lo que yo quer¨ªa que dijera. Y eso es repugnante. Yo siempre he deseado que no me vieran como un divo, como el representante de una instancia superior, de la televisi¨®n".Garc¨ªa Tola cree que una de las soluciones que ten¨ªa el programa era convertirlo en cine: "Una pel¨ªcula hecha sin actores, sobre retazos de la vida y dejar abierto un microespacio para conectar el programa con la actualidad. Yo dej¨¦ caer esa sugerencia de grabar muchos programas antes de salir al aire y luego montarlo como si fuera cine". Pienso", dice, "que la televisi¨®n todav¨ªa est¨¢ por hacer. Nos faltan siglos de rodaje. Al sentirnos avasallados por la complejidad tecnol¨®gica, tendemos a justificamos, en el mejor de los casos, a trav¨¦s de los contenidos. Y luego est¨¢ ese rechazo de los intelectuales por el medio. Parad¨®jicamente, los intelectuales, escritores, artistas, periodistas, los que tienen ¨¦xito fuera. del medio, cuando acceden a la televisi¨®n, o pasan inadvertidos o no pasa nada. La televisi¨®n tiende a colorearlo todo de rutina, incluso se crea un prototipo de telespectador rutinario".
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