La plenitud de una vida
Nacido en 1898, Enrique Lafuente Ferrari pudo conocer todos los sinsabores y dificultades del investigador humanista en la tr¨¢gica historia contempor¨¢nea espa?ola. Con una labor tenaz y silenciosa, que ha sumado, a lo largo de los 87 a?os de vida, un cat¨¢logo de publicaciones que sobrepasa generosamente el medio millar de t¨ªtulos, el c¨¦lebre historiador y cr¨ªtico madrile?o ha encarnado las mejores cualidades intelectuales exigibles para el nada f¨¢cil programa de modernizaci¨®n cultural y cient¨ªfica de Espa?a.Lafuente Ferrari asisti¨® como testigo a numerosos acontecimientos hist¨®rios, que le llevaron a conocer el r¨¦gimen mon¨¢rquico de la restauraci¨®n, la dictadura del general Primo de Rivera, la II Rep¨²blica, la guerra civil, los casi 40 a?os de la dictadura del general Franco y la actual monarqu¨ªa constitucional, cada uno de los cuales supuso notables cambios y consiguientes modificaciones ideol¨®gicas, que no s¨®lo alteran el ritmo del trabajo intelectual, sino que constituyen un desaf¨ªo para la capacidad de quienes pretenden mantener despierta y ¨¢gil la mente y viva la ilusi¨®n.
Ni una ni otra abandonaron jam¨¢s a Lafuente Ferrari, que se mantuvo activo hasta el final, como lo demuestra el important¨ªsimo papel que protagoniz¨® en la presidencia de la Fundaci¨®n de los Amigos del Museo del Prado, cargo que estuvo desempe?ando desde su creaci¨®n, o su intervenci¨®n postrera en el comit¨¦ cient¨ªfico de Europalia 85.
60 a?os de trabajo
Si tenemos en cuenta que su primer art¨ªculo publicado data de enero de 1927, en la revista de vanguardia La Gaceta Literaria, y que su primer cargo docente lo obtuvo en 1930 en la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la universidad Complutense, nos hallamos ante casi 60 a?os de laboriosidad constante. Desde 1927 hasta 1985, salvo un par de a?os durante la guerra civil, ni un solo a?o dej¨® de aparecer alg¨²n escrito suyo.Conviene recordar que Lafuente Ferrari fue profesor de Historia del Arte desde 1930 hasta su jubilaci¨®n -universidad Complutense y Escuela Superior Central de Bellas Artes-; que perteneci¨® al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arque¨®logos desde 1930 y que fue vicedirector de la Biblioteca Nacional; que fue miembro de la Comisi¨®n Catalogadora y del Patronato del Museo del Prado, y, en fin, que ocup¨® la direcci¨®n de los museos de Reproduciones y de Arte Moderno.
Son ¨¦stas s¨®lo algunas de sus m¨²ltiples actividades desempe?adas, pero que entresaco ahora por lo que tienen de significativa muestra de quien ha frecuentado directamente la docencia, los archivos, las bibliotecas y los museos, que son los ¨¢mbitos principales donde se atesoran y estudian las obras del patrimonio art¨ªstico, y donde se difunde su contenido. En una palabra: que Lafuente Ferrari estuvo siempre presente en el laboratorio y en la c¨¢tedra, los pilares del conocimiento cient¨ªfico.
Con la vertebraci¨®n unitaria de un tema com¨²n -el arte-, esta variedad de cometidos no dispers¨® el saber y la sensibilidad de Lafuente Ferrari. Por el contrario, como todos los grandes historiadores del arte de la ¨¦poca contempor¨¢nea, fuera cual fuera su espec¨ªfica orientaci¨®n metodol¨®gica, Lafuente Ferrari no se encerr¨® en grotescos compartimientos estancos de especializaciones monotem¨¢ticas. La eventual sobreabundancia informativa, hoy adem¨¢s comparativamente rid¨ªcula con lo que puede almacenarse en un chip, se dilapida por la incapacidad de establecer relaciones y, en definitiva, de analizar el material acumulado.
Pasado y presente
Dentro de este sentido cr¨ªtico y perspectivista de lo hist¨®rico, Lafuente no s¨®lo se interes¨® en las m¨¢s diversas ¨¦pocas del pasado, sino tambi¨¦n en el presente pol¨¦mico -ha sido uno de los m¨¢s ilustres cr¨ªticos de arte de nuestro pa¨ªs-, lo que sin duda contribuy¨® a hacer m¨¢s aguda y flexible su capacidad visual para con los valores art¨ªsticos.Por otra parte, respondiendo al compromiso regeneracionista que impusieron como tarea ¨¦tica prioritaria de la cultura espa?ola nuestros m¨¢s l¨²cidos intelectuales, con Ortega y Gasset a la cabeza, Lafuente no temi¨® inmiscuirse en los grandes medios de difusi¨®n y colabor¨® permanentemente en muchos de los m¨¢s importantes diarios espa?oles de este siglo, desde el Ya de antes de la guerra civil hasta EL PA?S, de la transici¨®n democr¨¢tica. Fue, asimismo, director de prestigiosas revistas de arte -Arte Espa?ol-, colaborador asiduo en otras muchas, incansable conferenciante dentro y ftiera de nuestro pa¨ªs y promotor comisario de algunas de las exposiciones m¨¢s relevantes que se organizaron en Espa?a en los ¨²ltimos 50 a?os.
Con un curr¨ªculo semejante, es obvio que Lafuente alcanz¨® las m¨¢s altas distinciones en Espa?a y en el extranjero, entre las que pueden recordarse la de ser miembro de n¨²mero de las Reales Academias de Bellas Artes y de la Historia y el doctorado honoris causa por la universidad de Toulouse, adem¨¢s de estar en posesi¨®n de la Medalla de Oro de Bellas Artes.
Ello no quiere decir, sin embargo, que saliera indemne de muchas de las torpes zancadillas que la burocracia administrativa y el peculiar car¨¢cter de nuestro pa¨ªs ingenian para hacer m¨¢s dif¨ªcil o destruir la labor de los mejores. Su naturaleza circunspecta, su temple equilibrado suavemente ir¨®nico y, sobre todo su rechazo visceral ante el engreimiento, la fatuidad y la intriga, le dieron las fuerzas precisas para afrontar las contrariedades y llevar a cabo hasta el final una obra que hay que considerar entre las m¨¢s destacadas de la historiografia art¨ªstica espa?ola, de la que, siguiendo el ejemplo de su maestro El¨ªas Tormo, ha sido uno de sus pilares.
Tuve la oportunidad de tratarle con asiduidad en la ¨²ltima etapa, colaborando con ¨¦l en el seno de la Fundaci¨®n de Amigos del Museo del Prado. All¨ª, ya anciano, dio muestras de inteligencia, cordialidad, ilusi¨®n y generosidad propias del esp¨ªritu m¨¢s joven.
Es hermoso llegar a una edad tan avanzada con las facultades intelectivas y morales en su plenitud, pues, como afirman los versos de Keats, "no duele mucho morir cuando el verano muere en el c¨¦sped fr¨ªo".
Babelia
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