El hijo del contramaestre muerto no guarda rencor al Polisario
Guillermo Batista Hern¨¢ndez, hijo del contramaestre de El Junquito, no le guarda al Frente Polisario un rencor que ser¨ªa explicable por la muerte de su padre. Y es que Guillermo, de 38 a?os y unos 24 en la mar, fue capturado por el Polisario en 1980, cuando era tripulante del Costa de Terranova, y permaneci¨® retenido cerca de dos meses."Pasas mucho miedo", dice, "y adem¨¢s hac¨ªa poco que hab¨ªa desaparecido el Cruz del Mar. Pero no tuvieron con nosotros ni malas palabras ni nos amenazaron nunca, y no nos falt¨® de nada".
Curiosamente, los pescadores canarios que alguna vez han sido retenidos por el Frente Polisario a su vuelta a las islas se han convertido en los mejores propagandistas del Frente.
Saharauis y canarios han sido siempre "como hermanos", puede afirmar cualquier pescador en el puerto. Unas relaciones que ahora pueden agrietarse por la muerte de Guillermo Batista. Aunque su hijo afirma que "dentro de un par de meses la cosa se calmar¨¢ y todo seguir¨¢ como antes".
Mientras, en el peque?o comedor de su casa, toda la familia, sentada en torno a la viuda, Socorro Hern¨¢ndez, como si ella fuese el eje del dolor, aguarda la devoluci¨®n del cad¨¢ver y el regreso de los compa?eros.
La espera por el retorno de los tripulantes retenidos se hace infinita tambi¨¦n en el domicilio de Pedro Morales, el armador de El Junquito, profundamente afectado por la muerte del contramaestre y la retenci¨®n de los tripulantes.
Su hijo, de nombre tambi¨¦n Pedro, ha sido tripulante y patr¨®n tanto en El Junquito como en el otro barco que poseen, El Yasmina. "Estoy completamente seguro de que ha sido un accidente", opina, "pero estamos destrozados, sobre todo mi padre. La del contramaestre era la familia que m¨¢s tiempo llevaba con nosotros, y ¨¦l muchas veces me ense?¨® a ser un hombre".
"Lo m¨¢s duro" concluye Pedro Morales "fue cuando no sab¨ªamos qui¨¦n hab¨ªa fallecido y tuvimos a siete casas llorando a un muerto". El dolor y la preocupaci¨®n no es s¨®lo por su hermano Antonio, marinero de El Junquito, pues como ¨¦l mismo dice "mis hermanos son ahora todos".
En el puerto, tras el incidente de El Junquito, hay miedo y temor a volver a la zona. Pero casi todos seguir¨¢n yendo a pescar all¨ª, una vez que con el tiempo quede olvidado el incidente. "?ramos conscientes de que un d¨ªa nos iba a tocar morir a uno", dicen, "pero de qu¨¦ vamos a comer. Es nuestro ¨²nico territorio para faenar y s¨®lo queremos que nos dejen pescar en paz".
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