Accidentes laborales: la hora de la reflexi¨®n
A la situaci¨®n de enfermedades profesionales, accidentes laborales y destrozos del h¨¢bitat se ha llegado porque para las empresas es m¨¢s rentable invertir en aumentar la productividad que en elevar la seguridad, porque importan m¨¢s los beneficios privados que los destrozos p¨²blicos. Pues bien, en vez de plantear estas cuestiones esenciales, otros sindicatos han pretendido aprovechar la tragedia para culpar a la gesti¨®n socialista, cuando todos los afectados deber¨ªamos estar de acuerdo en un compromiso hist¨®rico irrenunciable: dignificar, despu¨¦s de tantos empe?os fallidos, la vida y el trabajo del minero.Y pasados los momentos m¨¢s dram¨¢ticos y tensos -que no hay seguridad alguna de que en cualquier momento no puedan volver a repetirse- es buena ocasi¨®n para realizar una reflexi¨®n serena sobre lo sucedido en sus dos dimensiones mas inmediatas: sobre los accidentes y sobre las reacciones provocadas por los accidentes.
Empezar¨¦ por ¨¦stas, y lo har¨¦ con toda claridad. Se ha producido una utilizaci¨®n pol¨ªtica y sindical de la tragedia minera, poniendo los dram¨¢ticos accidentes al servicio de la posici¨®n que cada organizaci¨®n defiende. Examinando las opiniones de responsables pol¨ªticos y sindicales respecto de las causas de la alta siniestralidad minera hay, en efecto, una constante: cada uno atribuye los accidentes a la causa que le conviene. Para quienes rebatieron el Estatuto Minero, esta norma principal¨ªsima es la responsable, y hay que reformarla; para quienes combatieron a sangre y fuego innovaciones en materia de contrataci¨®n temporal, ¨¦sta es la causa real de los accidentes, sin tomarse la molestia de comprobar que la pr¨¢ctica totalidad de las v¨ªctimas ten¨ªa una relaci¨®n contractual fija; para la oposici¨®n, la culpa fue de la Administraci¨®n; para alg¨²n pol¨ªtico demasiado vinculado, a ciertos sectores empresariales de la miner¨ªa lo ocurrido no es totalmente independiente de la corta subida de precios oficiales del carb¨®n, que se supone impide invertir m¨¢s en seguridad. Cosas as¨ª hemos tenido que o¨ªr o leer, mientras nadie asum¨ªa su propia cuota de responsabilidad: la culpa era de los otros, y los otros eran siempre los antagonistas pol¨ªticos o sindicales.
Alto balance
No es de extra?ar, por tanto, que la gran familia minera se haya desentendido un tanto de toda esa serie de motivaciones interesadas y oportunistas, neg¨¢ndose a dejarse instrumentalizar y contemplando este rosario de opiniones con actitud de tristeza y escepticismo.
Hablemos de los accidentes. ?Deben buscarse causas extraordinarias para la siniestralidad minera en. el a?o que est¨¢ transcurriendo? Deber¨ªa intentarse esa b¨²squeda si ¨¦ste fuera un a?o en que hubieran ocurrido situaciones cuantitativa o cualitativamente distintas de per¨ªodos anteriores. Sin embargo, no puede afirmarse solventemente que haya sido as¨ª. El a?o en curso arroja uno de los balances m¨¢s altos de la ¨²ltima d¨¦cada en siniestralidad y en accidentes mortales, pero no representa una ruptura dr¨¢stica con la tendencia. El diferencial de este a?o -que, en todo caso, existe- es f¨¢cil de interpretar: el resurgimiento del carb¨®n hizo afluir hacia esta actividad a empresarios poco escrupulosos, que hicieron renacer explotaciones marginales, y a trabajadores inexpertos, empujados hacia una actividad por ellos indeseada por la presi¨®n del desempleo.
Pero la gravedad del problema, y en esto he de discrepar con muchas de las opiniones vertidas, reside precisamente en que lo ocurrido este a?o sigue la misma tendencia de un per¨ªodo de muchos a?os.
Lo grave, y que debe mover nuestra preocupaci¨®n, no es la excepcionalidad de 1985 en el precio de vidas que han pagado los mineros, sino precisamente el que este a?o, siendo como est¨¢ siendo particularmente negativo, no pueda considerarse excepcional, sino que expresa la triste continuidad de un drama laboral.
En consecuencia, la pregunta que todos los responsables deben formularse es la de si se est¨¢n se?ando las bases estructurales firmes para modificar esta tendencia.
