El retroprogresismo
Me gustar¨ªa no tanto rebatir como debatir, o incluso glosar, algunas afirmaciones del se?or P¨¢niker aparecidas en su diario bajo el t¨ªtulo: Por una cultura andr¨®gina / ecol¨®gica, del 26 de octubre.El retroprogresismo de P¨¢niker me parece m¨¢s un hallazgo sem¨¢ntico -y no es poco- que una nueva noci¨®n antropol¨®gica; es decir, no veo ninguna novedad en ¨¦l, pero la palabra empleada para designarlo es eficaz, expl¨ªcita y concisa.
Pero lo que m¨¢s me llama la atenci¨®n, no s¨®lo en el art¨ªculo al que aludo, sino en casi toda la obra del fil¨®sofo hindi-catal¨¢n, es su excesiva tendencia a recurrir al Oriente para presentarnos viejas nociones muy presentes en nuestra propia tradici¨®n cultural. No hace falta aludir al yin al yang para anotar l¨¢, ambivalencia de muchos valores actuales (y, por cierto, sabemos al menos que el budismo zen, que tanta fascinaci¨®n ejerce sobre P¨¢niker, se desarroll¨® vertiginosamente en el Jap¨®n belicista de los samurais, en detrimento del budismo tradicional que recurr¨ªa a los textos m¨¢s que a la meditaci¨®n, debido al analfabetismo de los guerreros, que no sab¨ªan leer, pero, es evidente, sab¨ªan pensar o meditar).
Sobre el tema ecol¨®gico me gustar¨ªa decir lo siguiente. El origen de la ciencia, tal como es conocida en Occidente desde la revoluci¨®n industrial, est¨¢ en la desacralizaci¨®n de la naturaleza; esa aptitud y actitud modernas soid tambi¨¦n el arranque del expolio de la misma. De un ingenuismo, la religiosidad natural, se pas¨® a otro, el positivismo cient¨ªfico, y en medio qued¨® la verdadera actitud cient¨ªfica occidental que abre m¨¢s interrogantes que los que cierra. As¨ª que, de dejar de considerar un bosque sagrado se pas¨® a pensar que pod¨ªa ser descuajado e incluso -vana pretensi¨®n- imitado por la simple plantaci¨®n de ¨¢rboles de una sola especie (ll¨¢mese repoblaci¨®n), sin pasar, desgraciadamente, por la nueva consideraci¨®n de que un bosque es un sistema, un ecosistema, plet¨®rico de interrelaciones entre sus partes.
Porotra parte, los primeros momentos de la historia de la ciencia se vieron marcados por un "entusiasmo por lo fragmentario", por estudiarlas partes, frente al complejo todo, que no es la simple suma de aqu¨¦llas. Lo at¨®mico prim¨® sobre lo ecol¨®gico.
En resumen, y en cualquier caso, pretender reducir la tradici¨®n occidental a la vieja m¨¢xima del G¨¦nesis de explotaci¨®n de la naturaleza es puro y rudimentario reduccionismo. Miremos detenidamente lo que tenemos pr¨®ximo y no confundamos la vertiente estoico-agustiniana con toda la rica variedad occidental. As¨ª evitaremos, adem¨¢s de desplazamientos in¨²tiles, no volver a descubrir la p¨®lvora (que m¨¢s valdr¨ªa, con permiso de chinos y falleros valencianos, no haberlo hecho nunca).-
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