La decadencia de Marcos
LOS RUMORES sobre la enfermedad del presidente filipino, Ferdinand Marcos, pueden reflejar una situaci¨®n f¨ªsica m¨¢s o menos grave; lo que es evidente, en todo caso, es que su r¨¦gimen pol¨ªtico est¨¢ sufriendo un proceso rap¨ªdisimo de descomposici¨®n. Sus lacras cong¨¦nitas, como la corrupci¨®n instalada en el mismo palacio presidencial, estallan ahora de modo escandaloso a la luz del d¨ªa. El descontento de la poblaci¨®n es un¨¢nime; y un sector influyente de empresarios ha adoptado una actitud de oposici¨®n y de neta desconfianza en el futuro de Marcos. La Iglesia, cuyo papel ha si do siempre fundamental en Filipinas, toma sus distancias; algunos prelados, de manera abierta. A la vez, el crecimiento del movimiento guerrillero se ha convertido en uno de los factores esenciales de la situaci¨®n filipina. En particular, los guerrilleros del Nuevo Ej¨¦rcito Popular, asociados al partido comunista, representan una fuerza incluso en el orden militar; sus efectivos, seg¨²n unos u otros testimonios, var¨ªan entre 15.000 y 30.000 hombres; pero no cabe duda de que est¨¢n firmemente implantados en amplias zonas del pa¨ªs, apoyados por masas campesinas desesperadas por una miseria terrible, y cuentan incluso con simpat¨ªa en sectores de la Iglesia.Las secuelas del asesinato de Benigno Aquino en 1983, cuando retornaba de EE UU para encabezar la oposici¨®n democr¨¢tica, siguen agravando las contradicciones en el propio aparato estatal. El general Fabi¨¢n Ver, ¨ªntimo del presidente Marcos, figura entre los acusados, si bien algunos indicios anuncian que ser¨¢ absuelto y que podr¨ªa retornar incluso al frente de la jerarqu¨ªa militar. El descontento crece entre sectores de la oficialidad obligados a luchar contra la guerrilla en condiciones duras, mientras nadie ignora los casos de corrupci¨®n y favoritismo en la alta cumbre del Ej¨¦rcito. Marcos y el grupo restringido de potentados que le rodea parecen decididos a prolongar su poder tir¨¢nico; pero est¨¢n sobre un volc¨¢n.
Un hecho nuevo y significativo es la inquietud del presidente Ronald Reagan ante la situaci¨®n en Filipinas. Durante mucho tiempo, el r¨¦gimen de Marcos ha sido presentado como un escaparate de la civilizaci¨®n occidental en el sureste de Asia. Sobre todo despu¨¦s de la p¨¦rdida de Vietnam, Filipinas se convirti¨® en una pieza esencial de toda la pol¨ªtica de EE UU en esa parte del mundo. Las bases de Clark y Subic Bay son las m¨¢s importantes que tiene EE UU fuera de su territorio. Durante mucho tiempo, y a pesar de que los rasgos autoritarios y antidemocr¨¢ticos del r¨¦gimen de Ferdinand Marcos eran evidentes desde hac¨ªa tiempo, ¨¦ste ha podido contar con un apoyo constante, econ¨®mico y pol¨ªtico, por parte de la Casa Blanca. Al parecer, el cambio que se ha producido en Washington en los ¨²ltimos tiempos dimana del temor de que, gracias a las guerrillas, los comunistas puedan hacerse con el poder una vez eliminado el presidente Marcos. El senador Paul Laxalt, amigo ¨ªntimo del presidente Reagan, ha realizado recientemente un viaje a Manila para presionar a Marcos, pidi¨¦ndole que liberalice su r¨¦gimen y que adopte medidas m¨¢s eficaces para acabar con las guerrillas. El presidente filipino ha contestado con diversas maniobras: ha montado una comedia de "rendici¨®n de guerrilleros" para dar la sensaci¨®n de que controla la situaci¨®n. Como en otras ocasiones, juega incluso la "carta sovi¨¦tica": su esposa Imelda ha hecho una visita aparatosa a Mosc¨²; es una forma de amenazar a EE UU si no sigue apoy¨¢ndole como hasta aqu¨ª. El anuncio de elecciones. hecho ayer no parece sino una maniobra m¨¢s.
La realidad de la situaci¨®n de Filipinas es que, adem¨¢s del movimiento revolucionario representado por las guerrillas, existe una oposici¨®n ciudadana ampl¨ªsima, que abarca posiciones pol¨ªticas diversas, pero que anhelan el restablecimiento de un sistema democr¨¢tico, el fin de la corrupci¨®n, la posibilidad de iniciar una pol¨ªtica de recuperaci¨®n nacional. La actitud norteamericana de apoyo a Marcos ha debilitado a las fuerzas democr¨¢ticas moderadas. Incluso cuando se produjo el asesinato de Aquino, uno de los cr¨ªmenes de Estado m¨¢s escandalosos que cabe imaginar, la reacci¨®n de Washington fue nula. La consecuencia l¨®gica es que aumenta una actitud cr¨ªtica hacia EE UU entre los amplios sectores que desean un cambio democr¨¢tico. Quiz¨¢ no sobre recordar a este respecto la experiencia de Ir¨¢n; al apoyar hasta el fin al sha, EE UU se encontr¨® con una situaci¨®n pol¨ªtica basada en el extremismo isl¨¢mico. Sin duda, la situaci¨®n no es id¨¦ntica, pero estamos ante una perspectiva pr¨®xima de ca¨ªda del r¨¦gimen de Marcos. La cuesti¨®n a¨²n no resuelta es la del sucesor
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