Parada y estancia en la capital de Europa
Bruselas encierra en sus muros toda la herencia del Viejo Continente
Gris y oro, opaca, g¨®tica, renacentista y barroca, con eterno aire de decorado usado durante siglos, transparentemente n¨®rdica con las primeras horas de la ma?ana, brillante y m¨¢s que nunca escenario teatral durante la noche -cuando los focos anuncian el comienzo de una inexistente funci¨®n-, la Grand Place es mucho m¨¢s que el s¨ªmbolo inevitable de Bruselas, el resumen rectangular de su historia. Tiene la belleza gastada de las muchas y acertadas reconstrucciones, la solidez de los espacios necesarios. Las primeras piedras datan del siglo XIII, y las ¨²ltimas, del siglo pasado. Incendios, bombardeos, destrucciones, no han robado un ¨¢pice de su hermosura, sino exigido arreglos m¨¢s lujosos, maquillajes m¨¢s brillantes.All¨ª se hace Bruselas ciudad, olvidando su car¨¢cter de parada y fonda con que empez¨® en la Edad Media. All¨ª s¨¦ hace sobre todo rica y burguesa, reflejo d¨¦ la prosperidad que iba alcanzando gracias al comercio y la pa?eria. All¨ª tambi¨¦n, rebelde y v¨ªctima: dos placas gemelas colocadas en el palacio del Rey repiten para siempre, en franc¨¦s y flamenco: "Ante este edificio fueron decapitados el 5 de junio de 1568 los condes de Egmont y de Hornes, v¨ªctimas del despotismo y la intolerancia de Felipe II". Rect¨¢ngulo desnudo, arquitectura disimulada por fachadas escult¨®ricas, remates recortados, estatuas de santos y nobles, frontones, columnas palladianas. S¨®lo por contemplar la Grand Place merece la pena el viaje.
La visita
Hay que hacerla por barrios, aunque, sin lugar a dudas, toda la zona centro, la m¨¢s interesante, conviene recorrerla a pie, como exigen las reglas viajeras. Primero de todo, detenerse, uno por uno, en los edificios de la Grand Place gu¨ªa en mano (la Michelin verde de B¨¦lgica y Luxemburgo en franc¨¦s, es sint¨¦tica y util¨ªsima), desde el Ayuntamiento hasta la ¨²ltima casa gremial.
En los alrededores, y siguiendo la Rue de l'Etuve y sus constantes indicaciones, se encuentra el c¨¦lebre Manneken Pis, la estatuilla del ni?o eternamente condenado a hacer aguas menores desde.una esquina de Bruselas, y a ser as¨ª -o bien disfrazado de la forma m¨¢s sorprendente- fotografiado por los sucesivos turistas.
Cuesta arriba -toda la ciudad es un sube y baja permanente-, la catedral de San Miguel, una impresionante obra que se debe sobre todo al g¨®tico, aunque tenga partes renacentistas y barrocas. Exterior e interior son realmente asombrosos. Confieso que no pude contemplar bien el interior debido a las tareas de restauracionen curso; pero, aun as¨ª, la grandiosidad y la acumulaci¨®n art¨ªstica se hacen evidentes. Las vidrieras son, sin duda, lo mejor.
M¨¢s en alto, el parque de Bruselas y la plaza de los Palacios, con el palacio Real y el palacio de la Naci¨®n, el lugar desde donde se gobierna el pa¨ªs. Casi pegada, la Place Royale, justo en la cima de una de las muchas colinas, un bell¨ªsimo espacio ordenado en el siglo XVIII y presidido por la estatua de Godofredo de Bouillon, desde donde se contempla, en m¨ª opini¨®n, la mejor vista de la ciudad. Justo delante se despliegan los jardines del Monte de las Artes y los suntuosos edificios de la biblioteca Albertina y los museos. Rue de R¨¦gence abajo, el Sablon, uno de los barrios de m¨¢s car¨¢cter y mejor conservados de la ciudad, con su hermos¨ªsima iglesia g¨®tica flam¨ªgera y la plaza irregular bordeada de edificios antiguos.
Una ¨²ltima parada dentro de este recorrido vertiginoso: la iglesia de Notre-Dame-de-la-Chapelle, inaugurando el barrio popular de Marolles, rom¨¢nica y g¨®tica, donde, seg¨²n se recuerda, fue incinerado el gran Brueghel el Viejo.
Y para los amantes de lo pintoresco, una indicaci¨®n: un paseo por la Rue des Bouchers, el callej¨®n del mismo nombre, y la Rue de la Montagne: all¨ª se encuentran algunas de las fachadas m¨¢s cuidadamente reconstruidas de la ciudad, y en las primeras, un constante ambiente festivo.
LOS MUSEOS
Son muchos y de desigual importancia. Hay dos pr¨¢cticamente imprescindibles: el de Arte Antiguo y el de Arte Moderno, reabierto en fecha reciente y donde se expone parte de Europalia. Los dos comunicados entre s¨ª e instalados en los palacios que se levantan en lo alto del Mont des Arts. Lo m¨¢s notable: las salas de la escuela flamenca de los siglos XV y XVI, en especial la dedicada a Brueghel, dentro del de Arte Antiguo; la sala dedicada a Magritte, en el de Arte Moderno.Un museo ¨²til para conocer la ciudad es el Comunal, instalado en la Maison du Roi, en la Grand Place: permite seguir paso a paso la historia y desarrollo de Bruselas.
COMPRAS
Es, de entrada, una ciudad cara para la peseta. Los famosos encajes que abarrotan las tiendas del centro, dirigidas a los turistas, tienen un precio altamente europeo, aunque valga la pena llevarse un tapete, unos pu?os o un cuello, todo de pura filigrana. Espl¨¦ndidas las antig¨¹edades y abundantes los objetos modernistas: el para¨ªso es la plaza del Sablon y sus alrededores, con una tienda especializada a cada paso. Y para todo tipo de compras, la Rue Neuve, peatonal, en el puro centro, la m¨¢s comercial de las calles de Bruselas.
FUERA DEL CENTRO
M¨¢s all¨¢ del per¨ªmetro pentagonal que delimita la Bruselas antigua, algunos lugares de inter¨¦s: el parque del Cincuentenario, con su conjunto de museos y jardines, muy pr¨®ximo a la sede del Mercado Com¨²n; la abad¨ªa de la Cambre, con una iglesia del siglo XIV, en Ixelles; el Museo Horta, instalado en los edificios que fueran la residencia y el taller del gran pionero del art nouveau, construidos por ¨¦l mismo, en Saint-Gilles; la casa de Erasmo, convertida en museo, en Anderlecht; el parque de Laeken, que rodea la residencia real (muy cerca, el Atomium, el famoso testimonio de la Exposici¨®n Universal de 1958); fuera ya de la llamada aglomeraci¨®n de Bruselas, el bosque de Soignes, una extensi¨®n de 4.300 hect¨¢reas cubierta de hayas.
EL VIAJE
Dos vuelos diarios comunican Madrid con Bruselas (Iberia-Sabena). El precio aproximado de ida y vuelta es de unas 50.000 pesetas. Internacional de Autocares tiene una l¨ªnea los martes y viernes desde Sevilla. Sin duda, una de las formas m¨¢s c¨®modas es el tren, tomando hasta Par¨ªs el Talgo o el Puerta del Sol, con la ¨²nica incomodidad de cambiar de estaci¨®n al llegar a Par¨ªs. Se sale a ¨²ltima hora de la tarde de Madrid o Barcelona y se est¨¢ en Bruselas al d¨ªa siguiente.
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