Estados Unidos-Per¨², primeras escaramuzas
A ra¨ªz de la intervenci¨®n del presidente peruano Alan Garc¨ªa en las Naciones Unidas, surgen los primeros indicios de un cierto malhumor norteamericano hacia la pol¨ªtica del dirigente andino.El interrogante b¨¢sico es el siguiente: ?hasta d¨®nde puede el Gobierno de Ronald Reagan asimilar una nueva versi¨®n del nacionalismo revolucionario latinoamericano?
Para responder hay que tener claro cu¨¢les son los factores irritantes en la pol¨ªtica del joven l¨ªder peruano. Al respecto, est¨¢ claro que el principal incordio para la Casa Blanca est¨¢ en su decidido apoyo a Nicaragua y, por tanto, al ortodoxo principio de no intervenci¨®n. Garc¨ªa ha dicho claramente que la defensa de la soberan¨ªa latinoamericana se juega en Nicaragua. Per¨², por tanto, ha asumido un papel de liderazgo en la formaci¨®n del bloque de apoyo al Grupo de Contadora.
En lo econ¨®mico, los golpes a intereses norteamericanos son diversificados: el pago condicionado y limitado ofrecido a los acreedores de la deuda externa, la fulminante rescisi¨®n de los contratos petroleros, la descalificaci¨®n abrupta del Fondo Monetario Internacional, motejado pr¨¢cticamente de encubridor de los desajustes monetarios de Estados Unidos. Frente a esto, dos factores positivos: primero, la espectacular batida contra el tr¨¢fico de drogas, con beneficio inmediato y directo para la sociedad norteamericana, que es el mayor mercado consumidor de la droga peruana; segundo, el distanciamiento institucional e individual con aquello que los norteamericanos llaman la conexi¨®n sovi¨¦tico-cubana: ah¨ª est¨¢ la rotunda cr¨ªtica de Garc¨ªa a la tesis de la URSS como aliado natural de los pa¨ªses no alineados y su ahora ¨¢spera pol¨¦mica con Fidel Castro.
Una cierta comprensi¨®n
Un an¨¢lisis de estos factores muestra al Gobierno peruano inclin¨¢ndose en esa angosta trocha democr¨¢tica que se desliza entre la socialdemocracia europea, estilo Felipe Gonz¨¢lez, y el comunismo en cualesquiera de sus versiones. Se trata precisamente de un nacionalismo revolucionario y antiimperialista, cuya paternidad -como reconoce Garc¨ªa- corresponde al extinto l¨ªder aprista V¨ªctor Ra¨²l Haya de la Torre. En Washington no aprecian, mucho este tipo de nacionalismo. En 1969 el informe Rockefeller lo calific¨® como "llameante", explicando que conduce "a tratar de independizarse m¨¢s de la influencia y poder de Estados Unidos'.Sin embargo, un informe de la muy conservadora Heritage Foundation, suscrito por Esther Wilson Hannon el 23 de julio pasado, se?ala que, a despecho del nacionalismo antiimperialista del APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana), debe apoyarse al Gobierno de Per¨². La autora recuerda que Haya de la Torre evolucion¨® hacia la moderaci¨®n "como resultado de la mejorada imagen de Estados Unidos bajo la pol¨ªtica del buen vecino de los a?os treinta".
Un l¨ªder pragm¨¢tico
Tambi¨¦n reconoce que el Gobierno aprista era la ¨²nica alternativa democr¨¢tica frente al terrorismo antisist¨¦mico y a los partidos de la izquierda marxista. Agrega que "muchos analistas norteamericanos consideran a Garc¨ªa esencialmente pragm¨¢tico, por encima de su tendencia a la ret¨®rica de izquierda". No se le escapan a la doctora Wilson las razones estrat¨¦gicas y geopol¨ªticas: la Uni¨®n Sovi¨¦tica tiene presencia en Per¨² como proveedora de armas pesadas y el pa¨ªs tiene puertos sobre el Pac¨ªfico, que ser¨ªan preciosos para la armada norteamericana en la consabida hip¨®tesis de la inutilizaci¨®n del Canal de Panam¨¢.Conclusi¨®n de la autora: "Sin apoyo significativo de Estados Unidos, Per¨² puede ser la primera democracia nueva que caiga en el hemisferio". Lo cual -agrega- traer¨ªa consecuencias m¨¢s all¨¢ de sus fronteras; por ejemplo, los reg¨ªmenes militares de Paraguay y Chile. Ahora el apoyo norteamericano significa, para la doctora Wilson, impulsar el crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs y no la austeridad. Cosa que, a su vez, implica no solidarizarse con el Fondo Monetario Internacional ni con la banca acreedora, en sus presiones por un pago ortodoxo de la deuda.
