Carretero entra en ¨®rbita

JOAQU?N VIDAL Varios novilleros han entrado en ¨®rbita a lo largo de este trampo final de la temporada. Se les ha visto torear y bien: por eso. Jos¨¦ Antonio Carretero es uno de ellos y ya planea, ingr¨¢vido, por los espacios siderales, orbitando en torno al olimpo de las figuras. Si persevera y acaba entrando en el olimpo, es cuesti¨®n que pertenece al ¨¢mbito de lo prof¨¦tico.De momento, ayer, con novillos encastados, ensay¨® el toreo cl¨¢sico, y le sali¨® de dulce.

Hubo en su actuaci¨®n pasajes importantes: las dobladas a su primero, cargando la suerte, bajando la muleta, que hurtaba a la codicia del novillo retir¨¢ndosela por bajo el morro. 0 la forma de plantear el toreo al natural, bien cogido el estoquillador, adelante el enga?o. Y cuando sinti¨® en plenitud su torer¨ªa, la lidia que dio al sexto, por ver¨®nicas, galleando chicuelinas, los lances a una mano para poner en suerte a la fiera.

Bien es verdad que a caballo hab¨ªa otra, o eso parec¨ªa; alguien provisto de carnicera puya, que bland¨ªa ferozmente para partir la espalda al novillo. Qued¨® ¨¦ste lamentando haber nacido y acept¨® el dominio del, diestro orbital, que instrumentaba naturales sobrado de valor. Se apreciaron defectillos t¨¦cnicos, que le obligaban a rectificar terrenos, pero son propios de novillero y la experiencia se los corregir¨¢.

Sus compa?eros de terna gozaron de menor fortuna. Tanto Sese?a como Bote exhibieron estilo en sus primeros novillos, que salieron boyantes, y estuvieron decorosos en los otros, que salieron mulos. Bastante es, y a¨²n tienen m¨¢s cosas que decir. Los novilleros cambian mucho, hasta f¨ªsicamente. Bote, por ejemplo, que era hasta hace nada un chiquilicuatro, apareci¨® ayer alto y fortach¨®n como un cabo de gastadores. Tambi¨¦n pose¨ªa, hasta hace nada, un toreo de filigrana, y el que ejecut¨® ayer era de consumo. Cuando defina su personalidad ajustar¨¢ su toreo. Banderille¨® vulgar y Carretero le gan¨® la partida en esta suerte. Carretero ten¨ªa su d¨ªa fastuoso. Pero ha entrado en ¨®rbita y ya no puede perder nunca la ingravidez, pues un batacazo desde esa altura ser¨ªa la desconcatenaci¨®n.