El Estatuto del Minero
Mi opini¨®n es que la actual Administraci¨®n socialista, tanto a nivel central como al de los Gobiernos aut¨®nomos, est¨¢ dando lo! primeros pasos para la correcci¨®n de la inquietante tendencia de accidentes en la mina. El Estatuto del Minero, promulgado en 1984, constituy¨® un avance legal important¨ªsimo, aun cuando contenga aspectos susceptibles de mejora (no se olvide que, por ejemplo, el Estatuto del Minero franc¨¦s fue reformado 17 veces), y en materia de seguridad-puede considerarse una de las normas m¨¢s avanzadas de nuestro entorno. Recientemente se dict¨® un nuevo Reglamento de Seguridad, que sustituye al viejo Reglamento de Polic¨ªa Minera, vigente desde 1934, totalmente desfasado desde el punto de vista tanto t¨¦cnico como de relevancia del factor seguridad dentro de la concepci¨®n del trabajo en la mina. Desde la promulgaci¨®n del nuevo reglamento se han venido aprobando diversas instrucciones t¨¦cnicas, que contienen las exigencias concretas de seguridad minera, tanto por la Administraci¨®n central como por las autonom¨ªas. En cuanto a ¨¦stas, iniciativas tales como el Plan Integral de Seguridad Minera del Gobierno de Castilla y Le¨®n 0 el plan de otro puntos puesto en marcha por el Gobierno del Principado de Asturias constituyen una ruptura con las pr¨¢cticas anteriores de la Administraci¨®n. Ser¨ªa injusto no reconocer que este conjunto de actuaciones crea las bases para una rectificaci¨®n de la tendencia de los ¨²ltimos a?os.
Ahora bien, esas bases ¨²nicamente conducir¨¢n a frutos reales si se llevan a cabo de manera sostenida las medidas que prev¨¦n, si las exigencias se convierten en mayor investigaci¨®n, instalaciones de seguridad, aparatos de medici¨®n, ensayo de nuevas t¨¦cnicas menos peligrosas, inspecci¨®n frecuente y minuciosa, formaci¨®n profesional, dedicaci¨®n real de los t¨¦cnicos responsables, exigencias de la responsabilidad cuando proceda. En suma, si de la letra legal, o de las medidas bien concebidas, se logra pasar a un estadio en el que el f¨¢ctor seguridad se conjugue con los dem¨¢s factores (el factor beneficio el factor rendimiento, por ejemplo) con un mayor peso espec¨ªfico, pasando a constituir la preocupaci¨®n primera de todos los responsables: empresarios, t¨¦cnicos, administraci¨®n, sindicatos.
Durante muchos a?os, la seguridad ha estado abandonada, y es necesario que todos lo reconozcan. Ni la Administraci¨®n estaba concebida y sensibilizada para exigirla ni los empresarios la incorporaban como una parte de su responsabilidad en la organizaci¨®n del trabajo y en el c¨¢lculo de los costes. Ahora se han sentado unas bases que pueden cambiar la situaci¨®n.
Y creo que es muy importante que todos asuman su parte en esa responsabilidad hacia el futuro. Pasados -como todos deseamos- los momentos m¨¢s tensos, olvidadas las demagogias y las instrumentalizaciones, debe producirse en la aplicaci¨®n de las nuevas normas y medidas un cambio de actitud por parte de los empresarios, por parte de la Administraci¨®n, por parte de los t¨¦cnicos y tambi¨¦n por parte de los sindicatos; en cuanto a ¨¦stos, reforzando su exigencia en materia de seguridad, su capacidad de propuesta y su funci¨®n. de vigilancia.
Creo que la atenci¨®n de los hombres de la mina, uno de los sectores laborales m¨¢s maduros de la sociedad espa?ola, est¨¢ en estos momentos esperando esa respuesta constructiva y continuada por parte de todos. Respuesta que para ser realmente efectiva deber¨¢ abarcar asimismo otros aspectos del trabajo en la mina que tal vez hayan quedado ocultos por la sombra de la tragedia. Porque abordar a fondo la problem¨¢tica de la seguridad requerir¨¢ tratar tambi¨¦n de la mejora de la salubridad, la lucha contra la enfermedad profesional, la mejora de las condiciones de trabajo en la mina y de la vida del minero fuera de ella y las razones que deben tener para confiar plenamente en su futuro. Todo un conjunto de medidas, en fin, que favorezca la generaci¨®n en los mineros de una sensaci¨®n de confianza y de sosiego, pues sentirse seguro tambi¨¦n refuerza la seguridad de los trabajadores.
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