La met¨¢fora del Sur
La campa?a de lanzamiento del pr¨®ximo long play de Joan Manuel Serrat, sobre poemas de Mario Benedetti y bajo el t¨ªtulo de El Sur existe, ha derivado -bajo la batuta de un manifiesto, a veces directo y otras indirecto, de Mario Benedetti- en una propuesta de reflexi¨®n sobre la existencia del Sur. No todos los sures son iguales. El Sur cuya existencia propone Mario Benedetti no es el de Melville, aunque por extensi¨®n abarque su significaci¨®n de para¨ªso terrestre, de plenitud de la piel en contacto con la felicidad del calor y los frutos gratuitos de la tierra. Tampoco es el Sur urdido por los tecn¨®cratas de la ONU o de la Unesco para crear una l¨ªnea imaginaria m¨¢s que separe la riqueza del Norte de la sure?a pobreza que hace posible esa riqueza. Pero tambi¨¦n el Sur benedettiano implica ese Sur siempre m¨¢s pobre que cualquier Norte.Participa la met¨¢fora del Sur de la propuesta eliotiana: "Leer hasta entrada la noche y en invierno viajar hacia el Sur". El que arriba suscribe reflexion¨® sobre la posibilidad o imposibilidad del Sur en Los mares del Sur, y en cierta ocasi¨®n describi¨® su necesidad como la de un lugar de donde no fuera preciso regresar. Ah¨ª queda esa nostalgia de un Sur casi metaf¨ªsico en El sur, primero novela, luego pel¨ªcula de Erice. "Pero ya nadie me llevar¨¢ al Sur...", se lamenta el meridional del poema de Quasimodo, Quasimodo mismo, anclado en ese Norte que edita sus poemas, pero que no le aporta ni una palabra. Algarab¨ªa o confusi¨®n po¨¦tica, lo cierto es que en las peores ¨¦pocas ha sobrevivido el instinto del Sur, la intuici¨®n de que era posible buscar cierto grado de plenitud terrestre, intuici¨®n m¨¢s necesaria si cabe en tiempos de incertidumbre y asfixia de los sentidos por las leyes de la necesidad y la supervivencia. No extra?a, pues, que en estos lustros de amenazas plurales y usureras ¨¦ticas se vaya creando un impulso de huida hacia otra realidad propicia, donde pueda llegarse a la s¨ªntesis entre el reino de la necesidad y el de la libertad, lejos del equilibrio del terror, de equilibrados y programados terrores interesados en la creaci¨®n de un supersistema de dominio c¨®smico.
?Huida hacia adelante o larga marcha hacia una nueva conciencia cr¨ªtica? Desde una perspectiva cultural es posible una huida hacia adelante, liarse la met¨¢fora a la cabeza y, tras el no es esto, no es esto requerido, vivir la met¨¢fora y en la met¨¢fora a manera de nueva torre de marfil para intelectuales hipersensibles, dolientes en sus bronquios cerebrales. Pero de lo que se trata, creo, es de fraguar una nueva conciencia cr¨ªtica que reivindique la samba como himno de fondo del encuentro de Ginebra entre Gorbachov y Reagan, y que meta serpentinas en las lanzaderas de los Pershing, y sustituya en los desfiles los fusiles por flautas m¨¢gicas, y que al mismo tiempo est¨¦ en condiciones de que la samba, las serpentinas y las flautas m¨¢gicas paralicen la muerte y su sombra intelectual: el miedo. Y esa conciencia cr¨ªtica inventora de la met¨¢fora del Sur s¨®lo estar¨¢ en condiciones de ser energ¨ªa hist¨®rica, movimiento social, si se encarna en las masas y las articula hacia objetivos de supervivencia, solidaridad, libertad. Del mismo modo que la conciencia ecol¨®gica redescubre el desorden met¨®dico del mundo y sus causantes, el instinto del Sur pone en camino de la denuncia de quienes han fraguado unas reglas del juego universal basadas en la explotaci¨®n de todas las periferias, bajo el decreto-ley de la muerte del optimismo hist¨®rico. Esos quienes est¨¢n en el Norte, siempre est¨¢n en el Norte, aunque a veces act¨²en mediante delegados infiltrados en el Sur, generalmente disfrazados de coroneles o de ejecutivos de acero inoxidable de la tercera o cuarta generaci¨®n.
