Casi una gran comedia
Las leyes sobre las que se urde en cine la comedia son intrincadas Se descubren con relativa facilidad cu¨¢les son o, si est¨¢n ausentes, cu¨¢les deben ser los ingredientes que hacen de, por ejemplo, un melodrama tal cosa y no otra Otro tanto se puede decir de lo g¨¦neros o estilos cinematogr¨¢fico susceptibles de ser imitados como modelos. ?Pero qu¨¦ pasa con una comedia? Destripar, por enrevesado que sean, los circuitos que cargan de electricidad emocional a un thriller, a un western o a un drama rom¨¢ntico est¨¢ m¨¢s a mano que hacer otro tanto. equivalente con ese asunto tan pr¨®ximo y, no obstante, tan inefable que llamamos comedia.
Como el agua, los el¨¢sticos mecanismos de la inventiva que hacen de este tipo de pel¨ªculas un modelo distinguible de los otros se nos cuelan entre los dedos de la retentiva, y, una vez que han pasado, se nos, hace cuesta arriba re construirlos con aquivalencias conceptuales.
Buscando a Susan desesperadamente
Direcci¨®n: Susan Seidelman. Gui¨®n: Leora Barish. Fotograf¨ªa: Ed Lachman. Producci¨®n de Sarah Philsbury y Midge Sanford. Norteamericana, 1985. Int¨¦rpretes: Rossana Arquette, Aidan Quinn, Madonna, Robert Joy.Estreno en Madrid: cines Real Cinema, Paz, Richmond y Vaguada.
S¨®lo hay dos asideros conocidos -el resto son especulaciones- para descubrir c¨®mo este modelo f¨ªlmico act¨²a sobre el espectador, qu¨¦ calambres hacen respingar en ¨¦l sus ¨²ltimos reductos de asombro.
El primer asidero es que en la comedia las cosas m¨¢s esperables sobrevienen como sobresaltos in esperados; los sucesos m¨¢s cotidianos ocurren de manera que parecen incursiones de l¨®gica gal¨¢ctica; lo que nos hace frotarnos los ojos con incredulidad mientras una comedia ocurre, una vez ocurrido, descubrimos que era obvio que as¨ª ocurriese, que todo nos llevaba a ello.
De otra manera: el sello de la comedia es el desvelamiento como ins¨®lito de lo sabido, el hallazgo del sustrato casi absurdo que reposa bajo todo lo razonable. He dicho casi, y ¨¦ste es el otro asidero: la comedia se dibuja con esa suave y casi invisible textura aguada que llamamos media tinta.
Suave tinte
Buscando a Susan es una verdadera comedia y esto es mucho decir, porque la mayor¨ªa de las que as¨ª se titulan s¨®lo simulan serlo, en un turbio quiero y no puedo. Los dos asideros formales a que me he referido anteriormente est¨¢n en Buscando a Susan en estado puro, casi ingenuo. Lo que ocurre es familiar, reconocible y, tal como aparece, se ve por primera vez. Pero esto no est¨¢ trazado con las bruscas, l¨ªneas de la farsa, sino con ese tinte suave que hay bajo las cosas abruptas y que permite contar ferocidades con soniquete de cue0to de abuelita.
Exactitud y ligereza
Para llegtar a ser una gran comedia, a Buscando a Susan le falta precisi¨®n en el ritmo, defecto imputable a la directora, que tiene talento, pero que le quedan restos de inexperiencia en el juego con los complejos aspectos formales de este tipo de cine, que requiere al mismo tiempo exactitud de ge¨®metra y ligereza de lince en la direcci¨®n. El gui¨®n est¨¢ bien ordenado y es superior a la direcci¨®n. Los actores crean actitudes a la altura de las necesidades de los giros del gui¨®n.
El fallo de ritmo de Buscando a Susan se podr¨ªa resumir en una carencia de trepidaci¨®n en el interior de algunas secuencias y de falta de contraste en los engarces y encadenados entre secuencia y secuencia.
Esto disminuye el encanto del relato, su facilidad. La comedia, que fue una de las glorias de? Hollywood muerto, renace no obstante en filmes como ¨¦ste, que, sin alcanzar la plenitud, nos devuelven su aroma perdido.
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