Como puede apreciarse, se trata de un, posici¨®n similar a la que viene sosteniendo Henry Kissinger, y, al parecer, cuenta con la simpat¨ªa de la propia embajada de Estados Unidos en Lima. Pero, desgraciadamente, ya no existe una pol¨ªtica del buen vecino con Am¨¦rica Latina. Y, en lugar del pragm¨¢tico Franklin D. Roosevelt, hoy ocupa la Casa Blanca un Ronald Reagan ideologizado, partidario de pol¨ªticas musculosas y escarmentadoras.
S¨®lo en el mundo de las tesis podr¨ªa pensarse en una pol¨ªtica centroamericana como la de Garc¨ªa que resulte totalmente impune en Washington. Al respecto, est¨¢ por conocerse el efecto que tuvo la visita a Per¨² de Harry Schlaudeman -el embajador especial de Reagan para centroamerica- la semana previa a la exposici¨®n de Garc¨ªa ante la ONU, visto, por cierto, el ostensible vac¨ªo en que cayeron sus recomendaciones.
Sugerente resulta tambi¨¦n la frialdad con que acogi¨® el discurso del presidente peruano el delegado de Estados Unidos ante la ONU. Vernon Walters no aplaudi¨® ni por cortes¨ªa, y no se acerc¨® despu¨¦s a presentar su saludo protocolar al orador. En cuanto a la posterior entrevista con George Shultz, fue descrita como "sincera y directa". Eufemismo diplom¨¢tico que suele describir una gama de ambientes que van desde la frialdad a la pol¨¦mica. Al parecer, el secretario de Estado estim¨® que hubo p¨¢rrafos insultantes en el discurso del l¨ªder peruano.
As¨ª, el episodio de la ONU dista de marcar el comienzo de un idilio o de esa respetuosa discrepancia que caracteriza las relaciones del conservador Reagan con el socialista Felipe Gonz¨¢lez; m¨¢s bien permite deducir que el propio Reagan est¨¢ molesto con Garc¨ªa. Y no s¨®lo por la franqueza de ¨¦ste ante el organismo mundial, sino porque, antes, habr¨ªa rechazado una propuesta de incitaci¨®n para visitarlo en la Casa Blanca el 24 de junio, es decir, previo a la transmisi¨®n del mando en Lima. Es un antecedente curioso, sobre el cual no hay versi¨®n oficial ni en Washington ni en Lima.
Labor de zapa
En este contexto, los poderosos lobbies del petr¨®leo y de la banca pueden encontrar facilidades extras para una labor de zapa. Como se sabe, estos lobbies no suelen guiarse por an¨¢lisis acad¨¦micos ni considerar que la manutenci¨®n de la democracia al sur del r¨ªo Grande sea una prioridad importante.Problemas normales de una intervenci¨®n estatal transitoria, en el caso de las empresas petroleras, pueden convertirse en un casus belli.
Cabe preguntarse si el Gobierno peruano est¨¢ en condiciones de orientarse al interior de la discusi¨®n que ha provocado en Estados Unidos. Si realmente sabe qui¨¦n es qui¨¦n en su espectro pol¨ªtico. Si dispone de buenos gu¨ªas en el complejo laberinto de los lobbies y de los dispersos centros de poder de una sociedad tan compleja como la norteamericana. Estos son requisitos necesarios para descifrar los primeros enigmas que est¨¢ proponiendo el Gobierno norteamericano. Por ejemplo, la aplicaci¨®n de la enmienda Brooke-Alexander por dos impagos de aproximadamente 2,5 millones de d¨®lares y, acto seguido, un par de donaciones de la Agencia Internacional para el Desarrollo (AID) por un monto de nueve millones de d¨®lares. La AID es, justamente, una de las agencias gubernamentales de EE UU protegida por la enmienda Brooke-Alexander.
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