La idea de que el Sur existe, de que el Sur es posible no brota de la nada, sino de unas condiciones materiales que hacen posible su consciencia, pero tambi¨¦n su contrario. Est¨¢ por decidir si los millones de seres sometidos a la dictadura del Norte y a las peores consecuencias de sus reglas van a someterse al principio de que es preferible lo malo conocido que lo peor por conocer o van a generar un movimento de larga marcha hacia otro proyecto social, hacia ese Sur codificado por las necesidades reales de la mayor¨ªa, entre las que se cuentan todas las libertades que ya hemos censado: la de comer, la de saber, la de amar, la 'de ser lo m¨¢s parecidos posibles a lo que queremos ser. Ese Norte nos prepara una espada de Damocles tecnol¨®gica que nos dividir¨¢ en ¨²tiles e in¨²tiles y jugar¨¢ a hacernos entrar y salir de un mercado de trabajo, de ese gran mercado de la realidad que es el trabajo. Ese Norte no est¨¢ dotado para que cada hombre tenga un pedazo de realidad entre las manos, sino que basa su capacidad de existencia y supervivencia en todos los salarios del miedo.
Si los ecologistas han llegado del pez muerto a la causa ¨²ltima del sistema que lo ha matado, ?ad¨®nde llegar¨ªa la mayor¨ªa so cial desde la comprensi¨®n del porqu¨¦ del miedo, del papel del miedo en la conservaci¨®n de un status de dominaci¨®n? Desde el miedo a perder el trabajo -o a no tenerlo- hasta el miedo a Ios chinos o a los ¨¢rabes, desde el miedo a fracasar en la escuela hasta el miedo a fracasar en la cama, desde el miedo a la bomba at¨®mica hasta el miedo a ser sospechoso de no infundir sospechas, brutales o sutiles represiones causantes de la infelicidad responden al sentido ¨²ltimo de una organizaci¨®n de la producci¨®n y de la vida que tiene una l¨®gica cerrada norte?a, y que carece de sentido si la consciencia se orienta hacia el Sur. ?Ser¨¢ el Sur la capacidad de desalienarse de todo lo que sabemos, creemos, sentimos, en contra de lo que realmente necesitamos saber, creer, sentir? ?Ser¨¢ el Sur el instinto de que su ¨²nica posibilidad como punto cardinal metaf¨®rico es colectiva y pasa por encima de los cad¨¢veres de todos los rebeldes primitivos que partieron en busca del Sur confiados s¨®lo en las aguas de sus cantimploras? Tal vez valdr¨ªa la pena intentar robar la met¨¢fora del Sur a Melville, a Benedetti, a Eliot, a Quasimodo, a Erice, a m¨ª mismo, y entregarla a las masas, como una materia pl¨¢stica espiritual, para que hagan con ella lo que quieran; especulen l¨²dica, gravemente, y obtengan la forma de un objetivo hist¨®rico. De hecho, la la tencia del Sur procede de la evidencia del fracaso del modelo del Norte, hasta ahora ocultado ce losamente por todos los sacerdotes de la ocultaci¨®n, y forma par te, mucho m¨¢s de lo que sospechamos los brujos Poseedores del lenguaje, de la vivencia ¨ªntima de millones de seres.
Tal vez valdr¨ªa la pena convertir la met¨¢fora del Sur en un gran mitin universal monotem¨¢tico: El Sur, meditaci¨®n colectiva y ver bena hasta altas horas de la historia. ?Para cu¨¢ndo? ?D¨®nde?
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