Toreo bueno en homenaje a Yiyo
Plaza de Colmenar. 19 de octubre. Festival homenaje a Yiyo.
Reses de Benita Sanz, Cebada, Guateles, Carmen Camacho, Marcos N¨²?ez, Algarra, La Ermita y Juan Juli¨¢n Sanz
Curro Bedoya, oreja. Anto?ete, oreja. Julio Robles, dos orejas. Jos¨¦ Luis Palomar, dos orejas. Carlos Arag¨®n Cancela, oreja. Luis Cancela, vuelta. Carretero, oreja. Serranito, oreja.
Cada cual sac¨® el mayor sentimiento y el mejor toreo que lleva dentro para homenajear a Yiyo. El llorado matador, fallecido hace poco en esta misma plaza, estuvo presente en el ¨¢nimo de todos durante la corrida, desde el impresionante minuto de silencio antes del pase¨ªllo, hasta la ovaci¨®n de gala con que el abarrotado grader¨ªo premi¨® a los ocho matadores del cartel cuando, al caer la tarde, abandonaban el ruedo.Hab¨ªan hecho, los ocho, el m¨¢ximo esfuerzo por ofrecer un espect¨¢culo de calidad en honor del compa?ero de tantas tardes, de un chiquillo lleno de ilusiones y de vida que una mala asta trunc¨® salvajemente parti¨¦ndole el coraz¨®n. Las expresiones de los toreros advert¨ªan su emoci¨®n y, cuando ce?¨ªan las suertes, el riesgo y el af¨¢n de perfeccionar los c¨¢nones eran tambi¨¦n homenaje a la torer¨ªa que cay¨® vencida aquella cercana tarde de agosto en Colmenar.
Luego, unos estaban en vena de aciertos y otros no tanto. As¨ª, Anto?ete, indiscutible ¨ªdolo de la afici¨®n, no lograba acoplarse con el encastado toro y, salvo una ver¨®nica y un redondo, la maestr¨ªa s¨®lo alent¨® en la ilusi¨®n del p¨²blico. As¨ª, Palomar alcanzaba el otro v¨¦rtice de la inspiraci¨®n.
Palomar llen¨® de sensibilidad y templanza su toreo de capa, combinando ver¨®nicas cargada la suerte, suaves chicuelinas, una tijerilla, improvisada en ligaz¨®n perfecta con los dem¨¢s lances, el recorte a una mano. Prendi¨® valerosos pares de banderillas y uno de ellos lo dej¨® enhiesto, como trofeo sobre el morrillo altivo. Lo dej¨® a la antigua usanza, cuando los banderilleros reun¨ªan y clavaban verticales los palos, firme el golpe de arriba abajo.
Su faena de muleta, instrumentada al hilo de la flojedad del toro, tuvo la coronaci¨®n de una sensacional estocada recibiendo, perfectamente ajustada a la regla de oro de la suerte: la mano de empu?ar el acero, a la altura de corbat¨ªn; la que de verdad mata -la izquierda-, muy abajo obligando a humillar y vaciando con temple.
El gesto se le crisp¨® al bravo soriano cuando recib¨ªa las orejas, las mostr¨® al cielo, donde buso¨® a Yiyo con una fugaz mirada, y apret¨® los dientes para contener las l¨¢grimas y para que no se le escapara otro ?Mecachis en diez!
El principio de la faena de Julio Robles ten¨ªa la escuela brillante de Domingo Ortega, sometiendo la embestida, and¨¢ndole al toro, en demanda de los medios para repetir el dominio y el arte. All¨ª abri¨® el comp¨¢s en redondos de largo recorrido, pero el toro ten¨ªa corta la embestida y acab¨® por no admitir la hondura de los pases.
Tambi¨¦n Carlos Arag¨®n cuaj¨® redondos bellos, ligados co n asombrosa facilidad. Luis Cancela estuvo pundonoroso con el peor toro de la corrida. Carretero repiti¨® el buen estilo de su toreo, que le tiene en ¨®rbita. Curro Bedoya realiz¨® un rejoneo de categor¨ªa. Y el becerrista Serranito exhibi¨® apuntes de buena t¨¦cnica con un eralillo revoltoso y rab¨®n, que a veces se le echaba encima, seguramente para jugar. El mayor sentimiento y el mejor toreo de cada cual hab¨ªan rendido homenaje a Yiyo, y as¨ª pasar¨¢ a la historia el emotivo festival de Colmenar
Babelia
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